Gabriela Rodríguez
Vivimos una sociedad líquida y amor líquido
el actual momento de la historia en el que las realidades sólidas de nuestros abuelos, como el trabajo y el matrimonio para toda la vida, se han desvanecido, un mundo que el sociólogo Zygmunt Bauman ha sabido explicar como nadie:
Ha terminado aquel tiempo de las grandes fábricas empleando a miles de trabajadores en enormes edificios de ladrillo, fortalezas que iban a durar tanto como las catedrales góticas.
De alguna manera, la constitución de Ciudad de México expresa esa
fluidez casi líquida que caracteriza a las sociedades contemporáneas.
Uno de los momentos más grotescos del debate en la Asamblea
Constituyente fue la referencia a la teoría del tinaco, por parte de
Armando Martínez Gómez. Como diputado proponente en favor del derecho a
la vida, el abogado de varios casos de pederastia clerical, incluyendo
el de encubrimiento de Norberto Rivera, recurrió a la teoría del tinaco
para explicar la relación entre el derecho a la vida y el derecho a la
vida digna: “La interpretación normativa internacional y doctrinal
establece que el derecho a la vida digna es un derecho derivado, es
decir, no puede existir vida digna sin vida, es un vaso comunicante,
como los tinacos que usted tiene en su casa, los tinacos son
comunicantes, así son los derechos fundamentales y los derechos
derivados…”. Porfirio Muñoz Ledo valoró la aportación teórica del
diputado, aunque dejó abierta la duda ¿Se tratará del Tinaco de Troya?
Porque para este último, era obvio que tras la defensa del derecho a la
vida se trataba de prohibir el aborto en las 12 primeras semanas de
gestación. Pero, más allá de la derrota clerical que significó dejar
protegido en la carta magna el derecho a la autodeterminación y a
decidir de manera voluntaria tener o no tener hijos, los vasos
comunicantes pueden ser una manera fluida de entender la integralidad de
los derechos humanos, y de comprender qué es lo que se logró, y lo que
no pasó, en el texto constitucional.
Expliqué en colaboración anterior que el derecho a la vida digna fue
el principio rector supremo del trabajo del grupo parlamentario de
Morena. Al respecto, confirmamos en tribuna la afirmación de Jürgen
Habermas: la solidaridad es el valor que han perdido las sociedades
postindustriales. El derecho a una renta básica es derivado del derecho a
la solidaridad, tema que cautivó los más intensos debates en la
constituyente. Se trata de un derecho emergente que, para mi gusto, es
producto de los extremos a los que el neoliberalismo ha llegado. Hoy
tenemos que hacer llegar un mínimo vital a toda la gente, una
transferencia monetaria directa a todo ciudadano que nace, para evitar
que muera de hambre, de enfermedad o de frío. Así quedó estipulado el
derecho a un mínimo vital, aunque no fue posible garantizar su
universalidad ante la oposición de los tres partidos del pacto por
México. Grave, porque en el siglo XXI mucha gente no tiene empleo o lo
tiene con un ingreso muy precario, mientras se excluye a las masas, el
capital se ha concentrado más de lo que Carlos Marx se pudo imaginar.
Sustantivo fue garantizar el principio pro persona y dotar a
la ciudadanía con mecanismos de exigibilidad y justiciabilidad de los
derechos humanos, vasos comunicantes entre realidad legal y realidad de facto. Gran
avance es el fortalecimiento de las alcaldías, hay que saber que ahora
así se llamarán lo que antes eran las delegaciones, no se trata sólo de
un cambio de nombre: las alcaldías tendrán la facultad para administrar
con autonomía los bienes a su cargo y su presupuesto, no es poca cosa.
En relación con la plusvalía, se cuidó la nula afectación a la
ciudadanía, se estableció que los propietarios de desarrollos
inmobiliarios pagarán una compensación monetaria para mitigar el impacto
urbano y ambiental, a fin de contribuir al desarrollo y mejoramiento
del equipamiento urbano, la infraestructura vial e hidráulica y el
espacio público. Los cambios de uso de suelo se harán mediante consulta
ciudadana que será vinculante. Se incluyeron en la Constitución
instrumentos de planeación con visión a 20 años: el Plan General de
Desarrollo de Ciudad de México, el Programa General de Ordenamiento
Territorial, así como el Programa de Desarrollo Científico Tecnológico y
de Innovación, los cuales se elaborarán con participación ciudadana.
Inédita fue la participación política de pueblos, barrios originarios y
comunidades indígenas, con cuya consulta lograron reconocerse sus
derechos colectivos e individuales, su herencia y especialmente su
derecho a la autodeterminación y autonomía. Hay más temas
constitucionales en materia de derechos laborales, donde no logramos
todo, en ciudadanía, justicia, buen gobierno y corrupción, ofrezco
extenderme al respecto en mi próxima colaboración.
Por ahora termino señalando la importancia de establecer que la
gestión del agua será sin fines de lucro y que habrá contraloría
ciudadana del organismo encargado. Porque si de algo estamos hechos los
seres humanos es de agua, 70 por ciento de nuestro cuerpo y de nuestro
cerebro es agua, aunque esos vasos comunicantes parecen estar obstruidos
en los actuales gobernantes, quienes no descubren aún cuan líquida es
la vida contemporánea.
Twitter: @Gabrielarodr108
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