Obligación del Estado proporcionar ayuda: Alejandra Buggs
Por Guadalupe Cruz Jaimes
México DF, 25 nov 10 (CIMAC).- La violencia de género puede ocasionar daños irreparables en la salud mental de las mujeres, que puede traducirse en aislamiento, depresión, ansiedad, baja autoestima y estrés postraumático, problemática que si no es atendida puede llevarlas al alcoholismo o al suicidio.
La directora del Centro de Salud Mental y Género de México, Alejandra Buggs, dijo a Cimacnoticias que es preciso que las autoridades difundan información acerca de qué es la violencia de género y a dónde pueden acudir a solicitar ayuda. Entrevistada con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la especialista señaló que las mujeres que sufren violencia física y psicológica viven en tormento constante.
El daño emocional ocasionado, dijo, les impide reconocerse como personas valiosas capaces de construir un proyecto de vida. Por el contrario, atadas por el miedo a su agresor, permanecen aisladas, explicó la psicoterapeuta Alejandra Buggs. Las repercusiones de la violencia de género en la salud mental de las mujeres, “a veces son irreparables”. El tratamiento emocional puede ayudarlas de manera importante, sin embargo, sólo una de cada cinco víctimas de violencia llega a recibir atención.
SIGNOS DE VIOLENCIA
El aislamiento es una de las características de las mujeres que sufren violencia, por temor al agresor dejan de ver a su familia y a sus amistades, a quienes por el miedo y la distancia no les comunican el terror que viven en casa. La depresión es otra de las repercusiones, ésta provoca “sentimientos de apatía, de desinterés, de sentirse inadaptadas a su medio. Si no se trata a tiempo, este malestar las va a acompañar toda su vida e incluso en casos extremos, a muchas de ellas, las puede llevar al suicidio”.
También está la ansiedad extrema, “algunas veces las mujeres hacen uso del alcohol para tratar de disminuirla, o de otra sustancia adictiva”. Una manifestación más, es el estrés postraumático, “la mujer que ha estado sometida a situaciones de violencia crónica, puede tener sudoración, taquicardia o sobresaltos, al simple hecho de escuchar que su agresor está por llegar”.
La habituación a la violencia es otra constante, ya que al estar afectadas psicológicamente, ellas pierden la capacidad de reconocerla. “Se adaptan a esa situación, la ven como natural y eso les impide ver que es algo que no tienen porque estar viviendo”. La baja autoestima se suma al daño emocional generado por la violencia, “el agresor lastima el autoconcepto y la autoimagen de la mujer, él le dice ‘estás fea, eres gorda’ y ella empieza a deteriorar su autoconcepto”. La baja autoestima les impide que son capaces de concretar un proyecto de vida, “ni siquiera se lo plantean, para ellas no existe, porque sienten que no valen”. Ese sentimiento, les impide moverse del lugar donde están.
ATENCIÓN EMOCIONAL
El tratamiento es paulatino y de largo plazo “porque la violencia que una mujer vive, por ejemplo en pareja, es consecuencia de otro tipo de violencia, estamos hablando de que son mujeres, que arrastran una historia de violencia en la mayoría de los casos”. La atención debe incluir el cuestionamiento de “porqué la mujer se fue adaptando a la violencia de género a lo largo de su existencia”. La revisión debe hacerse desde la dimensión cognitiva para que cambie creencias de género, que plantean que las mujeres deben someterse a su pareja. También en el ámbito personal, pues es preciso conocer su historia de vida y fortalecerla, que logre tener confianza en sí misma, que logre tener seguridad. Por último, se encuentra el aspecto social, ya que se debe trabajar en su integración a “medios más sanos de relación, de amistades, de familia”.
LA MINORÍA RECIBE ATENCIÓN
Sin embargo, son “pocas” las que reciben atención, “las que lo hacen es porque un familiar las lleva o alguna amiga”. De acuerdo con la especialista, ello se debe a la situación de aislamiento en la que se encuentran las víctimas de violencia, pero también a la escasa información acerca del tema. La responsabilidad de denunciar la violencia de género, recae en el Estado, en los medios de comunicación, los cuales deben socializar las herramientas “que las mujeres tenemos para salir de esa situación”.
México DF, 25 nov 10 (CIMAC).- La violencia de género puede ocasionar daños irreparables en la salud mental de las mujeres, que puede traducirse en aislamiento, depresión, ansiedad, baja autoestima y estrés postraumático, problemática que si no es atendida puede llevarlas al alcoholismo o al suicidio.
La directora del Centro de Salud Mental y Género de México, Alejandra Buggs, dijo a Cimacnoticias que es preciso que las autoridades difundan información acerca de qué es la violencia de género y a dónde pueden acudir a solicitar ayuda. Entrevistada con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la especialista señaló que las mujeres que sufren violencia física y psicológica viven en tormento constante.
El daño emocional ocasionado, dijo, les impide reconocerse como personas valiosas capaces de construir un proyecto de vida. Por el contrario, atadas por el miedo a su agresor, permanecen aisladas, explicó la psicoterapeuta Alejandra Buggs. Las repercusiones de la violencia de género en la salud mental de las mujeres, “a veces son irreparables”. El tratamiento emocional puede ayudarlas de manera importante, sin embargo, sólo una de cada cinco víctimas de violencia llega a recibir atención.
SIGNOS DE VIOLENCIA
El aislamiento es una de las características de las mujeres que sufren violencia, por temor al agresor dejan de ver a su familia y a sus amistades, a quienes por el miedo y la distancia no les comunican el terror que viven en casa. La depresión es otra de las repercusiones, ésta provoca “sentimientos de apatía, de desinterés, de sentirse inadaptadas a su medio. Si no se trata a tiempo, este malestar las va a acompañar toda su vida e incluso en casos extremos, a muchas de ellas, las puede llevar al suicidio”.
También está la ansiedad extrema, “algunas veces las mujeres hacen uso del alcohol para tratar de disminuirla, o de otra sustancia adictiva”. Una manifestación más, es el estrés postraumático, “la mujer que ha estado sometida a situaciones de violencia crónica, puede tener sudoración, taquicardia o sobresaltos, al simple hecho de escuchar que su agresor está por llegar”.
La habituación a la violencia es otra constante, ya que al estar afectadas psicológicamente, ellas pierden la capacidad de reconocerla. “Se adaptan a esa situación, la ven como natural y eso les impide ver que es algo que no tienen porque estar viviendo”. La baja autoestima se suma al daño emocional generado por la violencia, “el agresor lastima el autoconcepto y la autoimagen de la mujer, él le dice ‘estás fea, eres gorda’ y ella empieza a deteriorar su autoconcepto”. La baja autoestima les impide que son capaces de concretar un proyecto de vida, “ni siquiera se lo plantean, para ellas no existe, porque sienten que no valen”. Ese sentimiento, les impide moverse del lugar donde están.
ATENCIÓN EMOCIONAL
El tratamiento es paulatino y de largo plazo “porque la violencia que una mujer vive, por ejemplo en pareja, es consecuencia de otro tipo de violencia, estamos hablando de que son mujeres, que arrastran una historia de violencia en la mayoría de los casos”. La atención debe incluir el cuestionamiento de “porqué la mujer se fue adaptando a la violencia de género a lo largo de su existencia”. La revisión debe hacerse desde la dimensión cognitiva para que cambie creencias de género, que plantean que las mujeres deben someterse a su pareja. También en el ámbito personal, pues es preciso conocer su historia de vida y fortalecerla, que logre tener confianza en sí misma, que logre tener seguridad. Por último, se encuentra el aspecto social, ya que se debe trabajar en su integración a “medios más sanos de relación, de amistades, de familia”.
LA MINORÍA RECIBE ATENCIÓN
Sin embargo, son “pocas” las que reciben atención, “las que lo hacen es porque un familiar las lleva o alguna amiga”. De acuerdo con la especialista, ello se debe a la situación de aislamiento en la que se encuentran las víctimas de violencia, pero también a la escasa información acerca del tema. La responsabilidad de denunciar la violencia de género, recae en el Estado, en los medios de comunicación, los cuales deben socializar las herramientas “que las mujeres tenemos para salir de esa situación”.
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