El caso de feminicidio de su hija llegó a la CIDH por la omisión de autoridades
Desde
hace 17 años, Norma Andrade emprendió un largo camino en la búsqueda de
justicia para su hija Lilia Alejandra García Andrade. A lo largo de
este tiempo ha tocado puertas en diferentes instancias de justicia en el
país para conseguirla, pero sin éxito. Se volvió una experta en
investigaciones y derecho, y ahora conoce muy bien este ineficiente
sistema de justicia mexicano, que asegura, ya no la engaña.
Norma Andrade recibió a Cimacnoticias en sus oficinas a propósito del
aniversario luctuoso número 17 de su hija y del proceso en la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) quien desde hace 6 años tiene
el caso en sus manos y pronto deberá definir si emite un informe de
fondo o lo envía a la Corte Interamericana de Derechos Humanos donde
podría obtener una sentencia contra el Estado mexicano (sería la segunda
por feminicidio en Ciudad Juárez).
En entrevista, narró lo que ha encontrado en estos 17 años de
indagatorias que le permitan responder las preguntas que la rondan desde
entonces: quién o quiénes mataron a su hija y por qué.
LOS HALLAZGOS EN 17 AÑOS
Lilia Alejandra tenía 17 años de edad cuando desapareció, un 14 de
febrero de 2001 luego de salir de trabajar de la Planta Maquiladora
Servicios Plásticos Ensambles SA, ubicada entre la Avenida Ejército
Nacional y la Carretera Panamericana, en Ciudad Juárez, donde abordaba
un camión para regresar a su hogar. Su cuerpo fue hallado, el 21 de
febrero del mismo año, en un lote baldío, dentro de una sobrecama
enfrente de una plaza comercial y cerca del lugar donde laboraba.
Dejó en orfandad a su hija de 5 meses, y a un niño de 1 año 8 meses
de edad. Acababa de reiniciar sus estudios en la preparatoria abierta
con el anhelo de convertirse en periodista; y para lograrlo, como la
mayoría de las mujeres en la frontera norte del país, se empleaba en la
industria de la maquila.
En el certificado de autopsia se determinó que Lilia Alejandra fue
asesinada por asfixia aproximadamente 24 horas antes de que fuera
hallado su cuerpo. Además, había sido víctima de violación tumultuaria
por un tiempo prolongado y eran evidentes las marcas de tortura.
Norma Andrade recordó que antes del asesinato de su hija hubo una
llamada al 060 alertando que una joven huía semidesnuda sobre la Avenida
Ejército Nacional. La mujer que realizó la denuncia aseveró que un
grupo de hombres la alcanzó, sometió y subió a un coche blanco.
Ante la angustia y desesperación, Norma pegó volantes en la zona para
localizar a Lilia pero cuando fue al Ministerio Público éste desestimó
su denuncia diciéndole que su hija seguro regresaría por su pago a su
trabajo. Recordó que pasó escondida todo el día enfrente de la
maquiladora. Lilia Alejandra nunca apareció.
Narró que se enteró del asesinato de su hija por la llamada funesta
de un hombre que aseguró estar en el lugar donde fue hallado el cuerpo
de una mujer que correspondía con la descripción de Alejandra. Al
identificar la llamada, las autoridades corroboraron que eso era
imposible pues provenía de una distancia mucho más larga de donde
hallaron el cuerpo. Nunca se supo quién la hizo.
Desde entonces, siguió todos y cada uno de los supuestos testimonios
que aseguraban haber visto escapar a una joven de una tienda de
televisiones (ubicada a 50 metros del lote baldío donde fue encontrada
su hija). Vigiló por días la entrada del supuesto lugar donde la
tuvieron cautiva, constató el ir y venir de droga, pero ninguna pista
que le asegurara que en ese lugar explotaban sexualmente a mujeres.
También- continúa- siguió la línea de investigación de la Oficina del
Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FIB, por sus siglas
en inglés) que aseguraba que el feminicidio de Lilia Alejandra estaba
vinculado con presuntos narcotraficantes de la zona. Salió a la calle a
realizar entrevistas con los vecinos pero tampoco pudo comprobar tal
hipótesis.
¿ASESINOS SERIALES?
Tuvieron que pasar nueve años y la intervención de varios abogados
expertos para tener un poco de luz sobre quiénes podrían ser los
responsables. Fue así como Norma Andrade solicitó la ayuda de la
Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), y el abogado David
Peña Sánchez -quien conjuntamente con la abogada Karla Micheel
Salas-litigó uno de los casos de feminicidio del Campo Algodonero ante
la CoIDH- tomó el caso. La primera acción que hizo, recuerda Norma, fue
pedir de inmediato al Ministerio Público realizar un peritaje a la
cobija en la que Lilia Alejandra fue envuelta.
Esta prueba, afirmó Norma Andrade, arrojó seis perfiles genéticos por
medio de los cuales no sólo se corroboró que fue un grupo de hombres
quienes la privaron de la libertad, violaron y asesinaron, también se
identificó que estuvieron relacionados con otros tres casos de
feminicidio. En suma, dijo la defensora, al cotejar con las bases de
datos, resultó que uno de los agresores era familiar de un Fiscal de la
procuraduría de Chihuahua.
Norma recordó que después se identificaría otra víctima más de este
grupo, hecho que se constató porque el cuerpo fue expuesto de manera
similar y tenía los mismos patrones de las otras víctimas: niñas y
adolescentes entre 10 y 17 años de edad que eran privadas de la
libertad alrededor de tres días y encontradas asesinadas con signos de
violencia sexual y tortura.
La primera de ellas fue en 1994, se llamaba María del Rocío Cordero
Esquivel, tenía 10 años de edad y fue identificada por el patrón de
operación de los agresores y exposición del cuerpo; hubo otras dos
víctimas en 1995 y 1996. Alejandra fue la cuarta mujer asesinada en 2001
y la última fue en 2005, Coral Arrieta Medina también de 17 años de
edad y trabajadora de la maquila.
Norma Andrade mencionó que sólo conoce a la familia de una de las
víctimas de los mismos asesinos de su hija. Las autoridades se han
negado a darle la información sobre las demás. “Las sigo buscando”, dijo
firme la también impulsora, junto con Marisela Ortiz, de la
organización pionera en registrar el feminicidio en Ciudad Juárez y
hacer búsquedas con otras mujeres, “Nuestras hijas de regreso a casa”.
LA ESPERANZA: LA CIDH
El 9 de abril de 2003 la CIDH recibió la petición de admisibilidad
del caso, “por la falta de investigación en la desaparición y posterior
muerte de Lilia Alejandra García”. Norma Andrade argumentó la serie de
irregularidades que hubo en la investigación del feminicidio de su hija:
pérdida de evidencias, negligencias, falta de personal calificado y
malos tratos, y -como se requiere previo a acudir a la Comisión- que
había agotado todos los recursos legales dentro del país sin obtener
justicia.
Norma Andrade argumentó ante la CIDH que se perdió la posibilidad de
hallar con vida a Alejandra debido a los retardos y omisiones de las
autoridades. De acuerdo con la petición de admisibilidad, Andrade indicó
que sólo había dos agentes a disposición del área de desapariciones y
no había evidencia que constatara que se buscó a Lilia Alejandra. La
investigación comenzó hasta que encontraron su cuerpo.
El Estado mexicano defendió la inadmisibilidad del caso. Justificó
que la averiguación (4324/2001) “se encontraba en etapa de
investigación” y que contaba con el perfil genético del posible
feminicida de Alejandra pero “no correspondía a las muestras biológicas
que tomó de las personas señaladas como presuntas responsables”,
describe el documento de admisibilidad del caso.
Asimismo el Estado alegó que de los 33 servidores públicos que
intervinieron en la investigación sancionó a dos por posible
responsabilidad penal y a otros siete por violaciones administrativas, y
que realizaba esfuerzos para mitigar el fenómeno del feminicidio en
Juárez.
Pero estos dichos no fueron suficientes para la Comisión
Interamericana, quien el 19 de marzo de 2012 finalmente resolvió atraer
la petición de Norma Andrade y sin entrar en el análisis del caso,
refirió que a (entonces) 11 años del feminicidio de Lilia Alejandra “el
Estado mexicano no había proporcionado información concreta sobre la
conclusión del proceso o medidas sobre el avance en la investigación más
allá de la etapa inicial”.
La CIDH no sólo concluyó admitirlo por la violación a las garantías
de acceso a la justicia para la víctima, también por las violaciones a
los derechos de la familia de Lilia Alejandra: de sus dos hijos, de su
madre, Norma Andrade; de su padre, José García; y su hermana, María
Luisa García; entre los que se encuentra el derecho a la vida,
integridad personal, libertad personal, garantías judiciales, derechos
de la niñez y protección judicial.
Hoy, la única salida para que Lilia Alejandra obtenga justicia y se
dé celeridad con la investigación es que la CIDH se pronuncie al
respecto y pueda dar paso a que el caso llegue a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CoIDH).
17 AÑOS DE IMPUNIDAD
A lo largo de 17 años, la maestra de profesión, ha visto a personal
ministerial irse y entrar, pero la investigación del caso de su hija
nunca avanzó. Ahora, obligada a vivir en el exilio tras los intentos de
asesinato de que fue víctima, sus visitas a Ciudad Juárez para revisar
el expediente de su hija son “exprés”. Sólo tiene unas horas para
revisar el expediente y retornar a la Ciudad de México.
En diciembre de 2011, en Juárez, Norma Andrade recibió cinco disparos
de arma de fuego cuando abordaba su camioneta para ir a trabajar
provocándole heridas en torso, hombro derecho y la mano derecha, hecho
que la llevó al exilio. El segundo atentado ocurrió dos meses después,
en la Ciudad de México, con un arma blanca que la hirió en el cuello.
Ambos incidentes fueron presenciados por sus nietos.
En enero de este año, visitó la frontera norte. Ahí le informaron de
la Fiscalía sobre la posibilidad de que cierren la línea de
investigación que ubica al grupo de hombres con los registros genéticos
encontrados en la cobija donde envolvieron a Lilia y que es la única
esperanza que tiene de saber quiénes la asesinaron.
El argumento que le dieron para cerrar la línea de investigación es
que “sería como encontrar una aguja en un pajar”, le dijeron que es “muy
complicado” llegar a la o las personas responsables, pues eso les
implicaría tener que hacer pruebas a cada hombre que ha sido señalado
como responsable de feminicidio.
“Ellos tienen perfiles genéticos y lo único que tienen que hacer es
la prueba a la persona indicada y cotejar quién fue” asevera Norma
Andrade, pero no quieren.
Por ello, dice, es que el caso se encuentra donde está, en la CIDH
donde espera que pase a la Corte. Mientras tanto afirmó contundente que
“no se va a cuadrar” como ha ocurrido con otras madres y activistas de
Juárez, hasta que obtenga justicia para su hija.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Hazel Zamora Mendieta
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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