Escrito por Sara Lovera
México, octubre 8, 2012 (Especial de SEMlac).- Al
comenzar octubre, monumentos, palacios, edificios y sedes de
parlamentos fueron iluminados con luces rosas en un acto simbólico. Así
sucedió en México con la inmensa mole arquitectónica de la Cámara de
Diputados, ya que se trata de llamar la atención sobre el cáncer de
mama, que cobra casi medio millón de vidas femeninas en el mundo,
mujeres cada vez más jóvenes.
En este país, 5.000 de ellas pierden la vida cada año por este mal,
debido a que el diagnóstico es tardío y no existe conciencia cabal del
problema, dicen especialistas.
Esta jornada, para hacer conciencia en la población y entre quienes
toman decisiones, terminará el 28 de octubre. A la campaña de
información se sumaron decenas de organizaciones civiles, médicas,
instituciones oficiales y mujeres del espectáculo, que han ofrecido
testimonios públicos.
En ese contexto, SEMlac se encontró con una joven activista, Mariana
Ibáñez Rosiñol, quien se desborda en sonrisas. Apenas nos sentamos
frente al mar del Pacífico, sin preámbulo, espetó: "Tengo 28 años y soy
una sobreviviente de cáncer de mama. Estoy sana por un milagro y un
médico capaz, y hoy no puedo dejar de pensar en todas mis compatriotas
que pierden la vida porque el cáncer les fue detectado tardíamente. Yo
me he salvado y ahora tengo que decir que el problema no es sólo de las
mujeres, sino también de los hombres".
Alta, risueña, habla positivamente con los ojos y dice a SEMlac,
"este es mi camino y voy a luchar hasta el ultimo día de mi vida porque
las mujeres se salven". Ensenada, la ciudad que la vio nacer, se ubica
en el segundo lugar en incidencia y no existen ni suficientes
servicios, ni conciencia, agrega.
Ella es creadora de la campaña "Tócate o te Toca 2.0" en Ensenada,
el municipio territorialmente más grande del país, bañado por el mar y
cercado por dos grandes valles, el de Guadalupe, donde se produce el
mejor vino de California, y el de San Quintín, a donde año tras año
llegan miles de jornaleras a la cosecha del tomate que se exporta a los
Estados Unidos.
Ensenada está a 3.000 kilómetros de la capital del país, y ahí donde
todo es turismo y recursos,"había que hacer algo y rápido", insiste
Mariana.
"Tócate o te Toca 2.0" moviliza a las autoridades sanitarias del
lugar, a empresas y personas, para convocar a una inmensa caminata que,
por segundo año, se realizará el 28 de octubre, y a varias conferencias
informativas. La ciudad empezó ya a cubrirse de decenas de anuncios
espectaculares.
Charlamos en uno de los hoteles de uno de los cuatro puertos más
importantes del país, con casi medio millón de habitantes, que recibe
cruceros de todo el mundo hasta tres veces por semana. La ciudad/puerto
de Ensenada no tiene, dice Mariana, un solo especialista y carece de
los instrumentos capaces de detectar el cáncer.
Galardonada como Ciudadana Distinguida 2012 por el XX Ayuntamiento
de Ensenada, desde que descubrió que tenía cáncer de mama hace tres
años, ha desarrollado un sinfín de capacidades creativas, diseño de
promocionales con el símbolo del moño rosa, prótesis artesanales
-porque las otras tienen un costo de entre 300 y 500 dólares-,
carteles, fotografías, una página web, consignas que difunde en las
redes sociales y profesionales y una permanente actividad que ya la ha
convocado a otras partes del país, a donde acude a contar su historia.
Contextos y hechos
Cada año el cáncer de mama provoca el deceso de 500.000 mujeres en
el mundo, 5.000 de los cuales ocurren en México. La mayor parte de los
casos se presenta en países industrializados pero las muertes en
números preocupantes ocurren en los subdesarrollados, señaló la
académica Claudia Infante Castañeda, entrevistada por SEMlac.
La experta en sociología médica de la División de Estudios de
Posgrado de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM indicó que entre
los principales factores que afectan la sobrevivencia está el inicio
tardío del tratamiento, y consideró que es equivocada la creencia de
que ese retraso sea culpa de la mujer, que acude al médico a destiempo
por ignorancia, miedo o desinterés.
Lo cierto, explicó, es que el tratamiento se demora por la
ineficiencia de los servicios de salud y del primer médico que visitan,
sostuvo.
Infante Castañeda y sus colaboradores entrevistaron en 2010 a 20
mujeres que acudieron al Instituto Nacional de Cancerología (INCan).
Posteriormente, en 2011, aplicaron el mismo cuestionario a unas 700 que
lo hicieron al Instituto Mexicano del Seguro Social y al Hospital
General de México.
Como resultado, comentó, las mujeres hablaron abiertamente de su
experiencia al detectar el síntoma que les hizo sospechar que en su
pecho tenían algo que no era normal y, también, de su trayectoria para
obtener atención en algún nosocomio con servicios especializados.
Para tener probabilidades de sobrevivir, se tiene que recibir
tratamiento desde que la enfermedad está en sus primeras fases, pero en
México casi 90 por ciento de los casos se diagnostican en etapas
avanzadas.
"Los resultados preliminares de nuestro análisis muestran que
alrededor de 75 por ciento de las mujeres que llegan a un hospital de
especialidades, como el INCan, consultaron por primera vez a un médico
antes de que pasaran tres meses, contados a partir de que detectaron un
signo o síntoma".
Agregó que el estudio demostró que alrededor de 80 por ciento de las
mujeres que llegaron oportunamente a su primera consulta médica
(pública o privada) tuvieron que esperar más de tres meses antes de
empezar a recibir tratamiento por los servicios médicos. "Es decir,
hubo demora porque fueron de un servicio a otro para ser
diagnosticadas, o porque ya con el dictamen debieron esperar el
tratamiento".
La historia de Mariana
Fue el 4 de julio de 2010 cuando su vida dio un giro de 180 grados;
tras varios meses de estar batallando con una bolita que tenía en el
seno derecho, Ibáñez fue diagnosticada con cáncer de mama.
Su historia había comenzado dos años antes, el 5 de octubre de 2010,
cuando durante una autoexploración la joven sintió una bolita del
tamaño de la cabeza de un alfiler. Ibáñez esperó hasta enero, cuando le
tocaba su chequeo anual, para realizarse un ultrasonido mamario.
El radiólogo que le hizo los estudios le aseguró que se debía a una
condición fibroquística. "Nada de qué preocuparse", le aseguró el
técnico y le explicó que a su edad es muy común encontrar bolitas de
grasa o inflamaciones en los pechos, pero que es raro que sean
tumoraciones malignas. Quedó más tranquila y continuó con su vida
normal.
A los pocos días de la revisión médica, la también comunicóloga,
egresada de la Universidad Iberoamericana en Tijuana, recibió una
oferta de trabajo en la Riviera Maya (en Quintana Roo) que no podía
dejar pasar. Pronto se fue a trabajar como Ejecutiva de Relaciones
Públicas. Con un nuevo empleo, en una ciudad diferente, del otro lado
del país y muy lejos de su familia, comenzó a sentirse mal. Sufría de
dolores de estómago, fiebres y dolores de cabeza constantes que ella
atribuía al calor y al agua de Quintana Roo.
Para ese entonces la pequeña protuberancia que sintió aquel día en
Mexicali del tamaño de un alfiler, ya tenía el tamaño de una canica.
Consultó a un par de doctores más, quienes insistían en que no tenía
nada de qué preocuparse y que era demasiado joven para sufrir una
enfermedad tan letal como el cáncer.
A la mañana siguiente de su regreso a casa, Ibáñez se acercó a su
papá, quién es médico, y le pidi
ó que le revisara la bolita que seguía
creciendo en su pecho. En ese momento la joven le contó que había visto
a varios doctores, quienes le habían dicho que era sólo una
inflamación, pero su intuición le decía que "eso no era normal".
El galeno se sorprendió de la situación en la que se encontraba su
hija y de inmediato le recomendó ver a Salvador Navarro Hernández en
León, Guanajuato, a 2.000 kilómetros al sur, uno de los mejores
senólogos del país.
En León le hicieron los estudios pertinentes y una biopsia que
confirmó que, efectivamente, la joven de 27 años tenía cáncer en etapa
IV, la más grave.
El 7 de julio, acompañada de sus padres, viajó a la ciudad de México
para someterse a una complicada operación. Esa noche, con una increíble
actitud y poniendo todo de su parte, la joven se despidió de su seno
derecho. La mastectomía se realizó al día siguiente.
Además, le hicieron una disección ganglio axilar para determinar si
había extensión de la patología. Cuando la axila tiene ganglios con
cáncer el pronóstico de la paciente es peor. A Ibáñez le tuvieron que
extraer 40 ganglios, de los cuales 12 ya tenían actividad cancerígena.
Puesto que el cáncer se encontraba en su sistema linfático, era
importante extraer cualquier tejido infectado inmediatamente para
evitar que se expandiera a otros órganos.
A la mañana siguiente de su mastectomía, Mariana le sonreía a la
vida. Ella sabe que su intuición la salvó y su médico se lo confirmó.
"De haber esperado un par de meses más, no la cuentas", le dijo Navarro
Hernández.
Ibáñez vivió su tratamiento y recuperación con gran sentido del
humor y actitud muy positiva. Sin embargo, admite que ha sido una
experiencia muy difícil, pero el mantenerse ocupada le ha ayudado a
seguir adelante. Al regresar a Ensenada, decidió comenzar una campaña
de prevención de cáncer.
En un grito desesperado porque nadie pase por lo que ella pasó y
prevenir que otras chicas vivan la negligencia médica que ella vivió,
durante el mes de octubre Ibáñez trabajó para crear conciencia entre
los jóvenes sobre la importancia de la autoexploración y de poner
atención a nuestra intuición. "Si logro que una joven se autoexplore y
eso previene que le quiten un seno, ya logré mi misión", dice
convencida.
Luego de un tratamiento de quimioterapia para seguir con seis
semanas de radiación diaria, recibirá cinco años de terapia hormonal y
bloqueadora de estrógeno para asegurar que el cáncer no se reproduzca
en ningún otro lugar.
Contexto final
El cáncer de mama le ha ganado terreno al cérvico-uterino, que
registra una incidencia de mortalidad de 3.900 casos anualmente. Cada
año, 11.148 mexicanas fallecen de neoplasias asociados a la cérvix,
mama, ovarios y endometrio. Se llaman cánceres femeninos. Un tema
prioritario de la salud pública.
La campaña de autoridades y organizaciones civiles considera que
determinados estilos de vida -como el sedentarismo, el sobrepeso y el
tabaquismo-, asociado a una decreciente práctica de dar pecho, permiten
al cáncer de mama ganar terreno.
Las medidas de prevención son tan sencillas como la autoexploración
a partir de los 10 años; acudir al médico para el examen a partir de
los 25 al menos una vez al año, así como realizar la mastografía a
partir de los 40 años. Mariana hace notar que ella tenía 27 años.
Una mastografía permite prevenir, pues de detectarse un nódulo es
posible realizar una biopsia y, de salir positivo, iniciar un
tratamiento, que no necesariamente tendrá que ser por radio o
quimioterapia. Pero, para Mariana ello no es suficiente. Es mucho más
lo que hay que hacer.
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