Pedro Echeverría V.
1. Fui profesor durante 42 años y jamás luché por mis derechos o intereses personales porque siempre estuve ocupado solidarizándome con las luchas de otros trabajadores, del sector que fuera: campesino, indígena, obrero, homosexuales o ciudadano. Los más importantes han sido los profesores, pero de ninguna manera por pertenecer a ellos, sino por su importancia de estar en contacto directo con estudiantes y padres de familia, es decir, con el pueblo que puede mantener un sobresaliente papel en las luchas revolucionarias de México. Más aún, he puesto mucha atención a las batallas de los trabajadores del mundo contra sus gobiernos opresores.
2. Nunca me sentí ser de algún lugar o pertenecer a algún sector; tampoco luché alguna vez porque los trabajadores ganen cinco o 10 pesos más porque desde que me inicié comprendí que cualquier lucha por reformas económicas sólo prolongaban la vida del capitalismo y la misión de los revolucionarios era destruirlo. Así que nunca me sentí de un sector, de un partido, de una organización o de un club de amigos. Sólo me interesó apoyar a quienes luchaban con la esperanza de que su pensamiento se transformara en anticapitalista. No me burlé, pero sí me reí de aquellos que nunca entendieron que después de recibir un aumento de 10 pesos no se daban cuenta que al otro día los capitalistas le subían 20 pesos a las mercancías.
3. Más adelante fortaleció mi tesis las palabras de un íntimo amigo abogado Macosay, ya fallecido: “Sólo me comprometo a defender jurídicamente a núcleos de trabajadores que estén dispuestos a movilizarse en la calle, hacer plantones o huelgas por sus derechos, porque la defensa en los juzgados y oficinas, son puras chicanadas, trampas o lambisconerías” Y siempre estuvo jodido en ingresos. Por falta de movilizaciones y protestas las instituciones de salud como IMSS e ISSSTE son una mierda que nos recetan todos los gobiernos. En vez de comprar medicinas, contratar médicos y enfermeras, esas instituciones siempre dicen que no tienen dinero porque todo se lo roban sus funcionarios.
4. Aunque nunca le había hecho caso a mi persona en 77 años, hoy estoy hasta la madre porque mes tras mes, desde hace seis años, he acudido al ISSSTE para recibir medicamento de control tras una operación en cardiología. Como viejo privilegiado me dan una cita al mes; y de mis cinco medicamentos siempre me hacen falta uno o dos que debo comprar o pueden entregarme a los cinco u ocho días y al siguiente mes no me dan el medicamento sino sólo al cumplir los 30 días de haberlo recibido. Me siento un pinche limosnero. Las citas con especialistas o de laboratorio te las podrán dar para nueve meses y un ingreso para operación podrías ocupar una cama o un catre en unos de los tantos pasillos del hospital.
5. He escrito más de 20 artículos criticando las instituciones de salud; pero muy generales proporcionando datos de la situación. Sin embargo hoy que me acerco más y sufro en carne propia los problemas me doy cuenta que los problemas son graves para los derechohabientes, tal como los he intuido desde hace décadas. De lo que nunca he tenido duda es de la necesidad de realizar en México una gran revolución que extermine toda la podredumbre que gobierna y explota el trabajo de 120 millones de mexicanos que viven en la pobreza y miseria. Que sólo así se puede remediar la grave situación del país en el campo de la salud, la educación, la vivienda, los salarios y la desigualdad.
6. De cada 100 derechohabientes del IMSS e ISSSTE –que mes tras mes sufren descuentos de sus salarios; incluso los jubilados con el argumento de colaborar para otros jubilados, de cada 100, puede que haya un derechohabiente contento porque le realizaron allí una operación; sin embargo los otros 99 tenemos que estar buscando citas telefónicas, por internet, dando viajes a esas instituciones para después de largas líneas de más de 100 lograr al fin una cita médica. La población yucateca es 10 veces la más pacífica, pero un día le llegará el fuego a los aparejos y podrá violentarse sin que nadie pueda pararla. (Hoy fui a comprar medicamento en farmacia SIMIL. La atorvastatina 20 mg de 10 pastillas me costó 85 pesos; luego a unos pasos pregunté en cualquier farmacia y me daban la misma por 53 pesos) ¡Así nos roban¡ (1/I/18)
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