Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Especialista en estados fallidos, tanto desde la academia en tanto que maestro en políticas públicas, como en el terreno de la política imperial realmente existente –para África, Latinoamérica, Europa y lo que Washington llama mundo excomunista--, Carlos Pascual dio otro espaldarazo a la guerra de Felipe Calderón contra el narcotráfico y el crimen organizado. Estrategia que, en rigor sea dicho, no es de manufactura mexicana sino estadunidense.
En medio de tantas y crecientes críticas, y muy pocos reconocimientos a la política guerrerista de Calderón Hinojosa que ya cobró la vida de 30 mil víctimas, de ellas alrededor de 12 por ciento son inocentes, acaso sea alentador para él que el procónsul de Estados Unidos en México le aplauda ante un selecto público de El Colegio de México, en donde dictó una conferencia llamada magistral.
Lo que el cubano naturalizado estadunidense hizo fue elogiar las políticas que por su conducto impone la Casa Blanca a Los Pinos, establecer nuevos lineamientos, justificar el intocado tráfico de armas a cargo de los cárteles mexicanos y cacarear la entrega de tres helicópteros como “signo tangible de la corresponsabilidad que comparten ambas naciones”.
Felipe de Jesús Calderón precisó, semanas antes, en tono más que enérgico que “No les estamos pidiendo limosnas a los americanos (sic)”, pues mientras su gobierno gasta 10 mil millones de dólares al año, Estados Unidos no ha entregado siquiera la mitad de los mil 400 millones de dólares prometidos por el Congreso. A dos años de firmada la Iniciativa Mérida, Pascual ostentó la entrega de 310 millones de dólares en equipos y armas --que su gobierno seguramente ya no ocupa-- y 495 millones más a otorgarse en 2011. Confrontados con los 29 mil millones de dólares que anualmente se lavan en los dos países y lo que anualmente invierte México para hacerle el trabajo sucio al imperio, resulta acertadísimo el reclamo del titular del Ejecutivo azteca, pronunciado ante el Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla.
Pascual se reveló como el clásico político que piensa que todo inicia con su arribo al cargo y termina cuando lo deja o lo renuncian: “todo toma tiempo. No se cambia de un día para otro la policía ni al sistema judicial”. Ya olvidó los elogios de integrantes del gobierno de George W. Bush a la foxista Agencia Federal de Investigación, que también aplaudió Calderón.
Abundó Pascual que la lucha de “cárteles contra cárteles, pandillas contra pandillas” es la causante de la creciente violencia, tesis que divulgan las autoridades mexicanas, pero no logran ocultar el sello intelectual, en tanto que diariamente diversos grupos de ciudadanos y organismos sociales se ponen en movimiento para exigir el retorno de las tropas a los cuarteles y el respeto a la vida.
Las reporteras de El Diario de Juárez, Luz Sosa y Sandra Rodríguez, premiadas por El Mundo, de Madrid, España, tienen otra visión y sostuvieron que “el culpable de todo esto es el presidente Felipe Calderón”. Pero el embajador Jorge Zermeño, indignado, abandonó la ceremonia y en México el aludido juró que hay libertad de prensa y de expresión como “nunca se había visto”. Poco importan los 68 periodistas asesinados en una década de panistas en la Presidencia, 55 de ellos bajo el actual gobierno, de acuerdo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Con mucho mejores credenciales, Enrique Krauze reveló el hilo negro en Palacio Nacional al postular: “Deberíamos saber que la paz no será recuperada con un acto mágico, ni con un pacto con el crimen organizado”. Esto al hablar en nombre de los ganadores del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2010, pero sin que los premiados eligieran al paradigmático liberal, como se acostumbró en años anteriores.
Acuse de recibo
“Equivocó el gobierno federal su guerra contra el llamado crimen organizado, al invertir en las armas y exacerbar la miseria y el hambre que orilló a delinquir a nuestros jóvenes por carecer de oportunidades para, por lo menos, comer”, dice la Federación de Logias Mexicanas por medio de Jaime Chalita Zarur. El médico potosino remata que los mexicanos “no somos responsables de tanta violencia. Son responsables quienes decidieron enfrentarla. Había que enfrentarla de otra manera”… Pregunta la amable editora Mari Tere Menéndez: “Lo de Juan Palo II ¿es juego de palabras?”… Es un lamentable error de dedo y, por ello, solicito las más amplias disculpas a todos los católicos por escribirlo así en Y sin embargo se mueve (24-XI-10)… En otro mensaje sobre el mismo texto, la yucateca comenta: “No creo que Juan Pablo II pueda ser acusado de complicidad en el caso de Maciel. Opino que Juan Pablo II fue un Papa santo y simplemente no podía creer los horrores que le decían. Me parece que el Espíritu Santo no iluminó a Juan Pablo II en el caso del fundador de los legionarios. En cambio, a Ratzinger no lo van a poder engañar; se las sabe todas”… No olvide consultar Utopía y textos mucho más interesantes en:
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