By Gonzalo Monterrosa
Cada día entregamos más información privada a las redes sociales; ellas obtienen ingresos económicos, nosotros… Sólo problemas.
Con
el gobierno estadunidense de Donald Trump se presentan cambios en todas
las áreas, la mayoría parecen apresurados y poco analizados. Uno de
ellos tiene que ver con el ingreso a Estados Unidos: para ello ya se
está solicitando que se muestren las redes sociales. En algunos casos, a
los extranjeros se les ha pedido su teléfono y han revisado su
contenido. Es importante mencionar que desde diciembre ha sucedido esto y
que la solicitud de indicar las redes sociales de forma opcional en los
formularios de migración viene como una herencia de Barack Obama.
Aunque
parece ridículo que un posible terrorista manifieste en sus redes
sociales su apoyo a ISIS o sus planes para realizar una matazón, los
hay, como el caso del atacante de San Bernardino. Pero
independientemente de su nivel de eficacia o de si esa acción de hurgar
en nuestras redes sociales o dispositivos sea compatible con las ideas
del país de la “libertad”, sabemos que los verdaderos culpables hemos
sido nosotros: a la menor provocación lanzamos fotografías e información
privada; algunas veces información de más, en pocos casos
descuidadamente, en muchos a cambio de algunos likes. La
libertad ahora sólo representa un motivo para invadir otros países y no
existe en la realidad; y la privacidad parece que correrá la misma
suerte. Pero nosotros seguiremos actualizando Facebook, indicando
nuestros pensamientos, nuestros enojos, confirmando nuestros lazos de
amistad y de sangre con otros usuarios y hasta indicaremos con lujo de
fecha y hora el momento en que estamos tristes, aunque aparentemente a
nadie le importe.
Toda esa información genera un perfil propio,
muy valioso. Whatsapp ahora comparte tu información con Facebook, a
pesar de que ambos digan que protegen tu privacidad: tienen tu teléfono,
historial de ubicaciones y sabrán sus programadores qué tanto más, pero
es cada vez más invasivo. Seguro lo has notado: adviertes que la
publicidad en Facebook o Google es cada vez más específica, tanto que te
sientes observado. Y aunque son algoritmos que calculan las
posibilidades y quizá te muestren repetidamente anuncios que no te
interesan, en algunos casos es tan eficiente que da miedo. Justo lo que
los anunciantes quieren escuchar.
Personas que quizá conozcas…
Habrás notado que en dicha sección de sugeridos en tu línea de tiempo de
Facebook aparecen cada día más personas con una eficiencia
escalofriante: los papás de la novia de tu hermano, la familia de tu
maestra, tu exnovio, su esposa y sus exnovios, una situación ideal para
cualquier acosador. La red social muestra tantos detalles para un
desconocido, imagínate para un criminal. Si la base de las redes
sociales es la Teoría de los Seis Grados, cuando lo ves en acción
parecen 3 grados. En una sentada y mientras comes palomitas te puedes
enterar de los últimos 2 años de la vida de quien te interese. Una vez
más somos nosotros mismos quienes hemos informado religiosa y
puntualmente a miles de millones de desconocidos sobre nuestra vida
personal y gratis.
Por ejemplo, le hacemos el trabajo fácil a
ladrones y secuestradores presumiendo nuestras pocas cosas de valor;
indicando a donde vamos de viaje, que nuestra casa está sola desde que
salimos a las 6 de la mañana y regresamos hasta las 10 de la noche; y,
claro, cientos de veces hemos publicado el mapa de nuestra casa. ¿Por
qué la mostramos? Simplemente porque tenemos imágenes y mapas
satelitales a nuestra disposición y no podemos aguantarnos las ganas.
Independientemente
de las teorías de conspiración, estamos en una sociedad híperconectada y
es claro que todo apunta a concentrar toda nuestra información y datos,
así como reunir todas nuestras aplicaciones favoritas en una misma. Por
ello Facebook compra, clona y unifica los productos; te quiere todo el
tiempo cerca y nutriéndose de ti.
Sabemos como nos lo muestra la
historia en casi todos los aspectos, hasta en las artes: las tendencias
van escalonadas de ideas contrarias. Apareció el neoclasicismo y después
su contrario, el romanticismo. Luego de llegar al poder, Barack Obama,
el primer presidente negro de Estados Unidos; después llega su
contrario, Donald Trump, un blanco racista y conservador. Lo mismo
sucederá con la sociedad híperconectada: se están formando poco a poco
algunas corrientes entre grupos de todas las edades que buscan eliminar
totalmente su huella digital en internet; otros buscan simplemente
disminuir o evitar en cierta medida la dependencia a un dispositivo que
los “desconecte” de la realidad presencial. Así es, la vida sin estar
revisando el teléfono cada 5 minutos podría volver a ponerse de moda.
Mientras
volvemos a la cordura y nos aburre nuestro juguete nuevo, pasarán
muchas cosas, algunas claro que serán buenas, pero otras muchas serán
malas.
Gonzalo Monterrosa
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