El anuncio de que los ingresos de las iglesias serán fiscalizados ha causado revuelo entre los religiosos. Argumentan que es muy poco lo que reciben como para declararlo, sin embargo, con casi cien millones de católicos en México, los números dicen otra cosa
"Están haciendo esto muy complejo, muy pesado, cómo llevar las cuentas, eso
es muy rigoroso, de plano debemos tener un contador”. Benjamín Castillo. Obispo de Celaya
En 1984, uno de los escándalos más sonados culminó con el suicidio de
Roberto Calvi
El informe estuvo colmado de palabras que dejaron claro que el 2013 será un
año crucial para el banco
A partir del 1 de septiembre, las iglesias deberán fiscalizar sus ingresos.
Tras darse a conocer la noticia, los sacerdotes elevaron su grito hasta el cielo, al considerar esto injusto y oneroso, siempre bajo el argumento de que son pocas limosnas que reciben.
Y aunque en algunos casos incluso podrían declarase en franca rebeldía, lo cierto es que los tiempos del “dinero sagrado”, parecen haber acabado.
El Sistema de Administración Tributaria (SAT) fiscalizará a todas las iglesias e instituciones religiosas como conventos, seminarios y, sobre todo, las de obras asistenciales relacionadas con cultos, las cuales serán puestas en la báscula hacendaria como sucede con todos los demás mortales.
En México, las iglesias reciben las limosnas en función a su ubicación, cantidad de fieles y número de ceremonias sacramentales que celebran, las cuales hasta la fecha han sido secretas.
Y aunque las monjas católicas tienen en su mayoría voto de pobreza, casi todas las órdenes sacerdotales están exentas de esa promesa y pueden tener posesiones que van desde vehículos, casas o cuentas bancarias.
En teoría, los ingresos de las iglesias están encaminados a obras de asistencia social, sin embargo, tendrán que ser fiscalizadas y entrar al rasero de los debes y haberes para dar el resultado del pago correspondiente al erario.
En México no existen datos precisos –ni imprecisos– sobre la cantidad de dinero que manejan las instituciones católicas, pero se podria tener una idea tomando como referencia España.
El país ibérico, con la mitad de católicos y una peor crisis económica que México, recibe una subvención de impuestos considerada en más de 11 mil millones de euros anuales, lo que allá equivale al un poco más del 1 por ciento de su PIB, según el sitio de internet laicismo.org.
Además, allá esto incluye una partida de los impuestos para “fines sociales”, que van directamente a 40 organizaciones católicas consideradas ONG, que reciben en conjunto 120 millones euros, –lo que ha puesto muy enojados a los españoles sumidos en una situación económica inédita–.
“La iglesia católica española es inmensamente rica, no está sufriendo la crisis y además disfruta de un verdadero paraíso fiscal, al estar libre de pagar impuestos, como el IBI, obras, sociedades, etc. Y la inmensa mayoría de los bienes que están en su poder y de sus cuentas son totalmente opacas. Esta situación es ilegítima y presuntamente ilegal, con la complicidad y asentimiento de los poderes públicos, ello supone que podrían estar cometiendo diversos presuntos delitos”, refiere el sitio.
Con esos números se podría especular un equivalente con las oscuras finanzas católicas en México.
Si en España hay 44 millones 450 mil católicos, y en México se declaran fieles 99 millones 123 mil, y allá condonan 11 mil millones de euros, la cantidad nacional podría ser el doble.
En este sentido, la condonación de parte de la Hacienda mexicana sería de 22 mil millones de euros anuales, lo que corresponde a 418 mil millones de pesos que se dejan de recibir, y en cambio son para utilidad de los religiosos o del mismo Vaticano, a donde va por regla un porcentaje de lo que recaudan las diócesis de todo el mundo.
En este caso la cantidad que dejaría de percibir la SHCP en proporción a España, ascendería al 2.49 del total del PIB nacional, que asciende a 1.26 billones de dólares anuales.
La suma no es nada despreciable y ante las tribulaciones tributarias, una reforma fiscal que según especialistas ha resultado antirecaudatoria, los grandes cobradores mexicanos pusieron los ojos en el futuro y decidieron fiscalizar a la iglesia, lo que afecta en superlativo, por mayoría de instituciones e iglesias, a los católicos.
Hasta ahora, la Segob tiene un presupuesto de 60 millones de pesos para la Subsecretaría de Migración y Asuntos Religiosos, más 54 millones para subsidios a organismos religiosos.
Lanzan su grito... hasta el cielo
Siguiendo un reclamo de años que pedía fiscalizar ingresos de las iglesias, a partir del 1 de septiembre estas instancias tendrán que confesar los bienes recibidos y hacer su primera declaración electrónica a más tardar en febrero de 2015.
El anuncio hizo reaccionar a representantes de muchas religiones, especialmente la mayoritaria iglesia católica.
El primero en declararse en contra fue el obispo de Celaya, Benjamín Castillo Plascencia, quien dijo a La Jornada que con estas medidas se eliminaría la posibilidad de que el clero participe en obras sociales.
Argumentó que la cantidad de limosnas que se recibe no es suficiente como para declarar al fisco, ya que el gasto sería extraordinario haciéndose primordial que cada iglesia contrate a un contador.
“Están haciendo esto muy complejo, muy pesado, cómo llevar las cuentas, eso es muy rigoroso, de plano debemos tener un contador porque el padre no puede dedicarse a ser contador de todo lo que tiene”, refirió Castillo Plascencia.
Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México, también se unió a los reclamos.
“Nos parecen cambios insensibles, fuera de lugar, y pensamos que no es posible que se nos quiera dar trato como de empresas cuando tenemos una naturaleza distinta”, indicó a Reforma.
Por su parte, el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Eugenio Lira, argumentó que las asociaciones religiosas no cuentan con la misma infraestructura, por ejemplo en la diócesis o un convento de clausura.
Tras darse a conocer la noticia, los sacerdotes elevaron su grito hasta el cielo, al considerar esto injusto y oneroso, siempre bajo el argumento de que son pocas limosnas que reciben.
Y aunque en algunos casos incluso podrían declarase en franca rebeldía, lo cierto es que los tiempos del “dinero sagrado”, parecen haber acabado.
El Sistema de Administración Tributaria (SAT) fiscalizará a todas las iglesias e instituciones religiosas como conventos, seminarios y, sobre todo, las de obras asistenciales relacionadas con cultos, las cuales serán puestas en la báscula hacendaria como sucede con todos los demás mortales.
En México, las iglesias reciben las limosnas en función a su ubicación, cantidad de fieles y número de ceremonias sacramentales que celebran, las cuales hasta la fecha han sido secretas.
Y aunque las monjas católicas tienen en su mayoría voto de pobreza, casi todas las órdenes sacerdotales están exentas de esa promesa y pueden tener posesiones que van desde vehículos, casas o cuentas bancarias.
En teoría, los ingresos de las iglesias están encaminados a obras de asistencia social, sin embargo, tendrán que ser fiscalizadas y entrar al rasero de los debes y haberes para dar el resultado del pago correspondiente al erario.
En México no existen datos precisos –ni imprecisos– sobre la cantidad de dinero que manejan las instituciones católicas, pero se podria tener una idea tomando como referencia España.
El país ibérico, con la mitad de católicos y una peor crisis económica que México, recibe una subvención de impuestos considerada en más de 11 mil millones de euros anuales, lo que allá equivale al un poco más del 1 por ciento de su PIB, según el sitio de internet laicismo.org.
Además, allá esto incluye una partida de los impuestos para “fines sociales”, que van directamente a 40 organizaciones católicas consideradas ONG, que reciben en conjunto 120 millones euros, –lo que ha puesto muy enojados a los españoles sumidos en una situación económica inédita–.
“La iglesia católica española es inmensamente rica, no está sufriendo la crisis y además disfruta de un verdadero paraíso fiscal, al estar libre de pagar impuestos, como el IBI, obras, sociedades, etc. Y la inmensa mayoría de los bienes que están en su poder y de sus cuentas son totalmente opacas. Esta situación es ilegítima y presuntamente ilegal, con la complicidad y asentimiento de los poderes públicos, ello supone que podrían estar cometiendo diversos presuntos delitos”, refiere el sitio.
Con esos números se podría especular un equivalente con las oscuras finanzas católicas en México.
Si en España hay 44 millones 450 mil católicos, y en México se declaran fieles 99 millones 123 mil, y allá condonan 11 mil millones de euros, la cantidad nacional podría ser el doble.
En este sentido, la condonación de parte de la Hacienda mexicana sería de 22 mil millones de euros anuales, lo que corresponde a 418 mil millones de pesos que se dejan de recibir, y en cambio son para utilidad de los religiosos o del mismo Vaticano, a donde va por regla un porcentaje de lo que recaudan las diócesis de todo el mundo.
En este caso la cantidad que dejaría de percibir la SHCP en proporción a España, ascendería al 2.49 del total del PIB nacional, que asciende a 1.26 billones de dólares anuales.
La suma no es nada despreciable y ante las tribulaciones tributarias, una reforma fiscal que según especialistas ha resultado antirecaudatoria, los grandes cobradores mexicanos pusieron los ojos en el futuro y decidieron fiscalizar a la iglesia, lo que afecta en superlativo, por mayoría de instituciones e iglesias, a los católicos.
Hasta ahora, la Segob tiene un presupuesto de 60 millones de pesos para la Subsecretaría de Migración y Asuntos Religiosos, más 54 millones para subsidios a organismos religiosos.
Lanzan su grito... hasta el cielo
Siguiendo un reclamo de años que pedía fiscalizar ingresos de las iglesias, a partir del 1 de septiembre estas instancias tendrán que confesar los bienes recibidos y hacer su primera declaración electrónica a más tardar en febrero de 2015.
El anuncio hizo reaccionar a representantes de muchas religiones, especialmente la mayoritaria iglesia católica.
El primero en declararse en contra fue el obispo de Celaya, Benjamín Castillo Plascencia, quien dijo a La Jornada que con estas medidas se eliminaría la posibilidad de que el clero participe en obras sociales.
Argumentó que la cantidad de limosnas que se recibe no es suficiente como para declarar al fisco, ya que el gasto sería extraordinario haciéndose primordial que cada iglesia contrate a un contador.
“Están haciendo esto muy complejo, muy pesado, cómo llevar las cuentas, eso es muy rigoroso, de plano debemos tener un contador porque el padre no puede dedicarse a ser contador de todo lo que tiene”, refirió Castillo Plascencia.
Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México, también se unió a los reclamos.
“Nos parecen cambios insensibles, fuera de lugar, y pensamos que no es posible que se nos quiera dar trato como de empresas cuando tenemos una naturaleza distinta”, indicó a Reforma.
Por su parte, el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Eugenio Lira, argumentó que las asociaciones religiosas no cuentan con la misma infraestructura, por ejemplo en la diócesis o un convento de clausura.
El presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas
Evangélicas, Arturo Farela, recalcó que las iglesias no son evasores
fiscales, y que si no pueden cumplir con las disposiciones es por
ignorancia del ámbito jurídico-fiscal y no por negligencia.
Además, demandó darles a conocer sus obligaciones y sus derechos.
México tiene legalmente casi el 85 por ciento de católicos y, como podría suponerse, reciben mucho efectivo, lo que seguramente causó la intención de fiscalización y con ello enriquecer las arcas públicas.
Si se enviará al Vaticano, que al menos algo se quede en México, podría ser la reclamación que ya habían puesto sobre la mesa desde el 2008 los diputados de todos los partidos.
“La Iglesia Católica no paga impuestos pero envía al Vaticano millonarios recursos no cuantificados que obtiene por limosnas, donativos y todo tipo de regalos que están exentos”.
Las generosas arcas del banco
El Vaticano está incluido entre los 68 países con alto riesgo para el lavado de dinero. Muchos escándalos han cimbrado sus cimientos
Según la tradición católica, un buen practicante debe dar el 10 por ciento de lo que recibe, como limosna.
El pago del “diezmo” en México es poco común, si solo el 50 por ciento de los más de 99 millones de católicos lo dieran, la cantidad podría ser sorprendente.
Y gran parte de este dinero, que generalmente ingresa en efectivo, va a parar a las arcas vaticanas en cuentas bien protegidas de cada una de las congregaciones, iglesias, conventos o instituciones de asistencia.
El Vaticano puede disponer de los recursos, además de gozar de los productos financieros de los mismos.
Por algo este pequeño Estado del centro de Roma fue incluido dentro de los 68 países con alto riesgo para el lavado de dinero.
Sin embargo, debido a las sospechas y rumores respecto a las inmensas cantidades de recursos que pudiera tener, el director general del Instituto para las Obras de Religión (IOR) -nombre formal del Banco Vaticano- Paolo Cipirani decidió abrir las puertas de esta entidad a la prensa, propiciar la transparencia y dar a conocer estos datos.
El año pasado, por primera vez en la historia, la institución financiera tuvo que hacer un informe sobre sus fondos y destino de estos y su presidente, Ernst Von Freyberg, presentó 100 páginas en un intento por cumplir los compromisos de transparencia que los católicos de todo el mundo “legítimamente esperan”.
Según este informe, el capital del Banco es de 6 mil millones de euros (unos 7 mil 600 millones de dólares), que corresponden a 33 mil cuentas de unas 25 mil entidades diferentes entre congregaciones y demás.
El último balance disponible, del año 2010, indica que el IOR obtuvo ganancias por 50 millones de euros (62.1 millones de dólares) que puso a disposición del papa Benedicto XVI para su utilización.
El 77 por ciento de los clientes del IOR son de Europa y un 7 por ciento del Vaticano. También hay clientes de África con un 6.3 por ciento, Sudamérica con un 4.1 por ciento, América del Norte con un 2.3 por ciento, Asia un 2.5 y Oceanía con 0.2 por ciento.
En estas fechas aún gobernaba a la Iglesia el papa Benedicto XVI, quien según El Vaticano no tiene cuenta en esta institución. También negó que existan cuentas cifradas o secretas, ni de políticos o empresarios. Solo religiosos o personas ligadas a entes eclesiásticos pueden tener relación en la entidad financiera.
Los escándalos del Instituto
El Banco, fundado en 1887 para administrar las obras sociales que la iglesia católica lleva a cabo con los más necesitados, ha estado envuelto en escándalos de malversación y manejo deshonesto de fondos que involucran millones de dólares.
En 1984, uno de los escándalos más sonados culminó con el suicidio de Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano de Italia, declarado en quiebra de forma fraudulenta.
También, hasta el Banco Vaticano van a parar porcentajes acordados con las diócesis de todo el mundo que en teoría están obligados a participar a Roma para la administración y mantenimiento de la Santa Sede, incluidos los gastos del Papa, los cardenales y aparato burocrático y policial que lo rodea.
Otros ingresos, nada despreciables, llegan a sus arcas provenientes del turismo, aportaciones directas al Vaticano, lo que se cobra de forma directa por los trámites necesarios para anulaciones matrimoniales, celebraciones, menciones en misas especiales y otras que tienen precio en las iglesias.
El dinero recibido tiene como objetivo, según informa el banco, guardar y manejar el dinero para los departamentos del Vaticano, la ordenación de curas y monjas, las instituciones católicas y entidades relacionadas, el clero y los empleados de la Santa Sede.
El último años se reportó una ganancia neta de 86.6 millones de euros, aproximadamente 118 millones de dólares. Un año antes había reportado una cuarta parte de ganancia, solo 20.2 millones de euros.
El incremento de la suma declarada podría haberse debido a la cercana vigilancia de un comité de cinco miembros designados por el Papa Francisco, quien desde su ingreso anunció una reforma al controvertido Banco Vaticano.
Habría reformas en el Banco Vaticano
Al inicio de 2012, Benedicto XVI designó un comité de cinco miembros especialmente para auditar los manejos de las elevadas sumas que ingresan desde las diócesis de todo el mundo, todos los días.
El último informe fue avalado por la auditora internacional KPMG, quienes declararon que el enorme incremento de la ganancia neta, hasta cuadriplicarse, se debía principalmente a resultados comerciales favorables y al valor en ascenso de los bonos.
Además, demandó darles a conocer sus obligaciones y sus derechos.
México tiene legalmente casi el 85 por ciento de católicos y, como podría suponerse, reciben mucho efectivo, lo que seguramente causó la intención de fiscalización y con ello enriquecer las arcas públicas.
Si se enviará al Vaticano, que al menos algo se quede en México, podría ser la reclamación que ya habían puesto sobre la mesa desde el 2008 los diputados de todos los partidos.
“La Iglesia Católica no paga impuestos pero envía al Vaticano millonarios recursos no cuantificados que obtiene por limosnas, donativos y todo tipo de regalos que están exentos”.
Las generosas arcas del banco
El Vaticano está incluido entre los 68 países con alto riesgo para el lavado de dinero. Muchos escándalos han cimbrado sus cimientos
Según la tradición católica, un buen practicante debe dar el 10 por ciento de lo que recibe, como limosna.
El pago del “diezmo” en México es poco común, si solo el 50 por ciento de los más de 99 millones de católicos lo dieran, la cantidad podría ser sorprendente.
Y gran parte de este dinero, que generalmente ingresa en efectivo, va a parar a las arcas vaticanas en cuentas bien protegidas de cada una de las congregaciones, iglesias, conventos o instituciones de asistencia.
El Vaticano puede disponer de los recursos, además de gozar de los productos financieros de los mismos.
Por algo este pequeño Estado del centro de Roma fue incluido dentro de los 68 países con alto riesgo para el lavado de dinero.
Sin embargo, debido a las sospechas y rumores respecto a las inmensas cantidades de recursos que pudiera tener, el director general del Instituto para las Obras de Religión (IOR) -nombre formal del Banco Vaticano- Paolo Cipirani decidió abrir las puertas de esta entidad a la prensa, propiciar la transparencia y dar a conocer estos datos.
El año pasado, por primera vez en la historia, la institución financiera tuvo que hacer un informe sobre sus fondos y destino de estos y su presidente, Ernst Von Freyberg, presentó 100 páginas en un intento por cumplir los compromisos de transparencia que los católicos de todo el mundo “legítimamente esperan”.
Según este informe, el capital del Banco es de 6 mil millones de euros (unos 7 mil 600 millones de dólares), que corresponden a 33 mil cuentas de unas 25 mil entidades diferentes entre congregaciones y demás.
El último balance disponible, del año 2010, indica que el IOR obtuvo ganancias por 50 millones de euros (62.1 millones de dólares) que puso a disposición del papa Benedicto XVI para su utilización.
El 77 por ciento de los clientes del IOR son de Europa y un 7 por ciento del Vaticano. También hay clientes de África con un 6.3 por ciento, Sudamérica con un 4.1 por ciento, América del Norte con un 2.3 por ciento, Asia un 2.5 y Oceanía con 0.2 por ciento.
En estas fechas aún gobernaba a la Iglesia el papa Benedicto XVI, quien según El Vaticano no tiene cuenta en esta institución. También negó que existan cuentas cifradas o secretas, ni de políticos o empresarios. Solo religiosos o personas ligadas a entes eclesiásticos pueden tener relación en la entidad financiera.
Los escándalos del Instituto
El Banco, fundado en 1887 para administrar las obras sociales que la iglesia católica lleva a cabo con los más necesitados, ha estado envuelto en escándalos de malversación y manejo deshonesto de fondos que involucran millones de dólares.
En 1984, uno de los escándalos más sonados culminó con el suicidio de Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano de Italia, declarado en quiebra de forma fraudulenta.
También, hasta el Banco Vaticano van a parar porcentajes acordados con las diócesis de todo el mundo que en teoría están obligados a participar a Roma para la administración y mantenimiento de la Santa Sede, incluidos los gastos del Papa, los cardenales y aparato burocrático y policial que lo rodea.
Otros ingresos, nada despreciables, llegan a sus arcas provenientes del turismo, aportaciones directas al Vaticano, lo que se cobra de forma directa por los trámites necesarios para anulaciones matrimoniales, celebraciones, menciones en misas especiales y otras que tienen precio en las iglesias.
El dinero recibido tiene como objetivo, según informa el banco, guardar y manejar el dinero para los departamentos del Vaticano, la ordenación de curas y monjas, las instituciones católicas y entidades relacionadas, el clero y los empleados de la Santa Sede.
El último años se reportó una ganancia neta de 86.6 millones de euros, aproximadamente 118 millones de dólares. Un año antes había reportado una cuarta parte de ganancia, solo 20.2 millones de euros.
El incremento de la suma declarada podría haberse debido a la cercana vigilancia de un comité de cinco miembros designados por el Papa Francisco, quien desde su ingreso anunció una reforma al controvertido Banco Vaticano.
Habría reformas en el Banco Vaticano
Al inicio de 2012, Benedicto XVI designó un comité de cinco miembros especialmente para auditar los manejos de las elevadas sumas que ingresan desde las diócesis de todo el mundo, todos los días.
El último informe fue avalado por la auditora internacional KPMG, quienes declararon que el enorme incremento de la ganancia neta, hasta cuadriplicarse, se debía principalmente a resultados comerciales favorables y al valor en ascenso de los bonos.
Recientemente, la institución quedó involucrada en una investigación
de jueces italianos sobre lavado de dinero, la cual niega, y el arresto
de un prelado del Vaticano que fue acusado de tráfico de dinero.
El Papa Francisco no ha excluido la posibilidad de cerrar el IOR, pero lo más probable es que se haga una exhaustiva reforma.
Más allá de los números, el informe estuvo colmado de palabras que dejaron claro que el 2013 será un año crucial para el banco, que data de 1887 y ha tenido su forma actual desde 1942.
En su introducción, el cardenal Tarsicio Bertone, el saliente secretario de Estado, mencionó una “reforma” y “una nueva dirección” para el banco. Otros funcionarios se refirieron a un “cambio” y “transformación”.
Ahora, al menos de México, tendrá menores ingresos ya que el fisco hará que un gran porcentajes de estos se queden en el país, para, en teoría, beneficiar a más mexicanos.
El Papa Francisco no ha excluido la posibilidad de cerrar el IOR, pero lo más probable es que se haga una exhaustiva reforma.
Más allá de los números, el informe estuvo colmado de palabras que dejaron claro que el 2013 será un año crucial para el banco, que data de 1887 y ha tenido su forma actual desde 1942.
En su introducción, el cardenal Tarsicio Bertone, el saliente secretario de Estado, mencionó una “reforma” y “una nueva dirección” para el banco. Otros funcionarios se refirieron a un “cambio” y “transformación”.
Ahora, al menos de México, tendrá menores ingresos ya que el fisco hará que un gran porcentajes de estos se queden en el país, para, en teoría, beneficiar a más mexicanos.
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