Aun contra su voluntad,
Enrique Peña Nieto estará presente en las boletas electorales del
próximo primero de julio. No con su nombre y apellido, pero sí con el
saldo de la administración que ha encabezado desde el primero de
diciembre de 2012 e incluso con el tipo de suerte que le podría esperar,
ya sin la banda presidencial en el pecho.
Cierto es que el blindaje constitucional lo pone a salvo de
turbulencias judiciales por lo que haya realizado desde el máximo cargo
público nacional (a menos que se le demostrara técnica y puntualmente
haber cometido traición a la patria), pero aun así el factor Peña (la
manera como cierre su administración, y los pactos o desacuerdos que
logre tejer respecto de su futuro como ex) está desde hoy a intensa
discusión, en el contexto de un magno enojo social contra la cúpula de
esta administración federal y contra el sistema político en general y
con los próximos comicios como vía de desahogo, incluso irracional o
manipulable.
Hasta hace pocas semanas, el candidato antisistema por definición era
Andrés Manuel López Obrador, terco predicador contra la corrupción y
extraña ave de los pantanos presupuestales que no cuenta con manchas en
el plumaje personal. Casi en campaña presidencial permanente, AMLO
acumuló una apabullante intención de voto ciudadano en cuanto su
unicidad antisistema le convertía en receptor en automático del
creciente hartazgo social.
El primer rasponazo en serio a la corona hasta entonces única lo dio
Javier Corral Jurado, en el curso de un extraño pleito entre los
gobiernos federal y de Chihuahua, un encontronazo que permitió al
panista realizar una
caravana por la dignidad, con 15 ciudades a visitar en plan apenas disimulado de proselitismo y una amplia difusión mediática negativa que obtuvo justamente el efecto previsible: disimular los graves tropiezos de Corral en el ámbito chihuahuense y convertirlo en una figura nacional
antisistema, en un
luchadorépico contra la corrupción, convocante incluso del inicio de
una segunda Revolución Mexicana.
La llama de esa presunta insurrección cívica desde el norte sólo
alcanzó para el pago de 900 millones de pesos que no habían sido
oportunamente entregados a la administración de Chihuahua y para una
especie de intercambio de rehenes políticos que ha dejado en virtual
hibernación el gran tema de la triangulación de fondos federales para
campañas electorales priístas, supuestamente con Luis Videgaray, Manlio
Fabio Beltrones y José Antonio Meade como participantes en diversos
grados.
Ahora, con una efervescencia de villanaje del priísmo gobernante a
nivel federal, como en su momento sucedió con Corral, quien ha ido
creciendo es Ricardo Anaya Cortés como fabricada figura
antisistema, abiertamente acosado (pero no sujeto a proceso penal) desde la cúpula del gobierno federal a causa de un expediente relacionado con el enriquecimiento de decenas de millones de pesos en una operación de compraventa de una nave industrial en Querétaro, maniobras todas que por sí mismas deberían ser suficientes para sujetar al candidato presidencial panista, en un pulcro ejercicio de la ley, a un proceso judicial pero que, sin embargo, se ha convertido en una colección de pifias y desdoros por parte de la Procuraduría General de la República, a cargo de un encargado del despacho, y, desde luego, por parte de Los Pinos.
Es tanta la animosidad que muestran los miembros del círculo compartido que rodea a Peña y a Meade contra el
traidorAnaya, que pareciera obligada la consignación del caso queretano ante las autoridades correspondientes. Sólo de esa manera podría Meade acomodarse en el segundo lugar de preferencias electorales, que hasta ahora le ha sido tan esquivo, e intentar la cacería del peje.
El uso del instrumental de gobierno y de procuración de justicia será
determinante en esta fase. Anaya insiste en hacerse de porciones de la
etiqueta
antisistema, prometiendo castigo a los corruptos e incluso enderezando la mira carcelaria contra el propio Peña Nieto,
si hubiera pruebasen su contra. López Obrador insiste en su política de la amnistía, extendida especialmente al propio Peña Nieto, y en específico dijo ayer que si el mexiquense cumple su anuncio de no meterse en las elecciones será una de las pocas cosas que se recuerden bien de este gobierno; tales guiños han llevado a los adversarios de AMLO a hablar de un pacto secreto de impunidad entre el morenista y el priísta. Y Meade ofrece una continuidad plana, impunidad por naturaleza, los mismos haciendo más o menos lo mismo. ¿Cuál será la suerte final de Peña y cuál el impacto electoral?
Ha dicho José Antonio Meade que no ha buscado a la profesora Elba Esther Gordillo, pretendiendo ayuda electoral.
Creo que queda abundantemente claro quién está haciendo equipo con Elba Esther, con su yerno y con su nieto, dijo ayer el pentasecretario tecnopriísta (el tecnopriísmo no necesita credencial de afiliación formal: nomás llega y se hace de las candidaturas o los altos cargos).
Sin embargo, las cosas no son tan lineales como menciona el titular
de la etiqueta #YoMero (convertida en #YoMiro, ya que Pepe Toño nomás
miró pasar las pillerías y estafas con cargo a secretarías en las que
despachó), pues el tropical #YaSabesQuién no ha correspondido, con las
candidaturas esperadas, a los súbitos amores morenos profesados por la
profesora Gordillo y su equipo reactivado.
No hacer candidato a senador al profesor Rafael Ochoa Guzmán, mano
derecha de Elba Esther en asuntos sindicales, fue la mayor demostración
del alto mando unipersonal de Morena de que la alianza oficiosa en curso
no era suficientemente apreciada. Ahora, la construcción de la
estructura gordillista para la defensa del voto está en espera de
redefiniciones, y no han faltado quienes se han preguntado en ese grupo
si serían mejor valorados sus servicios en otros ámbitos, como los del
citado #YoMero. ¡Hasta mañana!
De los seis candidatos
presidenciales ya nomás nos quedan cinco, pues Ricardo Anaya
aparentemente se autoeliminó al amenazar a Peña Nieto con meterlo a la
cárcel por actos de presunta corrupción. Si nos atenemos a las
realidades de la política mexicana, Peña Nieto preferirá pactar con El Bronco
Rodríguez Calderón, con Margarita Zavala, incluso, en el más remoto de
los casos, con López Obrador, para impedir que Anaya llegue a Los Pinos.
Recursos no le faltan: sigue teniendo el control de la estructura del
conteo de votos y la calificación de las elecciones –INE y Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación– y en situación extrema,
cuenta con la Ley de Seguridad Interior. (Recordemos que está vigente,
Peña Nieto no la vetó.) El agrio enfrentamiento de Anaya y Peña Nieto
llegó a la Cámara de Diputados. La diputada Rocío Nahle, de Morena,
había propuesto un punto de acuerdo que conduciría a imponer castigo a
los funcionarios responsables de un presunto fraude de Odebrecht en el
Proyecto Etileno XXI, y los legisladores de PAN, PRD y MC aprovecharon
el momento para desplegar una manta a lo largo del presídium con la
leyenda:
Hijos de la Estafa Maestra, con las fotos de Peña Nieto, el ex gobernador Javier Duarte, Rosario Robles y el candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade. Al final, se impuso la mayoría priísta y no prosperó la propuesta de Rocío Nahle.
#1 en cobertura mediática
¡Inédito! La mayor y mejor cobertura de los medios en
febrero la recibió Andrés Manuel López Obrador. En tanto, Ricardo Anaya y
José Antonio Meade se hacían pedazos por el segundo lugar, de acuerdo
con A.R.M.A., un servicio que cubre el pulso mediático de la campaña.
López Obrador obtuvo una cobertura superior a sus rivales y se mantuvo a
la cabeza de las encuestas. La cobertura negativa que obtuvo fue por
las controversias con algunos intelectuales, así como la incorporación
de Napoleón Gómez Urrutia. El candidato frentista, Ricardo Anaya, obtuvo
una cobertura mayormente negativa, 56 por ciento en total. En su caso
los medios se centraron en el escándalo de corrupción en el que se
encuentra envuelto. Por su parte, José Antonio Meade logró tan sólo 12
por ciento de cobertura en los medios, aunque ha sido el candidato que
más dinero ha gastado hasta la fecha, principalmente en publicidad en
redes sociales. El servicio A.R.M.A. es conducido por Juan Ricardo Pérez
Escamilla.
Tras la huella de los donativos
El #19S será recordado porque coincidió con la fecha del
temblor de 1985 y el desaseo con que se han manejado los recursos para
aliviar el daño que sufrieron sus víctimas. Un grupo de organizaciones,
entre las que se encuentran las fundaciones de Televisa, IEnova y
Gentera, además del Fideicomiso Fuerza México, presentaron un portal de
Internet que permite dar seguimiento a los recursos y trabajos de
reconstrucción en las escuelas que se vieron afectadas. Reúne
información sobre los recursos otorgados por la iniciativa privada y el
gobierno para la atención de las 17 mil 946 escuelas dañadas. El portal
reconstruccion.mejoratuescuela.org tendrá actualizaciones constantes
para reflejar la última información disponible, y la veracidad de esas
publicaciones será responsabilidad de cada autoridad u organización.
Antes del trascendental e histórico discurso del zar Vlady Putin sobre el Estado de la Unión ante el Parlamento ruso, Global Firepower Report había clasificado que
EU/Rusia/China eran las más poderosas fuerzas militares del planeta, lo cual no era nada creíble ya que a nivel de
fuerzas convencionales, Rusia supera de lejos a EU y en el rubro de armas nucleares Rusia posee incluso un mayor número de ojivas atómicas (https://goo.gl/xGe1Lf).
Después del asombroso anuncio del zar Vlady Putin –si es que no se trata de un bluff como alega el New York Times,
controlado por el comglomerado financiero de George Soros que abomina
tanto a Putin como a Trump–, Rusia dejó sembrado a EU en la carrera
armamentista que desató mediante la colocación de un asfixiante cerco de
misiles antibalísticos de defensa (THAAD, por sus siglas en inglés) en
las fronteras de Rusia y hasta la misma China.
En mi artículo exclusivo para el portal Sputnik expuse la
exhibición de la nueva musculatura militar de Rusia y su nueva panoplia
de armas de alta tecnología donde destacan misiles hipersónicos que
parecen ser
invencibles–que el mismo EU no posee– y son capaces de horadar cualquier tipo de defensa de EU en cualquier rincón del planeta (https://goo.gl/HmMMjA).
Ahora me abocaré en las consecuencias geoestratégicas del espectacular game changer (punto
de inflexión) que reajusta el equilibrio nuclear entre las dos
superpotencias atómicas (EU/Rusia) y China, la superpotencia
geoeconómica, considerando que no se trata de un vulgar bluff al estilo de Trump, sino de una
advertenciadel zar Vlady Putin al complejo militar de EU a quienes conminó a
escuchar, cuando pusieron oídos sordos a su primera alerta en la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2007 (https://goo.gl/6Rnz7D).
La representación peñanietista en las negociaciones
del TLCAN se mantiene a la espera de un milagro guadalupano, mientras
su cabeza visible, Ildefonso Guajardo, sólo atina a balbucear que si el
bárbaro de la Casa Blanca impone aranceles al acero y el aluminio
mexicanos, nuestro país
se vería obligado a responder con medidas similares a una lista de productos estadunidenses.
Por su parte, el gobierno de Trump presume la política de palo y zanahoria que aplica a sus
queridos socios y amigosdel TLCAN. Ayer el secretario estadunidense del Tesoro, Steven Mnuchin, dijo que
una vez que se firme el nuevo tratado, México y Canadá quedarían exentos de los recién anunciados aranceles al acero y el aluminio procedentes de esos países. Es decir, si ambas naciones se doblegan a las exigencias gringas, entonces todos felices.
Pero a la luz de los acontecimientos, el problema es mucho más
complicado, porque como bien lo advierte el Instituto para el Desarrollo
Industrial y el Crecimiento Económico –de cuyo análisis temático se
toman los siguientes pasajes–,
la lógica del libre comercio llegó a su fin, al menos bajo la modalidad que le dio vida durante la década de los años 80 y 90 del siglo pasado. Hoy, las principales potencias económicas del orbe avanzan hacia una regulación del intercambio comercial. Los mecanismos difieren, pero el objetivo es el mismo: anteponer su interés nacional.
Para México el mensaje es claro: terminó el sueño del libre comercio
desregulado, que subordinó la legislación nacional a los ordenamientos
de los organismos multinacionales. La apertura comercial se modificará,
hay una nueva tendencia en la globalización, incierta por su naturaleza.
El combate a la competencia desleal y al incumplimiento de los acuerdos
comerciales que no se quiso dar hace unos años hoy es inevitable. El
gobierno mexicano y los propios candidatos a la Presidencia de la
República deberán tener un plan contingente para enfrentar la nueva
realidad.
La guerra comercial del presidente estadunidense ya comenzó: la
salida del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus
siglas en inglés), el inicio de la renegociación del TLCAN y la
imposición de aranceles son parte de dicho proceso. Ahora falta ver si
su planteamiento para el acero y el aluminio se consolida y extiende a
otros productos. La ausencia de un posicionamiento de la OMC, la OCDE,
el FMI y el Banco Mundial es inquietante, porque a final de cuentas
Trump atenta contra los preceptos que les dieron origen.
El mundo, particularmente México, está pagando una factura por haber
tomado una posición de tolerancia ante la competencia desleal y la
sobreproducción global de hierro, acero y aluminio. Las negociaciones de
los pasados cuatro años no inhibieron la estrategia de China, nación
que tiene el objetivo de desarrollar su economía y para lo cual ha
implementado una ambiciosa estrategia de política industrial que ha
privilegiado el crecimiento de su industria siderúrgica, del aluminio y
el cemento, pilares fundamentales sobre los cuales también ha construido
una enorme capacidad industrial de tecnología avanzada.
México deberá implementar una nueva estrategia de política económica,
industrial y comercial. El interés nacional deberá marcar la nueva
línea, porque el fin del idealismo del libre comercio ha terminado. El
primer ejemplo de la defensa que se necesita deberá comenzar por el
acero y el aluminio.
Los aranceles a la exportación de acero y aluminio que México
realiza a Estados Unidos no tienen justificación económica. En primera
instancia, porque el vecino del norte mantiene un superávit estructural
con nuestro país en fundición de acero, así como productos
manufacturados de hierro y acero, y en aluminio y manufacturas.
De acuerdo con la información del Census Bureau de Estados Unidos,
durante 2017 México exportó a ese país mil 972 millones de dólares
clasificados como fundición de hierro y acero. Ello sólo representó 6.21
por ciento del total de importaciones estadunidenses en el rubro.
El saldo comercial con México fue favorable para Estados Unidos, por 2
mil 766 millones de dólares. Con China el superávit fue de 387
millones; su último déficit con el país asiático fue en 2015. En el
mismo periodo, México exportó 4 mil 532 millones de dólares de
manufacturas de hierro y acero a Estados Unidos, 11.6 por ciento del
total. La balanza comercial fue positiva para la primera potencia del
orbe por 665 millones de dólares. Como punto de comparación, Estados
Unidos tuvo un déficit con China por 11 mil 600 millones. En aluminio y
sus manufacturas Estados Unidos tuvo un superávit con México de 2 mil
810 millones y con China un déficit de 2 mil 50 millones.
En segundo término, porque la industria siderúrgica mexicana no
recibe beneficios fiscales o de financiamiento gubernamental. Además, la
producción de hierro, acero y aluminio se ha encarecido en México por
el incremento en el precio de energéticos, mayores costos de transporte,
combustibles, insumos intermedios y maquinaria que se importan para
fabricar y más inseguridad.
La presencia de competencia desleal que las empresas de este sector
enfrentan por las importaciones provenientes de otros países no han
tenido respuesta ni se han instrumentado medidas necesarias y
suficientes. El déficit estadunidense no se genera en la producción y
manufactura básica de hierro, acero y aluminio, sino en los productos
manufacturados en otros sectores industriales. De hecho, es el resultado
de haber enviado las cadenas productivas al este asiático.
Jan Jarab, representante
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos
Humanos, exhortó ayer al gobierno mexicano a hacer más para combatir la
violencia de género, sobre todo para erradicar el feminicidio, delito
que, según cifras dadas a conocer ayer mismo por la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos (CNDH), se incrementó de manera grave en dos años:
los homicidios dolosos contra mujeres pasaron de mil 755 casos en 2015 a
2 mil 585 en 2017; de esta última cifra, sólo 671 fueron reconocidos
como feminicidios.
Piden justicia en el Edomex por feminicidio de Lupita
Por este medio hacemos pública
la exigencia a la Fiscalía General del Estado de México, para que con
base en sus facultades y obligaciones constitucionales y legales, cumpla
con el deber primordial de procurar justicia en el caso del feminicidio
de Verónica Guadalupe Benítez Vega, estudiante de la
FES-Cuautitlán-UNAM.
El ciudadano de a pie guarda serias reservas frente a las
cumbresperiódicas de los presidentes y jefes de Estado de América Latina y el Caribe. Pues si de la
felicidad de los pueblostratan, bastaría con echar un ojo crítico para dudar del propósito de estas reuniones (32 a la fecha) que vienen celebrándose desde 1991.
Un aspecto ridículo del
nacionalismo es que cada país se cree excepcional. Es verdad que cada
país tiene su geografía y su historia, y que es, por lo tanto, singular,
pero el
excepcionalismo, al final, es otra cosa, porque sirve ante todo para apuntalar la idea de que tal o cual situación
sólo podría suceder aquí. Acto seguido, se pasa a la sublimación de la nación, a costillas de toda lógica.
En estos días recién empieza a aparecer en los estantes de las librerías, el libro titulado El infierno electoral: el fraude del estado de México y las próximas elecciones de 2018,
de editorial Grijalbo. Texto colectivo que coordiné. Recoge, con miras a
las actuales elecciones, las diversas rapacidades electorales que se
usaron en las pasadas elecciones mexiquenses en 2017. Son varios ensayos
escritos, en su mayoría, por ex consejeros electorales en el estado de
México que han actuado desde 2000 a la fecha. Actores que tienen
información vivida o de primera mano que permite denunciar y analizar
con autoridad, así como contar con conocimiento de causa directa. En El infierno electoral,
se analiza la resignificación de la elección de Estado, es decir, la
clandestina conversión del aparato de gobierno en un poderoso aparato
electoral; el uso indebido de los programas sociales que manipula y
explota electoralmente la pobreza de millones de mexicanos; la coerción y
guerra sucia contra opositores acechantes; la dispersión del voto
mediante subterráneas alianzas, y uso de los candidatos independientes.
Así como empleo de métodos del crimen organizado para intimidar la
oposición mediante acciones ilícitas del llamado
terrorismo electoral. También se aborda el uso faccioso de las instituciones electorales, institutos y tribunales, tendientes a favorecer a los candidatos del poder. Toda esta galería dantesca, coloreada de cinismo, representa el alto riesgo de la regresión. Es el retorno a las viejas prácticas del sistema autoritario y del abuso del poder, como la tortura eterna que advertían las antiguas religiones, el lugar del submundo donde moran los fratricidas perversos. Ganar el poder no importa cómo, obtenerlo no importa con qué ni con quién. El uso de recursos económicos y logísticos ilimitados como el primer acto de corrupción electoral solapado por las autoridades y los medios. Algunos veteranos analistas expresarán un dejá vu, por ello, surge la preocupación del estancamiento, pese a las continuas reformas electorales que han servido de poco y ahora ronda el espectro del retroceso.
La electorera estrategia
del oficialismo priísta quedó en la estacada. Ir hacia delante en la
andanada contra Ricardo Anaya sería entrar en una zona de violencia
político-judicial de resultados altamente dañinos. La misma vida
democrática saldría afectada en varios temas vitales. Por el otro lado,
tratar de calmar la agitación inicialmente provocada desde el poder
equivaldría a retroceder o capitular.
Una mañana de
junio de 1930 el presidente Herbert C. Hoover recibió en la Casa Blanca
al banquero Thomas Lamont, socio del banco J. P. Morgan. Lamont relató
poco después lo que sucedió en la entrevista:
Casi me arrodillé para rogarle al presidente que ejerciera su poder de veto contra la estúpida ley Hawley-Smoot. Esa norma contemplaba aumentar los aranceles de cientos de artículos importados por Estados Unidos a fin de proteger empresas y fuentes de empleo.
Si la luz del cine es
una luz espiritual como quería Salvador Dalí, el cine también es un
caleidoscopio para mirar al mundo, una fábrica de imágenes, una fábrica
de sueños.
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