Por
Rodrigo Vera
De la Fuente. Diagnóstico. Foto: Benjamín Flores |
Para el doctor Juan Ramón de la Fuente, “en
lo más profundo” de la sociedad mexicana” subyace “una gran dolencia”
que es producto de males como la violencia, el narcotráfico, la pobreza y
las retóricas políticas estériles, y la cual se manifiesta en
depresión, adicciones y desesperanza ciudadana… En entrevista con
Proceso en torno a su libro más reciente, La sociedad dolida, editado
por Grijalbo, el exrector de la UNAM y exsecretario de Salud expone un
estremecedor diagnóstico nacional desde una perspectiva médica y con un
claro enfoque sicosocial. “Esas dolencias –afirma– se deben en gran
parte a que no se nos dice la verdad sobre sucesos que nos agravian a
todos”, como en lo relativo al caso Ayotzinapa.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El exrector de la UNAM Juan Ramón de la
Fuente hace el siguiente diagnóstico de la situación del país desde una
perspectiva médica:
“La sociedad mexicana está dolida, tiene muchas dolencias. Algunos
políticos hacen comentarios muy superficiales señalando que hay un
malestar social. No, no es simplemente un malestar: hay una gran
dolencia que subyace en lo más profundo.”
Indica que la exposición de estos males es precisamente “el hilo
conductor” de su reciente libro, La sociedad dolida, editado por
Grijalbo y compuesto por una serie de ensayos que abordan el problema de
la violencia, el narcotráfico, el daño climático, los desaparecidos, la
obesidad, las crisis sanitarias y el rezago educativo, entre otras
“dolencias” que aquejan al país.
En sus oficinas del Seminario de Estudios sobre la Globalidad, institución de la UNAM dirigida por él, De la Fuente aclara:
“Finalmente yo soy médico siquiatra, y desde mi perspectiva analizo
el contexto actual y sus implicaciones sicosociales. Por ejemplo, no
podemos olvidar los casos de Ayotzinapa, Tlatlaya o Nochixtlán, porque
nos han dejado una profunda huella emocional que va más allá de lo que
registran los medios.
“Los miles de muertos y desaparecidos provocaron una crisis emocional
no sólo entre los deudos, sino también en todos nosotros. Y voy más
allá de las meras estadísticas en este tema de la violencia. En mi libro
a veces también me enfoco en algunos males producto de la pobreza y la
falta de educación, como es la obesidad, la diabetes o la crisis
sanitaria del Zika.”
–En La sociedad dolida usted habla sobre las dos guerras perdidas
contra el narcotráfico, la que se libra en México y la que se libra en
Estados Unidos. ¿Realmente no les ve ninguna posibilidad de triunfo?
–Mire, en México estamos perdiendo la guerra contra la oferta de la
droga, y en Estados Unidos contra su consumo. Hasta ahora estas dos
guerras se han perdido en uno y otro flanco, en los dos lados de la
frontera. No se necesita ser un genio militar para darse cuenta que debe
cambiarse de estrategia.
–¿Y para usted la nueva estrategia debe ser legislativa?
–Sí, legislativa, pues hemos visto que el prohibicionismo no resuelve
nada. Por decreto, a las personas no se les puede prohibir que busquen
experiencias placenteras. En todos los periodos de la historia siempre
se han usado sustancias que alteran la conciencia y generan placer.
“No quiero entrar en juicios morales de decir si esto es bueno o
malo, pues eso no resuelve nada. Como médico, sí puedo decir que tal o
cual droga es dañina, pero eso no implica que deje de consumirse. Por
eso lo mejor es quitar el prohibicionismo y tener una buena legislación
en la materia.
“Además, también es muy discutible la legalidad o la ilegalidad en
que se encajona a determinadas sustancias. Es más probable que alguien
que beba alcohol se vuelva alcohólico a que alguien que fume mariguana
se vuelva adicto. Y pese a esto, el alcohol es legal y la mariguana
ilegal. No hay ninguna razón médica, científica, para esta medida
legislativa. Eso sí, hay fuertes intereses económicos para impulsar la
industria del alcohol, al igual que la del tabaco.”
–En otro de los ensayos de su libro usted aborda uno de los temas que
siempre ha defendido: la legalización de la mariguana. ¿Su prohibición
poco a poco se irá quitando?
–Sí, hoy las leyes ya se están abriendo sobre todo a su uso
medicinal, luego se abrirán a otros aspectos. El debate lo vamos ganando
quienes apoyamos su legalización. Es un proceso irreversible. Sólo es
cuestión de tiempo.
“Sin embargo, en este tema nos quedamos rezagados con respecto a
Estados Unidos, donde en algunos estados la mariguana ya es legal y su
producción está generando importantes ingresos y fuentes de empleo. En
otros partes del mundo ocurre algo semejante”.
En La sociedad dolida, de 183 páginas, quien fuera asimismo
secretario de Salud en el gobierno de Ernesto Zedillo hace la siguiente
argumentación sobre el punto:
“Terminar con la prohibición es terminar con la criminalización, lo
cual significa regular el mercado ilícito en lugar de solamente
prohibirlo. Prohibirlo lo hace ilegal pero no baja el consumo; no
protege al adicto y no afecta las inmensas ganancias del crimen
organizado. No hay evidencia para pensar que la penalización tiene un
efecto disuasivo. Por el contrario, afecta a las poblaciones que ya son
vulnerables porque disminuye las posibilidades de recuperación de los
consumidores problemáticos, es decir, de aquellos que ya son adictos o
están en vías de volverse adictos.
“Una nueva política no prohibicionista contra las drogas no significa
estar a favor de las drogas. Esa es la retórica favorita de las
burocracias internacionales y nacionales, que gustan de erguirse como
las ‘buenas conciencias’ de la sociedad y que, con inusitada frecuencia,
proclaman la ‘tolerancia cero’ como ruta para alcanzar ‘una sociedad
libre de drogas’, como si ésta alguna vez hubiera existido.
“El hecho, incontrovertible, por lamentable que parezca, es que cada
día se consumen más drogas, cada vez cuestan menos; el mercado de las
drogas ilegales sigue creciendo y, junto con él, crecen la inseguridad,
la violencia, la corrupción, la violación de los derechos humanos y el
poder de las organizaciones criminales.”
Violencia y depresión
Basado en estudios sobre salud mental, el libro también señala que la
violencia ha provocado “el aumento de trastornos tales como la
depresión, el estrés postraumático, el alcoholismo, la violencia sexual,
así como la desintegración del tejido social, la desaparición de
espacios de convivencia en la comunidad y la ansiedad permanente frente a
la amenaza continua”.
Aborda igualmente el agravamiento de algunos problemas de salud
pública ligados a la pobreza, a la marginación o a la falta de
educación, como son el virus de Zika o la diabetes.
Al respecto, comenta De la Fuente en la entrevista:
“Antes el problema era la desnutrición. Hoy es la obesidad que está
provocando un alarmante incremento de la diabetes. El péndulo se nos fue
de un lado para otro. Tampoco podía omitir en mi libro el problema de
las infecciones de virus que nos están golpeando muchísimo y son
producto de la pobreza.”
–En su libro menciona muy especialmente el problema educativo. ¿Es otra de las dolencias de México?
–Sí, por supuesto. El sistema educativo mexicano sigue siendo de los
más rezagados del mundo; así lo señalan los estudios realizados por la
OCDE, la Unesco y más recientemente por el Foro Económico Mundial. Vamos
fatal en todas las evaluaciones que nos hacen. No hemos podido salir de
ese rezago a pesar de la retórica de los políticos y de las discusiones
sobre el tema, la mayoría de las veces superfluas.
–¿Es un rezago en todos los niveles educativos?
–Realmente sí, en todos, pero principalmente en nivel primaria y
secundaria. La que sale mejor librada es la educación superior, donde
por lo menos hemos logrado mantener un escenario de contraste: hay
instituciones que están bien y otras que están mal.
A De la Fuente también le preocupa la pérdida de contacto humano
ocasionada por las nuevas tecnologías de la comunicación, fenómeno que
denomina en su libro “la soledad globalizada”. Comenta:
“Este tipo de soledad, que está afectando a México y a muchos otros
países, será uno de los grandes temas en los próximos años. El
desarrollo de la tecnología interactiva, que tiene cosas formidables, te
sumerge sin embargo en un mundo virtual que propicia el aislamiento de
las personas.
“Tu puedes tener cientos de amigos en Facebook, pero si no tienes un
amigo real, de carne y hueso, con quien sentarte en las tardes para
compartir las penas y las alegrías, pues entonces no tienes amigos. Ese
mundo virtual te hacer creer cosas que no son, nos hace caer en una
dinámica muy fantasiosa.
“Todo esto trae como resultado que, a pesar de estar interconectados
en la red, paradójicamente cada vez estamos más solos. Y la soledad
puede hacernos caer en la depresión, las adicciones o el suicidio. Esa
es la gran paradoja existencial que hoy tenemos que enfrentar.”
–En su libro, tras abordar este tema de la soledad, pasa luego al de
esa falsa felicidad que se nos ofrece en la sociedad de consumo.
–Sí, otro espejismo en el que hemos caído es ligar a la felicidad con
la capacidad de consumo o con la obtención de poder. Se nos machaca que
quienes alcanzan esos dos objetivos son felices; en cambio, quienes no
los obtienen están condenados a la infelicidad.
“Esos dos falsos valores que nos venden están generando mayores
angustias y depresiones, en una sociedad mexicana ya de por sí marcada
por la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades. Yo creo que la
felicidad es alcanzable una vez que se tienen satisfechas las
necesidades básicas.
“Un estudio de la Universidad de Harvard, que lleva más de setenta
años de estarse realizando, señala que lo que determina la felicidad no
es el nivel económico, ni el éxito, ni el poder, sino el tener personas
con quien compartir nuestra vida emocional. Los vínculos afectivos son
los que importan.”
En medio de este desolador panorama, De la Fuente incluye al
controvertido presidente estadunidense Donald Trump, a quien define como
“un narcisista en toda su dimensión”, con un “trastorno de
personalidad”, acostumbrado a descargar su ira contra los mexicanos y
cuya visión divide al mundo en “ganadores” y “perdedores”.
En La sociedad dolida, su autor traza estas pinceladas sicológicas sobre ese político:
“Trump ha suscitado en torno a su persona respuestas tumultuosas de
gran intensidad emocional: es odiado y amado a la vez, admirado y
aborrecido al mismo tiempo. Polariza y confronta según su propia visión
del mundo, al cual divide con arbitraria simplonería en ‘ganadores’ y
‘perdedores’. Él, por supuesto, se asume (en tanto que millonario
exitoso) como emblema de los primeros y no tiene por qué ocuparse de sus
detractores, ya que todos ellos son, sin excepción, ‘perdedores’. La
pregunta es: ¿cómo puede haber llegado tan lejos alguien tan primario,
tan burdo?
“…Por supuesto, la moderación no es lo suyo. Tampoco lo son la
tolerancia ni la aceptación de la crítica. Trump es incapaz de
desarrollar una relación empática con alguien porque no le importan los
otros, ni lo otro. Lo único que le interesa, dice, es ‘volver a hacer de
los Estados Unidos un gran país’. Esa fue su principal promesa de
campaña, el eje discursivo al que sometió lo mismo a ‘los mexicanos
violadores que nos llenan de droga’ que a ‘los chinos embusteros que nos
inundan de productos baratos y que no pagan aranceles’.”
–¿Por qué decidió incluir en su libro este análisis sicológico de Trump? –se le pregunta al exrector de la UNAM.
–Porque Trump está haciendo resurgir la sicopolítica, una vertiente
que tuvo auge cuando llegaron al poder grandes dictadores o personajes
muy autoritarios. Varios sicólogos sociales, entre ellos Freud, se
dedicaron a analizar sus fuertes personalidades. Esto ya había pasado de
moda. Pero ahora Trump vuelve a llamarnos muchísimo la atención. ¿Cómo
es la vida emocional de este trastornado personaje que tiene tanto poder
en el mundo?… Sí, Trump es todo un tema de análisis para la sicología.
–En los ensayos de su libro se percibe una obstinación por
desentrañar la verdad, en un México donde la clase política siempre
trata de escamotearla. ¿Qué tan importante es saber la verdad?
–Mire, las dolencias de nuestra sociedad se deben en gran parte a que
no se nos dice la verdad sobre sucesos que nos agravian a todos. No
puede haber coexistencia armoniosa sobre una base de mentiras y
encubrimientos. Los padres de los desaparecidos de Ayotzinapa no saben
con claridad qué pasó con sus hijos; igual sucede con los familiares de
los otros miles de desaparecidos. No han encontrado la verdad. Toda la
sociedad resulta agraviada por eso.
“A 50 años de distancia, la masacre del 68 en Tlatelolco sigue
vigente en buena medida porque todavía no sabemos la verdad completa de
lo que pasó. Y esto se debe a la gran cantidad de mentiras que dejaron
viva la herida y sembraron la desconfianza. Es necesario saber la verdad
para poder asimilar cualquier crisis. La verdad nos libera.”
–Y, finalmente, ¿qué espera de las reflexiones plasmadas en su libro?
–Son reflexiones de temas que nos afectan a todos. Las escribí por
las noches, son producto de mis lecturas, de mis conferencias, del
diálogo con mis estudiantes y mis colaboradores. Siempre he vivido en
medio del debate y de la crítica. De modo que estas reflexiones ahí
están para debatirse, para criticarse.
Esta entrevista se publicó el 18 de febrero de 2018 en la edición 2155 de la revista Proceso.
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