ZONA DE REFLEXIÓN
Por: Lucía Lagunes Huerta**
Rafael* tenía 4 años cuando fue testigo del asesinato de su madre a
manos de su padre y su tío. Ahora tiene 17 años, quiere ser abogado
para defender a las víctimas de feminicidio y no permitir que 13 años de
impunidad pesen en más familias, como en la suya.
No hay año en que no recuerden el 12 de febrero, no sólo como la fecha
del feminicidio de Nadia Alejandra Muciño Márquez, sino del inicio de la
búsqueda de justicia por parte de María Antonia Márquez Hernández, su
abuela y madre de Nadia y de Viridiana Muciño Márquez, su tía.
Pero este año es distinto, tiene una esperanza, la puerta abierta para
que el caso de Nadia ingrese a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) y se convierta en el primero que ingrese a ese organismo
en el contexto de feminicidio del Estado de México, el segundo a nivel
nacional, después de Campo Algodonero, en Chihuahua.
Conocí a Rafael el viernes pasado, en medio de una rueda de prensa en la
conmemoración de los 13 años de búsqueda de justicia al feminicidio de
Nadia, una joven de 24 años que tenía el sueño de ser maestra de
preescolar, pero fue asesinada un 12 de febrero de 2004 por su esposo
Bernardo López Gutiérrez y su cuñado Isidro.
Trece años que se traducen en los gobiernos de Arturo Montiel Rojas,
Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila Villegas, tres gobernadores que
pudieron haber hecho la diferencia y cambiar la historia de impunidad
por la de justicia, la de feminicidio por prevención. No lo hicieron.
María Antonia Muciño no ha dejado de tocar puertas desde que encontró a
su hija Nadia sin vida, después de escuchar de sus nietos el relato del
feminicidio, calificado por las autoridades en primera instancia de
suicidio.
El primer trecho ganado por María Antonia y Viridiana fue reconfigurar el delito a homicidio doloso.
Nada detiene a María Antonia Muciño: saca energías de la esperanza de
encontrar justicia para Nadia y para que nunca más otra mujer sea
asesinada en el Estado de México o en cualquier parte de nuestro país.
Por eso sonríe este viernes, por la esperanza del resultado en la
Comisión Interamericana.
Rafael es un joven delgado y alto, me recuerda a mi hijo mayor quien
tiene su misma edad. Como buen adolescente frente a una adulta extraña,
Rafael dice las palabras contadas, pero aun así averiguo que va a la
preparatoria pública y que su deseo es estudiar leyes.
¿Y por qué quieres ser abogado? le pregunto, es la primera vez que me
mira a los ojos y responde firme “porque no quiero que otras familias
pasen lo que la mía” y se despide.
Que no vuelva a ocurrir, repiten las víctimas del feminicidio, las
madres, las hermanas, las hijas e hijos, esta es la constante exigencia,
y sigue repitiéndose porque la impunidad impera y con ella no sólo la
violación de derechos humanos sino se fomenta la repetición.
Tres gobernadores han visto pasar la familia Muciño y ninguno ha tomado
en serio la vida y la libertad de las mujeres que viven y transitan por
el Estado de México y mientras esto no ocurra la vida de las mujeres
seguirá en riesgo.
*Nombre ficticio
**Periodista y feminista, Directora General de CIMAC
Twitter: @lagunes28
Antonia Márquez, madre de Nadia Alejandra Muciño Márquez. CIMACFoto: César Martínez López
Por: Lucía Lagunes Huerta**
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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