Sin haber realizado la
más mínima consulta a la comunidad universitaria, el rector de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el doctor Enrique Graue,
comprometió la semana pasada a la máxima casa de estudios como
convocante formal a las fallidas marchas de Vibra México que
tuvieron lugar ayer. Hizo lo mismo el doctor Pedro Salazar, director del
Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, al sumar a la
iniciativa la entidad académica donde labora un servidor. Otras
autoridades universitarias a lo largo y ancho del país hicieron lo
mismo.
Con todo respeto para las distinguidas autoridades universitarias,
tenemos la obligación como pensadores libres a reflexionar críticamente
sobre esta decisión. Nadie pone en duda el derecho de Graue, de Salazar o
de cualquier otro integrante de la comunidad universitaria para asistir
e incluso convocar a cualquier marcha o manifestación pública a título
personal. Pero cuando lo hacen desde su investidura como autoridades
universitarias nos comprometen a todos.
El problema central con la iniciativa de Vibra México es que
tiene un evidente sesgo político. La UNAM y el IIJ aparecieron como
convocantes junto con agrupaciones como Mexicanos Primero, liderado por
Claudio X González, quien fue el autor de la retrógrada reforma
educativa de Enrique Peña Nieto, y la Confederación Patronal de la
República Mexicana (Coparmex). Y para que no quedara ninguna duda, el
día después de anunciar su participación en la marcha dominical, el
rector Graue protagonizó una vistosa conferencia de prensa junto con
Aurelio Nuño y también, de manera inexplicable e indignante, la madre
del desprestigiado secretario de Educación Pública.
Si bien la convocatoria para Vibra México era estrictamente
ciudadanay se enfocaba principalmente en el rechazo a las agresiones de Trump contra México, su objetivo político era claro: respaldar al mal gobierno de Peña Nieto y deslindar a Luis Videgaray de cualquier responsabilidad por su complicidad directa con Trump.
En sus escritos, convocantes como Leo Zuckermann y Enrique Krauze
fueron absolutamente transparentes con respecto a la verdadera agenda de
la iniciativa. El
encapsulamientode un grupo de marchistas anti-Peña y anti-Televisa por policías capitalinos al inicio de la marcha también dejó clara la esterilización del mensaje que se buscó enviar a la sociedad.
Tal como hemos argumentado en estas mismas páginas, repudiar a Trump y
llamar a la unidad nacional sin simultáneamente señalar la
responsabilidad de Peña Nieto, aliado y cómplice del nuevo presidente
estadunidense, implica empoderar a nuestros verdugos (véase: http://ow.ly/SLTk308VMOX).
Al caer en este evidente juego de la derecha, Graue ha puesto en riesgo
tanto la autonomía política como la unidad interna de la máxima casa de
estudios.
¿Por qué salir a la calle para respaldar a Peña Nieto, pero no
para apoyar a los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores
de la Educación (CNTE), las docenas de presos políticos del país, las
víctimas de la violencia de Estado en Ayotzinapa, Nochixtlán e
Ixmiquilpan, o a las movilizaciones contra el gasolinazo? ¿No
merecen el mismo apoyo moral e institucional los luchadores sociales y
la ciudadanía indignada que el fracasado gobierno de Peña Nieto? Con su
acción sesgada, las autoridades han dejado descobijada a una gran
porción, probablemente mayoritaria, de la comunidad universitaria que no
comulga con ideologías neoliberales de derecha.
A pesar de todo, habría que celebrar que el rector haya decidido
descender de la torre de rectoría para tomar vialidades. Momentos tan
álgidos como el actual exigen que los universitarios salgamos de la
torre de marfil de la academia para participar directamente en la
transformación y el rescate de la nación. Como decía Martin Luther King
Jr: “El día en que nos quedamos callados sobre las cosas que importan es
el inicio del ocaso de nuestras vidas… Llega la hora en que el silencio
equivale a traición”.
Sin embargo, el necesario activismo de la comunidad universitaria
debe ser simultáneamente plural y consensuado. Desde el año pasado, los
participantes en el Primer Foro Deliberativo, organizado por la
agrupación Democracia UNAM, invitamos a las autoridades universitarias a
defender la independencia de la universidad frente al poder político y los poderes fácticos, eliminar las formas
burocráticas, elitistas y oligárquicas de la administración universitaria, así como convertir la UNAM en
la conciencia crítica del país(véase: http://democraciaunam.wixsite.com/inicio ). Estas demandas siguen hoy más importantes y urgentes que nunca.
Exijamos a nuestro rector y a nuestras autoridades el mismo enérgico
respaldo a grupos sociales que sufren la violencia del Estado mexicano
que el que están dando a las instituciones mexicanas en su batalla
fingida con el gobierno de Washington. Y convoquemos a un gran debate
universitario sobre el pasado, el presente y el futuro de la nación con
la presencia de todos los puntos de vista, no solamente de las voces
autorizadaspor el régimen.
Twitter: @JohnMAckerman
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