“Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.”
Antoine de Saint-Exupery
Retomo las colaboraciones para mi columna “Mujeres y Salud Mental” de
CIMAC, en pleno proceso de asimilación ante los acontecimientos con los
que iniciamos 2017, en especial con los constantes ataques en varios
ámbitos, por parte del actual Presidente de los Estados Unidos de
Norteamérica.
Acontecimientos que, triste y preocupantemente, han exacerbado el odio
por todo aquello que se considera diferente, y alimentan la falsa idea
no sólo de que lo valioso en este mundo es la supremacía blanca, sino la
intención de regresar a una segregación racial, como solución a los
problemas internos que viven diferentes países.
Las metas que el feminismo ha alcanzado a lo largo de los años, y a
través de la lucha por el libre ejercicio de los Derechos Humanos, están
en peligro debido a que en el país y en el mundo entero se están
echando por la borda algunas de las importantes acciones que se habían
logrado y no podemos quedarnos cruzadas o cruzados de brazos.
Un ejemplo de ello es el caso de Rusia, donde la semana pasada
despenalizaron la violencia doméstica, misma que será avalada nuevamente
por el sistema patriarcal y pone en gran riesgo a muchas mujeres en ese
país y en el mundo.
También las acciones del actual Presidente de Estados Unidos, que
golpean profundamente la integridad física y emocional de las y los
migrantes.
Es por ello que considero urgente hacer un llamado desde y al amor, no
al que se celebra cada 14 de febrero en casi todo el mundo y que no es
más que un día comercial que muchas veces nos impide ver lo que sucede a
nuestro alrededor, enmascarando realidades importantes a atender.
Me refiero al amor colectivo y compasivo, aquel que permite amarnos y
reconocer el amor hacia otros seres vivos y tomarlo como elemento
importante para crear una masa lo suficientemente crítica de amor, que
contrarreste los terribles efectos que el odio y la violencia han
generado en nuestras vidas y en nuestro entorno en los últimos años y
meses.
El término amor, proviene del latín “amōris”, y este a su vez del verbo latino “amare”, que significa amar.
Y la acción de amar abarca una gran gama de sensaciones y sentimientos,
desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico, hasta la
proximidad emocional del amor familiar o amistoso, desde el amor
platónico, hasta la profunda devoción o unidad del amor entendido como
religioso o meditativo.
El amor en sus diversos rostros actúa como un importante facilitador de
las relaciones interpersonales y, debido a su importancia psicológica
central, es uno de los temas más frecuentes en las artes creativas.
Sin embargo, en momentos difíciles como los que enfrentamos, el amor
puede servir como neutralizador de los devastadores efectos de la
violencia y el odio, por lo que es importante regresar al sentido del
amor para contrarrestar sentimientos negativos que llevan a acciones
deshumanizadas, similares a las vividas durante el holocausto, la época
de la esclavitud o del Apartheid en Sudáfrica y Namibia.
Desde el punto de vista de la psicoterapia humanista existencial, la
definición de amor que aporta el humanismo es la de Carl Rogers, y dice
“amor significa ser plenamente comprendida o comprendido y profundamente
aceptada o aceptado por alguien”
Para Abraham Maslow, “el amor implica una sana y afectuosa relación entre dos personas o más”.
Tomando en cuenta estas dos concepciones del amor, las personas tenemos
una gran necesidad de ser aceptadas e integradas a un vínculo afectivo y
respetuoso.
Para mí, el amor y el respeto pueden servir de antídoto contra el veneno
de la violencia y el exceso de odio hacia lo que consideramos diferente
y por tanto no valioso.
Están siendo terribles los alcances de pseudolíderes, que cuentan con
seguidoras y seguidores que toman como bandera absoluta la
discriminación y la segregación.
Al amor, hay que comprenderlo, crearlo, identificarlo y difundirlo, para
darlo y recibirlo, de lo contrario, corremos el riesgo de que, como
decía Maslow “el mundo quede encadenado a la hostilidad y a las
sombras”.
Que el amor propio, hacia las demás personas y hacia nuestro planeta
esté presente siempre en nuestros corazones y logremos mantenerlo en
nuestras vidas para evitar malos tratos y construir un mundo mejor. Que
así sea.
*Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica,
psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de
Género. @terapiaygenero
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Alejandra Buggs Lomelí*
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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