Nunca lo ha explicado Mario Vargas Llosa, polemista nato, político
frustrado, extraordinario novelista que ganó el Premio Nobel y que esta
semana se volvió Trending Topic al imitar al mercader J.J. Rendón diciendo que nuestro país está en peligro de caer en un modelo como Venezuela.
Como analista político Vargas Llosa es un hueso duro de roer. Lamenta
su juventud comunista, pero nunca es autocrítico de su estalinismo
neoliberal. Sólo hay buenos y malos en el esquema del escritor peruano.
Aquellos que sigan el Consenso Neoliberal de Washington -que lleva 40
años de aplicarse- son “liberales y demócratas” y los que estén en
contra son “populistas” y “demagógicos”. Como si el neoliberalismo no
fuera populista y demagógico también.
Hace décadas dejó el discurso de la autodeterminación de los pueblos y
terminó apoyando al expresidente español José María Aznar en su
aventura bélica con George W. Bush y Tony Blair en la invasión a Irak en
2003.
Vargas Llosa escribió en El País una serie de lamentables
crónicas propagandísticas sobre la nación árabe “liberada” por la
coalición militar anglosajona. Decía que Irak ya contaba con internet y
libertad de prensa. El desastre posterior a la invasión estadunidense lo
dejó callado.
Su maestría para escribir grandes novelas históricas o ficciones
latinoamericanas se vieron opacadas cuando en abril de 2016, el nombre
de Mario Vargas Llosa apareció como accionista de una sociedad off shore creada a través del despacho Mossack Fonseca, que dio origen al escándalo multinacional de los Panamá Papers.
La compañía Talome Services fue creada por el propio Vargas Llosa y
su exesposa Patricia, en 2010, y estaba radicada en el paraíso fiscal de
Islas Vírgenes Británicas, territorio ajeno a la fiscalización de
España y de la Unión Europea. Ahí surgió la primera verdad de la mentira
del novelista peruano sobre la grandeza del capitalismo liberal.
López Obrador es “el suicidio”
Esta semana, al ser consultado sobre las elecciones presidenciales
mexicanas, Vargas Llosa afirmó desde la Casa de las Américas, en España,
que “hay una posibilidad de que México retroceda de una democracia a
una democracia populista, una democracia demagógica. ¿Van a ser tan
insensatos los mexicanos, teniendo el ejemplo de Venezuela, de votar
algo semejante? Mi esperanza es que no. Y que haya lucidez suficiente”.
“En México muchas cosas andan mal, pero unas muchas bien. Hay que
esperar que el populismo no gane, sino que retroceda”, abundó el autor
de una reciente compilación de ensayos sobre los autores liberales,
titulado La Llamada de la Tribu.
Con su estilo crudo y paternalista, Vargas Llosa nos advirtió:
“algunos países prefieren suicidarse, espero que eso no ocurra en
México… Yo espero que no gane López Obrador, creo que sería un retroceso
para el país”.
El aspirante presidencial de Morena acusó el golpe, pero prefirió no
polemizar directamente. López Obrador afirmó que Vargas Llosa “es un
buen escritor, pero un mal político”, mientras que su esposa Beatriz
González Mueller fue más explícita. Consideró las palabras del novelista
como “una intrusión, viniendo de un extranjero; es una muestra de
ignorancia, viniendo de un dogmático”.
El candidato presidencial priista, José Antonio Meade celebró hasta
este 2 de marzo las diatribas de Vargas Llosa. En su cuenta de Twitter,
el penta-secretario afirmó:
“Al gran Mario Vargas Llosa no sólo hay que leerlo sino también
escucharlo. Sabias palabras del Premio Nobel. #YoMero”. El señor #YoMero
no aclaró a qué sabias palabras de Vargas Llosa se refería: ¿a su
definición del PRI como parte de la “dictadura perfecta” o a su
advertencia de que los mexicanos que voten por López Obrador son
suicidas?
La verdad de las mentiras
Uno de los grandes ensayos literarios de Vargas Llosa se tituló precisamente La Verdad de las Mentiras. En
ese libro, el Premio Nobel argumenta que gracias a las mentiras de la
ficción se puede conocer mejor la verdad de la naturaleza humana.
Esta ecuación en la literatura logra grandes obras, pero en la política convierte al declarante en un demagogo.
La primera verdad en la mentira reciente de Vargas Llosa es que,
efectivamente, existe un riesgo de retroceso en México, pero no por el
populismo, sino por la cleptocracia disfrazada de democracia que busca
prevalecer un sexenio más.
Ahí están los datos escandalosos del robo y del vínculo entre
gobernantes mexicanos con el crimen organizado, que siempre ignora el
autor de El Sueño del Celta.
La segunda verdad en la mentira de Vargas Llosa es que los mexicanos
no son tan insensatos, aunque existan muchos que prefieren continuar con
“la dictadura perfecta” que él mismo acuñó cuando habló del régimen
priista en los años 90.
La tercera verdad en la mentira de Vargas Llosa es que, es más fácil
endilgarle una caricatura de mesiánico, populista, izquierdista a López
Obrador y a sus seguidores, en lugar de hacer un verdadero análisis.
Si caricaturizas, ya no hay posibilidad de diálogo y menos de polémica.
Vargas Llosa ya no quiere acordarse que más peligroso que el modelo
venezolano es el modelo fujimorista que prevaleció en Perú: una mezcla
de autoritarismo, neoliberalismo y corrupción a gran escala que dejó a
su país devastado y con una guerra civil.
Vargas Llosa prefiere retroceder el reloj histórico hacia el 2006
para recetarnos, de nuevo, la idea del “peligro para México” como si
fuera una réplica de Venezuela. Ya sabemos lo que ha pasado en 12 años
con estos discursos de odio y polarización.
Ojalá Vargas Llosa, un hombre culto sin duda, volviera a releer a
Karl Popper y a otros liberales para darse cuenta que la principal
amenaza para la democracia en México es el discurso del miedo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario