Mientras tanto Morena, la fuerza emergente que hasta el momento ocupa
el primer lugar y, de acuerdo con las encuestas de preferencia
electoral, crecerá alrededor de 25 puntos porcentuales respecto a la
elección de 2015, tiene posibilidades de ganar entre tres y cinco
gubernaturas y la Presidencia de la República; pero está muy lejos de la
estructura formal de un partido político tradicional, pues depende
totalmente de la imagen y voluntad de su actual candidato presidencial,
Andrés Manuel López Obrador, y una buena parte de sus candidatos
provienen de fracturas muy recientes de las tres fuerzas políticas a las
que desplazará.
Tanto las encuestas de preferencia electoral (salvo excepciones poco
confiables) como los conflictos que generó el proceso de selección de
candidatos a los principales puestos de elección popular, dejan un saldo
muy negativo para las tres fuerzas políticas que hasta la elección de
2012 acaparaban 90% de los votos ciudadanos.
El PRI, que junto con sus aliados PVEM y Panal consiguió más de la
mitad de las curules en la elección intermedia de 2015 y, pese a la
debacle de 2016 (cuando perdió siete de las 12 gubernaturas), logró
remontar en las elecciones estatales de 2017 (cuando ganó dos de las
tres entidades), sin embargo, llega a las elecciones de 2018 siendo
gobierno en 14 entidades, cuando en 2012 tenía 20.
De acuerdo con las encuestas de preferencia electoral, está en riesgo
de perder las nueve gubernaturas en disputa y la única en la que estará
peleada será Yucatán, pues en Jalisco, la otra entidad en la que es
gobierno actualmente, todas las encuestas coinciden en que el ganador
será Enrique Alfaro, de Movimiento Ciudadano. Pero hasta el momento
también parece que Morena y el PAN lo desplazarán hasta el tercer lugar
en el Congreso de la Unión, tanto en el Senado como en la Cámara de
Diputados.
Aunque no aparecen muchos priistas en las listas de candidatos de las
otras fuerzas políticas, en más de la mitad de las entidades
federativas hay claras muestras de descontento con el proceso de
designación de los candidatos a los puestos de elección popular,
particularmente aquellos que tienen más probabilidades de ganar. La
inconformidad sí se ha manifestado en renuncias al tricolor, que
llamaron la atención de su grupo parlamentario en San Lázaro, cuyos
integrantes, en una reunión privada que sostuvieron el 13 de febrero –de
acuerdo con el diario Reforma–, solicitaron a su coordinador, Carlos
Iriarte, que le pidiera el presidente Enrique Peña Nieto el relevo de
Enrique Ochoa en la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional.
Por otra parte, también casi sin excepción, su candidato presidencial
aparece en el tercer lugar en las encuestas y lo peor es que su
tendencia es descendente, es decir, tras su designación como
precandidato único, en noviembre de 2017, había logrado elevar un poco
sus intenciones de voto, sin embargo, tras las llamadas precampañas la
tendencia se revirtió hacia la baja. De no suceder algo extraordinario
en las siguientes semanas, esa tendencia se recrudecerá conforme avancen
las campañas.
Pero la que era segunda fuerza política también se encuentra en
problemas. Aunque su candidato Ricardo Anaya muestra una tendencia
positiva en las encuestas de preferencias electorales, todavía aparece
en segundo lugar; enfrenta conflictos serios en el interior del partido y
destacados cuadros han abandonado sus filas para sumarse a la coalición
Juntos Haremos Historia.
Germán Martínez, quien fue presidente del CEN blanquiazul, aparece en
los primeros lugares de la lista nacional de senadores de Morena y
seguramente integrará la próxima legislatura; también aparece, aunque
para la Cámara de Diputados, Gabriela Cuevas. Pero con menos ruido a
nivel nacional, también hay importantes deserciones en varias entidades
del país, donde varios panistas hoy son candidatos de alguna de las
otras fuerzas políticas. Así la puerta que abrió Margarita Zavala, en
2017, permanece abierta y las inconformidades de su militancia están
debilitando al blanquiazul, por lo que la tendencia al alza de su
candidato presidencial podría revertirse, si falla su control de daños.
Hasta el momento el PAN se mantiene como segunda fuerza a nivel
nacional y casi con el mismo porcentaje de votación que en las últimas
elecciones. Igualmente tiene buenas posibilidades de mantener Guanajuato
y recuperar Yucatán; pero en Veracruz y Puebla la moneda está en el
aire.
El PRD es el partido que más cuadros ha perdido, lo cual es muy
lógico por el desdibujamiento que ha sufrido a partir de 2012. Los
buenos resultados en el Estado de México lo hicieron albergar esperanzas
de que podría mantener porcentajes de preferencia electoral de dos
dígitos, pero todo indica que se desplomará hasta 6 o 5%, se convertirá
en el cuarto grupo parlamentario del Congreso de la Unión y no ganará
ninguna de las gubernaturas en juego.
Mientras tanto, Morena fue la fuerza política que mejor logró sortear
la designación de candidatos a puestos de elección popular y hasta el
momento no afloran conflictos internos; por otra parte, aparece en la
pelea en seis de las nueve gubernaturas (Ciudad de México, Morelos,
Tabasco, Chiapas, Veracruz y Puebla), aunque será mero espectador en
Guanajuato, Jalisco y Yucatán.
Sin embargo, su líder máximo y candidato presidencial sigue haciendo
declaraciones (constitución moral) y designaciones muy controvertidas
(Napoleón Gómez Urrutia, en la lista plurinominal al Senado), cuyo
impacto en las preferencias electorales todavía es incierto. Pese a ello
parece que los más empeñados en ayudar a que López Obrador permanezca
al frente de las preferencias electorales son sus opositores: PAN, PRD y
PRI.
Este análisis se publicó el 25 de febrero de 2018 en la edición 2156 de la revista Proceso.
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