(Artículo de @dayan_jacobo)
Ya era imposible de explicar la conformación de alianzas de partidos y a esto se le suma las listas de plurinominales que no tienen ninguna lógica.
Después de un sexenio de escándalo donde el PRI renació desde su peor versión entramos a un proceso electoral vacío de contenidos.
Foto: Isaac Esquivel/ Cuartoscuro |
Los partidos políticos viven una crisis de confianza por parte de la ciudadanía. Cada vez son vistos como menos eficientes para resolver los problemas cotidianos y, producto de sus decisiones, es más difusa la línea que los separa. Al parecer lo único que queda es la esperanza de la eficacia. Esta crisis la vemos en todo el mundo.
En campañas o pre campañas se dice lo que cada sector social quiere
escuchar. No hay propuestas concretas ni visiones de país a mediano y
largo plazo. Ante la brutal ola de violencia no hay posicionamientos
claros en temas como política de drogas, modelo de seguridad, mecanismo internacional para abatir la corrupción y la impunidad,
fiscalía independiente, participación ciudadana en el nombramiento de
posiciones clave y órganos autónomos y un largo etcétera.
Por si fuera poco, ahora tenemos otro tema de que preocuparnos para decidir el voto: los plurinominales.
Los plurinominales fueron incorporados a la legislación mexicana para
garantizar una mejor representación en el congreso de minorías que de
otra forma quedarían fuera. De esta forma la conformación del Congreso
reflejaría de mejor manera la diversidad. Pero las listas de
plurinominales anunciadas no obedecen a esa lógica.
Los plurinominales no nacieron para entregar “fichas de cambio” a los partidos políticos para amarrar coaliciones.
¿Qué tipo de bancadas surgirán con miembros tan alejados
ideológicamente unos de otros? ¿Qué agenda común podrán tener
plurinominales muy ajenos a los partidos que los convocaron? ¿De qué
manera la sociedad podrá identificar a los partidos si sus propios
candidatos no concuerdan con las ideas de los partidos que los llevaron
al Congreso?
Tendremos Congreso fraccionado entre partidos y al interior de ellos.
Esto solo abonará al descrédito de los partidos y de la política. Habrá
bancadas más débiles y ejecutivos que se quejen de ello. Más voto
incongruente en el legislativo. Sin coherencia ideológica no tienen
sentido los partidos políticos. No se trata de franquicias que se
subastan al mejor postor, se trata del sistema de representación
ciudadana que ha sido corrompido.
Sin partidos sólidos y sin ideología clara solo queda la demagogia o
la creciente opción autoritaria. El pluralismo de una sociedad se ve
reducido a intereses de grupo que buscan el poder.
Tenemos una vida democrática vacía de contenidos, con una profunda
crisis moral y banal en casi todos los sentidos, pero sobre todo, sorda a
la profunda crisis humanitaria que vive el país.
Mientras tanto, los partidos continúan repartiéndose las fichas.
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