Pedro Echeverría V.
1. El levantamiento del EZLN, del ejército indígena zapatista, nos
resucitó aquel 1 de enero de 1994: una guerrilla había tomado San
Cristóbal de la Casas, así como unos cuatro grandes poblados del estado
de Chiapas. En agosto, septiembre, de 1993 la izquierda en México
estuvimos “noqueados”, “jodidos”, por el muy habilidoso gobierno de
Carlos Salinas que –a pesar de la enorme miseria del pueblo- aparecía en
ceremonias televisadas cantando el himno nacional, pronunciando
discursos, festejando, porque “había arreglado la deuda económica” con
EEUU, porque México “se convertiría en país del primer mundo”, porque
firmaría el TLC y porque estaba en vías de lanzar a Colosio como su
candidato presidencial.
2. Ese levantamiento del EZLN fue maravilloso unido a los primeros 12
días en el campo chiapaneco, así como en la ciudad de México. Luego la
enorme habilidad negociadora de Salinas, Camacho y demás grandes
burgueses, así como otras miles de amenazas, fueron apagando la
situación que duró hasta diciembre con la huelga de hambre del obispo
Samuel Ruiz en el Ángel de la Independencia y que muchos imitamos en los
estados de la República. Aquella ejemplar batalla se fue debilitando
hasta que surgió la muy buena idea de la gran caravana Chiapas-CDMX que
levantó nuevamente aquella causa que junto con Los Caracoles darían buen
significado y mucho impulso. Luego vendría la campaña electoral de
Marcos y la de Marichuy.
3. Con perdón a mis amigos mi pregunta ha sido siempre: ¿Por qué los
zapatistas refuerzan la idea del camino electoral cuando el
levantamiento nació con otros objetivos o por lo menos había caminado
hacia el movimiento de masas contra la explotación, la miseria y la
opresión del gobierno y la burguesía? He visto y escuchado a muchos
pensadores de izquierda impulsando firmas para Marichuy. Desde el inicio
pregunté en otro artículo: ¿Si Marichuy sabe que no lucha por votos,
que no puede ganar, no quiere dinero de subsidio electoral, no lucha por
cargos, para qué pide firmas y hace campaña electoral? ¿Por qué no hace
política en serio conquistando y organizando fuerzas de apoyo al
zapatismo para fortalecer y lanzar de nuevo el movimiento indígena?
4. Quizá la consigna debió ser: “Organizarnos, unirnos con todos los
luchadores sociales, para reanudar la batalla contra el mal gobierno
capitalista de México que nos explota, oprime y engaña con elecciones
fraudulentas.” A pesar de lo mucho que se avanzó en el reconocimiento de
los pisoteados y olvidados indígenas, debe reconocerse que como sector
-sin la búsqueda de la unidad- su fuerza numérica y productiva es
pequeña en las sociedades capitalistas. Si nos planteamos lo electoral
está bien para los electoreros, pero si nos planteamos destruir el
capitalismo, “hacer posible lo imposible”, nuestro proyecto tiene que
ser mundial y nuestras acciones deben organizarse y encaminarse por ese
camino, que no es electoral.
5. Yo respeto a los electoreros y sus seguidores, pero no tengo
ninguna ilusión de avances importantes por ese camino. En Rusia, China,
Cuba, Nicaragua se hicieron revoluciones, no elecciones, para que la
izquierda se adueñara del gobierno e hiciera algunas reformas; en Chile,
Venezuela, Ecuador, Bolivia se realizaron elecciones para que la
izquierda o centro/izquierda comenzara a gestionar el poder. Sin
embargo, con la abierta intervención del imperio de los EEUU, esos ocho
países y más, nunca pudieron desaparecer el capitalismo a pesar de sus
buenas voluntades. ¿Cuántos años o décadas más tendremos que luchar
–mediante un continuo movimiento de masas- para derrotar al imperio?
6. Hay que pensar –no como “intelectuales” sino como activistas- con
gran profundidad en nuevos proyectos de organización, educación y
movilización de las masas. Me parece que es el único camino que puede
dar resultados en beneficio de los trabajadores. Sigo pensando en la
organización de miles en las escuelas para la formación de cuadros
políticos que ayuden a los movimientos de masas en las calles de las
ciudades, los campos, las fábricas; en activistas formados que ayuden a
superar a las escuelas burguesas instaladas por el Estado para someter a
los trabajadores. A veces pienso que no está mal el irlandés John
Holloway al escribir que es posible hacer la revolución sin tomar el
poder, pues éste radicará en el movimiento de masas. (28/II/18)
alterar26@gmail.com
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