BRUSELAS (proceso.com.mx).- Desde su entrada en vigor en 2000, el llamado Acuerdo Global entre México y la Unión Europea (UE) ha estado parcialmente desaprovechado. Hay cuotas de alimentos que los exportadores mexicanos no llenan en los mercados europeos que se han abierto y áreas de cooperación negociadas que tampoco se han explorado. Las inversiones de empresarios nacionales en Europa aumentan poco a poco pero no se acercan a las europeas en México.
El comercio y la
economía mexicana siguen dependiendo en exceso de Estados Unidos. El
tratado con Europa –región que fue superada por China como segundo socio
comercial de México– no cambió esa fuerte dependencia porque
simplemente no sirvió para diversificar los intercambios comerciales del
país con esa próspera parte del mundo, como exponían los discursos
oficiales para ganar el apoyo de la opinión pública al tratado. Tampoco
generó los empleos y los impactos socioeconómicos prometidos, como
quedó establecido en la evaluación del tratado comercial que elaboró una
consultoría holandesa para la Comisión Europea y que fue integrada a
los documentos de apoyo al proceso de decisión, información que fue
publicada en su momento por Proceso.
Cuando se
les exponía esta circunstancia, diplomáticos mexicanos y funcionarios
europeos se sacudían cualquier crítica explicando que el “ambicioso”
tratado bilateral ofrecía oportunidades que serían aprovechadas cuando
llegara el momento. Ese parece ser el caso actualmente, al menos para el
lado mexicano.
El pasado 1 de febrero, el gobierno mexicano y la
Comisión Europea anunciaron que acelerarían las negociaciones para
“modernizar” el acuerdo, las cuales comenzaron a finales de mayo del año
pasado. Las próximas rondas de negociación tendrán lugar del 3 al 7 de
abril en Bruselas y del 26 al 29 de junio en México. Entre esas dos
fechas, el secretario de Economía Ildefonso Guajardo y su contraparte
europea, Cecilia Malmström, se encontrarán también en México para
“realizar un balance y empujar más las negociaciones”.
Un
funcionario de la UE dijo a este columnista que México quiere concluir
la parte política y de cooperación este año, y la comercial en 2018
antes de que finalice la administración de Enrique Peña Nieto.
El
secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, confesó a los
negociadores europeos que México quiere terminar las negociaciones “lo
antes posible”. Esa urgencia del gobierno mexicano es comprensible, y
más tras la victoria de Donald Trump en la elección presidencial
estadunidense y la potencial anulación del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), una situación que pasaría una costosa factura
a la economía mexicana.
El pasado 26 de enero, el jefe de la
División para México del Servicio Europeo de Acción Exterior (la
diplomacia conjunta de la UE), Aldo Dell’Ariccia, narró en una reunión
en el Parlamento Europeo que el gobierno de Peña Nieto no había
respondido en los tiempos esperados a las propuestas que en diversos
campos de negociación le había enviado la UE. “La parte mexicana no
respondió muy dinámica”, dijo.
Fue hasta el 14 de diciembre,
posterior a la elección de Trump, que en una gira de trabajo a Bruselas
el subsecretario de Relaciones Exteriores Carlos De Icaza puso sobre la
mesa los comentarios del gobierno mexicano a los textos europeos. En
esas propuestas, los europeos buscan que sus compañías tengan acceso
total al mercado mexicano de las compras públicas, que se facilite el
comercio de energéticos y materias primas, que se proteja ampliamente
sus productos originarios, o que sus pequeñas y medianas empresas puedan
tener acceso a más oportunidades de negocios.
Pero los europeos
demandan otras concesiones mexicanas que generan más polémica, como la
protección máxima de la propiedad intelectual y de sus inversiones,
incluyendo la aceptación de tribunales de arbitraje en la materia cuyos
fallos estarían por encima del derecho del Estado mexicano a imponer
leyes, incluso de interés público, si estas afectaran los beneficios de
los corporativos.
La narrativa del gobierno mexicano en torno al
atractivo de un acuerdo con México para los europeos siempre fue que el
país es un trampolín al mercado estadunidense. Pero Estados Unidos y la
UE negocian desde julio de 2013 el que sería el mayor acuerdo de libre
mercado del mundo, la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la
Inversión (TTIP por sus siglas en inglés), que concentraría 60% del
producto interno bruto global y 75% del comercio de todo el planeta.
Trump ya retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de
Cooperación Económica y quiere renegociar o desconocer el TLCAN, pero
hasta ahora no ha mostrado la misma hostilidad hacia el TTIP. México
está en serios aprietos y Europa puede sacar provecho.
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