¿Cómo ser sólidos hacia adentro, con las ventanas y las puertas abiertas?
“Yo
solía pensar que era la persona más extraña en el mundo, pero luego
pensé, hay mucha gente así en el mundo, tiene que haber alguien como yo,
que se sienta bizarra y dañada de la misma forma en que yo me siento.
Me la imagino, e imagino que ella también debe estar por ahí pensando en
mí. Bueno, yo espero que si tú estás por ahí y lees esto sepas que, sí,
es verdad, yo estoy aquí, soy tan extraña como tú”.
Frida Kahlo
Ahora
hablamos de “nacionalismo”, con una intensidad que quizá tuvimos
olvidada, por mucho tiempo. Pero, ¿qué significa para cada quien? ¿Acaso
el “nacionalismo” en su versión exacerbada no podría significar
responderle al tirano del norte, con algo parecido a lo que él hace:
muros, fronteras, discriminación. Cerrarnos a las bellezas de la
vastedad del mundo, a la libertad de la creación y de sus imaginarios.
Al libre tránsito de las personas. Miramos hacia los ojos de nuestra
historia. Para aprender y proyectar futuro. Justo en este momento de
cuestionamiento, de búsqueda, ¿de parteaguas? ¿Cómo reforzarnos hacia
adentro, en el respeto a la pluralidad, a esa vasta heterogeneidad
inscrita en “la mexicanidad”? ¿Cómo ser sólidos hacia adentro, con las
ventanas y las puertas abiertas?
En este contexto, el Instituto
Nacional de Bellas Artes nos ofrece un espacio para la reflexión y la
belleza: 200 obras de artistas mexicanos (o que trabajaron en México),
creadas entre 1910 y 1950. Murales, pinturas, fotografías, revistas,
dibujos caricaturas. Cuarenta audios y 27 películas. Podría ser una
casualidad: el momento político y la exposición de obras a las que
difícilmente tenemos acceso, porque forman parte de colecciones
privadas. Obras que narran la búsqueda singular de cada artista, y la
búsqueda, en muchos de ellos, de “un proyecto de Nación”. La búsqueda
de las raíces y los diálogos que cada una/o entabló, a su manera, con
las corrientes artísticas y literarias de su época, hacia adentro y
hacia fuera de México. Muralismo, surrealismo, estridentismo.
La
exposición se divide en cinco núcleos: “Modernismo y mexicanidad”,
“Pinta los Estados Unidos”, “En la ciudad”, “Pinta la Revolución”,
“Alegorías oscuras”. “Los tres grandes del muralismo”, por supuesto:
Rivera, Orozco, Siqueiros. El maravilloso intimismo de Frida Kahlo, los
ídolos de María Izquierdo. Saturnino Herrán, Francisco Goitia, Manuel
Álvarez Bravo, Rufino Tamayo, el Dr. Atl, Roberto Montenegro, Tina
Modotti, Henri Cartier-Bresson, Adolfo Best Maugard, Carlos Mérida… Con
respecto a las películas, dado que una no puede permanecer en el museo
por varios días, es bueno llevar un cuaderno para anotar los títulos, e
intentar verlas después. Recuerdo, por ejemplo, en el caso de la
exposición de Bruno Traven en el Museo de Arte Moderno, que pude
encontrar la mayor parte de las películas creadas a partir de sus
obras, ya en acceso libre en youtube.
Una exposición comienza ese
día que le dedicamos, ese paseo, ese viaje. Cada obra, cada detalle de
la obra, y se va con nosotros, como si la guardáramos en un morralito,
hecho de sensaciones y de memoria. Una obra de Kahlo, como “Autorretrato
en la frontera entre México y Estados Unidos”, nos remite
necesariamente a sus diarios, a esas otras obras que imaginó y trabajó
en los Estados Unidos. A su nostalgia por México. ¿Y la apasionada
historia de amor entre la pintora y escritora Nahui Ollin y el Dr. Atl?
La manera en la que él supo captar esos ojos inmensos, felinos. El
refugio que construyeron en el ex convento de La Merced. Los ojos de
Nahui, que fotografió Edward Weston, que pintó Rivera. Que pintó ella
misma.
Lydia
Camacho, directora general del INBA: “Es una muestra interactiva donde
los espectadores podrán conocer detalles de cada artista y sus obras,
además podrán recorrer una maqueta que sitúa los lugares donde se
reunían los estridentistas, muralistas, surrealistas y los integrantes
del grupo de los Contemporáneos en el Centro de la Ciudad”, la geografía
poética de toda una época de efervescencia en la Ciudad de México. Y
salir con el mapa a buscar las calles, los cafés, las habitaciones donde
vivieron, soñaron, transformaron, esos pintores, escritores,
fotógrafos, poetas, dibujantes, caricaturistas.
Quizá es el
momento para leer o releer a los Contemporáneos, dos tabasqueños entre
ellos (ustedes disculpen, mis admiraciones originarias): Carlos Pellicer
y José Gorostiza. El primero que habla de esa tierra suya, que es más
agua que tierra, el segundo que habla del ser humano “sitiado en su
epidermis”, en la cotidiana lucha por ser libre. Salvador Novo, Gilberto
Owen, Xavier Villaurrutia… Podríamos leer “Elevación y caída del
estridentismo”, de Evodio Escalante. Para entender mejor, para entender
un poco más. El arte nos jala, nos sorprende, nos enseña, nos salva.
Las distintas artes se entremezclan. En psicoanálisis, “la escucha
flotante”, es aquella que permite al analista mantenerse en un estado de
sensibilidad y apertura que lo lleve a “escuchar”, en las palabras que
le son dichas, lo que el analizante intenta decir, sabiéndolo o no.
Vamos a Bellas Artes, vamos con nuestro cuaderno de notas, y con “la
mirada y la escucha flotantes”. ¿Qué es “la mexicanidad”? A cada quien
le toca construir su respuesta.
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