En
días pasados Peña Nieto celebró que con la reforma privatizadora de
PEMEX, se derriban las “barreras que impedían a México crecer”. En las
líneas siguientes ofrecemos algunas explicaciones de por qué es
importante la rectoría del estado en la industria petrolera y por qué
consideramos que la profundización de las reformas estructurales (como
la energética) no es la ruta que permitirá superar el estancamiento
económico que ha tipificado a la economía mexicana durante el último
tercio de siglo de aplicación de políticas de corte neoliberal. Primero,
el estancamiento económico de México se explica en buena medida por la
baja inversión, particularmente en los sectores de alta productividad
como la industria, en la medida que la industria cumple un rol crucial
en el proceso de crecimiento por diversas razones que hacen que la
productividad de la economía total se expanda endógenamente con la
inversión y producción del sector (Kaldor 1984). Ello por la existencia
de fuertes vínculos y complementariedad entre la inversión, acumulación
y progreso técnico, pilares del crecimiento de la productividad del
trabajo. Agreguemos, algunos sectores industriales, v. gr., como la
industria petrolera, son estratégicos pues presentan altos
encadenamientos productivos hacia atrás y hacia adelante con otras
actividades económicas y porque son una fuente de poder económico en la
época actual, el cual con la reforma se trasladará ahora a las empresas
petroleras transnacionales (Castaingts dixit).
La industria
petrolera cumplió un rol importante en la etapa de mayor dinamismo de
la economía mexicana (1938-1981) asociada a la modalidad de acumulación
de industrialización basada en la sustitución de importaciones (ISI),
de hecho la inversión y el producto de la industria petrolera crecieron
a tasas más elevadas comparativamente con la manufactura y la actividad
económica nacional, es decir, el sector petrolero ejerció un fuerte
efecto de arrastre sobre el resto del aparato productivo nacional.
Desde 1980 y con la implementación de la modalidad de acumulación
neoliberal, se asiste al desmantelamiento de la industria petrolera
mexicana, reflejado entre otras cosas en la dramática caída de la parte
del producto destinado a la inversión (ver gráfico 1). La caída de la
inversión en el sector fue premeditada y ello se explica en lo básico
por el régimen fiscal de que es objeto.
En el discurso oficial
se dice que con la reforma de apertura, se elevará la inversión en la
industria petrolera mexicana, pues ésta se complementará con la entrada
masiva de inversión extranjera directa, mientras los frutos del proceso
se reflejarán en los bolsillos de la población (v. gr., vía la
reducción del precio de la gasolina y el gas). Pero se omite que la
reforma energética cambia todo menos la estructura administrativa y
tributaria de PEMEX y se mantiene en ellas un cuerpo directivo
corrupto. Por otro lado, mayores flujos de IED, significan la entrada
de poderosos actores supranacionales con capacidad de incidir/decidir
sobre el funcionamiento de la economía, ello fortalecerá aun más el
poder de la clase económica y política dominante y de paso nos advierte
de las muy ínfimas posibilidades reales de que una alternativa de
izquierda llegue al poder en 2018 (recordemos la guerra sucia en contra
de AMLO en 2006 y 2012 pero magnificada en 2018). Agreguemos, la
repartición de la renta petrolera entre sector público, privado
nacional y extranjero pondrá en serios aprietos a las finanzas públicas
y la forma en cómo se subsanará será mediante más y mayores impuestos a
la clase trabajadora.
En
segundo lugar, valga un breve recordatorio a la clase política que
dirige los rumbos del país: las reformas económicas “a la mexicana”
desde 1985 han sido en buena medida las responsables del estancamiento
económico:
- Las reformas macroeconómicas han priorizado
la estabilidad macroeconómica (en precios y déficit fiscal), antes que
la estabilidad y el crecimiento de variables socioeconómicas cruciales
como el producto, el empleo y la inversión. Para controlar los precios,
se ha utilizado al tipo de cambio como ancla anti-inflacionaria, ello
en la medida que los procesos de apreciación del tipo de cambio real
desde finales de la década de los ochenta al abaratar los bienes
importados han contribuido al control de la inflación. Pero al abaratar
los bienes importados también modifican los precios relativos a favor
de los sectores de bienes no comerciables e inducen una reasignación de
recursos hacia esos sectores, reduciendo la rentabilidad de los
sectores de bienes comerciables (como la manufactura) e inhibiendo su
inversión (Moreno-Brid y Ros 2010).
- La reforma
financiera de mediados de la década de los ochenta desembocó en un
grave problema de cartera vencida, en la crisis de 1994-1995 y el
FOBAPROA.
- El retiro del estado de la esfera económica
se manifestó por diferentes vías, la primera, mediante el abandono de
la política industrial activa presente durante la ISI y su remplazo por
una política industrial neutral u horizontal. Con ello, la inversión y
la industria pierden el rol que las caracterizó durante la ISI:
comandando el proceso de acumulación. Y desde la década de los ochenta
son las exportaciones y la manufactura privada de exportación las que
comandan el proceso de acumulación. La segunda vía fue mediante una
fuerte reducción de la inversión pública especialmente en
infraestructura desde 1984, la cual ha contribuido a una lenta tasa de
inversión privada y en la economía total.
En suma,
con la reforma privatizadora de PEMEX se mina toda posibilidad de
integración de la economía nacional y se sobre-explotarán los recursos
naturales. A pesar de que 8 de cada 10 mexicanos están en contra de la
reforma, la sociedad mexicana no reacciona y se muestra desinteresada
por problemas de política. Por otro lado, la izquierda colaboracionista
(del PRD) y el nuevo partido político MORENA apuestan todo a una
consulta popular en 2015, es probable que la pregunta de la izquierda
no pase (pues el PAN y el PRI promueven también preguntas con temáticas
diferentes) y si pasa, es poco probable que se reconozcan los
resultados, sobre todo en un país tan acostumbrado a la práctica de los
fraudes electorales. El panorama económico, político y social es
sombrío.
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