Manuel Bartlett Díaz
Videgaray, incuestionado ante entrevistadores obsecuentes, topó con Carmen Aristegui —20 de agosto—, incisiva, demandante y discrepante. Confrontado sobre la reforma energética externó posiciones esclarecedoras del talante gubernamental. Resumo algunas.

Aristegui: Esta reforma nos obliga a preguntar si no había posibilidad de una recomposición de Pemex sin tener que abrir la puerta a que vengan otros y entreguemos parte de nuestros recursos a transnacionales o nacionales, ustedes dicen, no había de otra.
Videgaray: Sí había otra, la de los 70s, endeudar al país apostando al precio del petróleo alto, a seguir descubriendo petróleo fácil y tomar ese riesgo como país, camino que México ya recorrió con consecuencias lamentables.
Aristegui destaca otros riesgos: que el Estado no controle la corrupción y al abrir la puerta a las transnacionales —cuya naturaleza es el lucro— puede convertirse en masiva explotación depredadora que esfume nuestras reservas.
Videgaray responde que la industria petrolera es de alto riesgo y hay dos caminos, que lo asuma el Estado o lo comparta con quien tenga capacidad y tecnología. Videgaray: México está dispuesto a dar un paso adelante y decir sí, podemos hoy, en la democracia mexicana, en una sociedad plural con medios de comunicación altamente vigilantes; con órganos reguladores eficientes. Aristegui le recuerda el problema de la selección de sus integrantes basada en cuotas de partidistas. No hemos construido los elementos democráticos que impidan se convierta la asignación de contratos en corrupción a gran escala. ¿No es un error histórico hacerlo sin haber garantizado eficientes mecanismos anticorrupción? Videgay: se puede hacer, en un México democrático, plural, con una sociedad altamente participativa, con plena libertad de expresión. Aristegui, lo corrige, en verdad no hubo un debate nacional. Videgaray, disiente y pone de ejemplo la democracia parlamentaria.
Videgaray falaz, elude la exigencia de EU de recibir 1.5 millones de barriles diarios, no necesitamos producir 3.5 millones, consumimos 2.5 el resto es para satisfacerlos; el costo de la inversión es irrisorio frente al enorme costo de entregar ganancias. Sí había la posibilidad de recomponer a Pemex, se cedió a la presión extranjera que conducirá irremisiblemente a una explotación depredadora; la capacidad de controlar la voracidad de las transnacionales es nula; preservaron la corrupción; la composición de los órganos reguladores es reparto de intereses; no hubo debate nacional, ni democracia legislativa. No vivimos un México democrático en libertad de expresión, sino una dictadura mediática desinformadora.
Senador de la República
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