La jurista Cruz Sánchez de Lara destaca la importancia del apoyo del entorno para superar el maltrato
Madrid, 24 nov (10). AmecoPress. “En el mensaje que deis estos días, acordaos de quienes son ex-víctimas, porque somos los éxitos de todo esto”. Así se manifiesta Cruz Sánchez de Lara Sorzano, jurista experta en violencia de género que ha vivido el maltrato en primera persona y ahora trabaja para ayudar a otras víctimas sin miedo a relatar su propio caso y a mostrarles a ellas y a la sociedad que existe una salida de la violencia. Ha participado esta mañana en un acto institucional de la Delegación del Gobierno de Madrid por el Día Internacional contra la Violencia de Género.
“Detectar el maltrato es difícil, pero el miedo se huele”. La inseguridad, la falta de autoestima, los miedos, son características propias de quien vive el maltrato. “Las víctimas son grandes actrices porque se les ha enseñado que callan o sufren”, relata esta mujer bien conocedora del círculo de la violencia. “Mis padres no lo sabían, pensaban que era una mujer muy feliz. Te ponen detrás una mano, o un cuchillo, y te conviertes en una actriz merecedora del Goya”. Especialmente, especifica, los maltratos psicológicos son difíciles de detectar porque las mujeres se convierten en expertas en taparlo. “Yo lo era”.
“Con tres sentencias condenatorias soy feliz. Lo habría sido sin sentencias, pero no me dejaron”, explica Sánchez de Lara, que advierte que a los maltratadores no les basta con que darse con los bienes ni con la imagen de buena persona, porque lo que ansían es dominar a su víctima. “Yo sólo quería que me dejaran tranquila, como muchas otras mujeres, solo que eso no funciona”.
Esta jurista cuenta su experiencia personal con el fin de dar nombre a la esperanza y a la luz al final del camino, para demostrar que sí se puede salir de la violencia machista. “Yo era una víctima de violencia de género porque me encontré con un maltratador en el camino, pero antes ya era víctima de mi educación católica y tradicional, por la que se esperaba de mí que fuera la perfecta ama de casa”, advierte, y destaca que para salir adelante es indispensable la ayuda de las personas que te rodean.
“La autonomía y la independencia no se consiguen así como así. Hace falta esfuerzo y, sobre todo, apoyo”. Sánchez de Lara confiesa que el día que se enteró de que había ganado el juicio contra su ex-marido, ni siquiera se preocupó de su condena. “Me han creído, pensé”, porque lo importante para una mujer cuando está tan sola, tan destruida, “tan aniquilada”, es que se reconozca que su testimonio es verdad.
A pesar de que defiende a ultranza los avances conseguidos por la ley y por el personal profesional implicado en la atención a las víctimas de la violencia de género desde que hace 8 años ella tuviera que pasar por ese trance, no cesa de recordar que todavía se dan tremendas paradojas y que no se puede bajar la guardia. Como ejemplo de entonces relata que su ex-marido, abogado como ella, y que llegó a amenazar de muerte a una segunda pareja de la jurista, se dedicaba incluso una vez condenado a la intervención en casos de violencia de género. Pero igual cita casos de juzgados donde el magistrado presiona a las víctimas a admitir que lo que le ha ocurrido es hasta normal, sin tener en cuenta que ellas responden a las amenazas, a la presión, al miedo bajo el que están programadas.
“El primer contacto es fundamental”, destaca sobre la atención prestada por los cuerpos de seguridad a las víctimas que van a denunciar. Hace falta sensibilidad para ver que, detrás de un testimonio que puede parecer no tan concluyente, puede haber una larga historia de violencia en la que una circunstancia a primera vista banal ha resultado el catalizador que provoca la voluntad de denuncia.
“El apoyo psicológico, la sensación de seguridad y la tranquilidad de que te creen”, señala Sánchez de Lara, son los factores más importantes del acompañamiento de profesionales de las fuerzas y cuerpos de seguridad “cada vez más preparados” entre quienes cada vez más agentes muestran un claro “interés en la especialización para atender casos de violencia de género”.
Para esta jurista, la persistencia de la violencia de género entre la juventud es una evidente señal de alarma. “La idea de que si no es celoso, no me quiere, o las chicas a las que les gusta que les riñan si les mira otro o si se ponen algo provocador; pensar que si me envía 20 sms al día es porque me quiere, y si me pregunta en todo momento dónde estoy es porque se preocupa”, todo ello son síntomas de que se están reproduciendo unos roles de desigualdad.
“La sociedad tiene un compromiso que es no permitir la apología de la violencia”, ha declarado sobre quienes últimamente llenan titulares por sus comentarios abiertamente sexistas. “No podemos pedirle a esa gente que nos hable de igualdad, pero que no transgredan los límites”.
Fotos: archivo AmecoPress
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