De lo contrario, le habrá hecho el trabajo sucio para enfilarlo a la
Presidencia de la República y garantizar así la prolongación de la
alternancia PRI-PAN, modelo de gobierno impuesto desde el 2000 al que
contribuyó Diego Fernández de Cevallos, ahora asesor de @RicardoAnayaC
A menos de que el pleito sea para impulsar al candidato frentista y
mandar a Andrés Manuel López Obrador a La Chingada, su rancho en
Tabasco, el gobierno federal tiene la oportunidad de desmantelar, por
fin, una estructura empresarial de lavado de dinero en México, y de
proceder penalmente contra toda una organización, al estilo de lo que se
ha hecho en Estados Unidos o Italia.
El gobierno de Peña Nieto no lo ha hecho con la delincuencia
organizada ni con las empresas y despachos asesores que diseñan
estrategias y esquemas para ocultar el origen del dinero producto de la
delincuencia o de la corrupción.
En esos casos, el dinero se triangula por diferentes países tal y
como lo hizo la organización Amigos de Fox en el año 2000, y ahora las
empresas que están detrás de la compra venta de la nave industrial en
Querétaro que le redituó millones de pesos al candidato presidencial del
PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, según las denuncias públicas en su
contra.
Sólo con la idea de desmantelar una red de lavado de dinero se
justificaría que el aparato gubernamental esté tras las operaciones
comerciales de Anaya, quien ha pasado a la ofensiva por partida doble:
advirtiendo a Peña Nieto y a sus colaboradores que, de ganar el 1 de
julio, iría tras ellos para meterlos a la cárcel en casos de comprobarse
que hayan cometido actos de corrupción.
Además, ha aprovechado para diferenciarse de López Obrador, quien ha
adelantado amnistía para los delincuentes y el perdón a Carlos Salinas y
al propio Peña Nieto.
Aún no se conocen encuestas que indiquen quién y cuánto ha ganado o
perdido ante el electorado en este pulso, real o de artificio, entre el
gobierno federal y el panista, pero es claro que @RicardoAnayaC pretende capitalizar la polémica de la mano de Diego Fernández, el viejo opositor de López Obrador.
El lunes 19, Anaya estará en el Woodrow Wilson Center, el centro de
análisis en Washington que tiene un programa dedicado a México.
Aprovechará, sin duda, la plataforma para hablar de persecución y de su
propuesta de que una comisión especial internacional investigue la
corrupción del gobierno de Peña, como ocurrió en Guatemala y que resultó
en la prisión del expresidente Otto Pérez Molina.
Como hasta ahora el gobierno federal no ha mostrado ninguna evidencia
en su contra, Anaya seguirá colocándose como víctima de una persecución
política.
Incluso en el caso de que llegara a ser imputado, si se le acusa de
beneficiarse con operaciones con recursos de procedencia ilícita o de
desvío de recursos, Anaya seguiría en esa condición durante buena parte
de la campaña electoral.
Rimbombante en sus declaraciones, Diego Fernández tiene razón cuando
dijo que la única manera de sacar a Ricardo Anaya de la contienda
electoral es matándolo. Y así podrá ser, por supuesto en sentido
figurado, porque en política, de acuerdo con una vieja máxima priista,
lo que no mata fortalece.
Comentarios: @jorgecarrascoa
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