Durante
décadas, la punta de lanza del gobierno federal en su lucha contra la
criminalidad fue la Procuraduría General de la República. En el sexenio
del presidente Calderón, sin embargo, parece que fue la dependencia más
olvidada y en consecuencia la que peores resultados tuvo.
Mientras
que otras dependencias del gobierno tuvieron aumentos presupuestales
superiores a 400% en estos seis años, la PGR apenas aumentó sus
recursos presupuestales en 50% respecto a lo que tenía en 2006. El
olvido de esa institución clave del Estado mexicano tuvo un costo
altísimo que pagaremos durante décadas, con toda probabilidad. Los
datos no mienten. En su último informe la PGR nos comparte unas cifras
que producen sonrojo o vergüenza, o las dos cosas a la vez. Veamos.
La
PGR afirma que las autoridades federales detuvieron a 27 mil 949
personas de las que se sospechaba que pertenecían a organizaciones
delictivas. Pero solamente fue capaz de obtener autos de formal prisión
para mil 155 de ellas y solamente se dictaron 103 sentencias
condenatorias contra 244 personas. Una cifra que se puede calificar de
ridícula y que refleja un preocupante “cuello de botella” precisamente
en el ámbito de la procuración de justicia. No se trata de un hecho
aislado, ya que se ha venido repitiendo a lo largo de todo el sexenio:
muchos detenidos y pocos sentenciados.
En
su sexto informe de labores la PGR afirma que las autoridades federales
destruyeron 66 mil 608 plantíos de mariguana, con una superficie de más
de 9 mil hectáreas. Pero la propia PGR sólo pudo lograr la destrucción
de 14 plantíos, con una superficie que no alcanzó ni las ocho
hectáreas. Eso demuestra hasta dónde ha llegado el proceso de
militarización de la seguridad pública en el sexenio de Calderón. Antes
la PGR lideraba los operativos contra el narco; ahora es apenas un
pequeño e irrelevante apéndice de la Sedena y de la Marina. De la misma
forma, las autoridades federales decomisaron 27 mil 593 armas, pero la
PGR fue responsable del decomiso de sólo 264.
México
tiene uno de los mercados de piratería más grandes en el mundo (basta
asomarse a cualquier tianguis o cualquier salida de una estación de
metro para darse cuenta), pero en el último año la PGR solamente pudo
consignar 40 averiguaciones previas por piratería y 266 por
contrabando. De nuevo: se trata de cifras ridículas.
En
el tema del narcomenudeo el informe de PGR refiere la detención de 28
mil 816 personas, el aseguramiento de 78 toneladas de mariguana y 944
kilos de cocaína en el último año, pero durante ese mismo periodo
solamente pudo consignar a 159 personas y obtener 86 autos de formal
prisión.
Los
datos que se podrían seguir citando apuntan todos en una misma
dirección y muestran un panorama desolador. Sería muy fácil y simplista
decir que la responsabilidad por ese descuido es exclusiva de quienes
han sido procuradores y de su personal de apoyo. No es cierto. De
hecho, desde la propia institución se han hecho grandes esfuerzos de
depuración del personal y de mejoramiento de la gestión. Todavía la
actual procuradora, Marisela Morales, tuvo que llegar a barrer con una
estructura interna que tenía varias fallas considerables y lo hizo con
gran decisión y empeño.
Me
parece más bien que el problema ha estado en el máximo nivel del Estado
mexicano: el presidente Calderón no entendió o no quiso entender que
cuando le decíamos que su estrategia contra el crimen tenía que ser
“integral” nos referíamos a que todos los órganos del Estado mexicano
tenían que estar igualmente preparados para hacer su trabajo. Calderón
prefirió apostar todo a la fuerza militar y al proyecto de la policía
federal. Los resultados están a la vista y no parecen ser muy
alentadores.
El
próximo gobierno tendrá que poner la lupa en la PGR e invertir tiempo y
dinero en reflotarla. Si no tenemos un órgano de investigación y
acusación profesional, de nada servirá que se detenga a decenas de
miles de personas cada año. Esos detenidos simplemente no serán
consignados ante un juez ni llegarán a poner un pie en la cárcel.
El
fortalecimiento de la PGR es una cuestión de seguridad nacional y debe
en consecuencia estar entre las prioridades de la gestión de Enrique
Peña Nieto, quien como Calderón también es abogado. Esperemos que sus
conocimientos de derecho procesal penal sean mejores que los del actual
presidente, cuya labor en este tema va a dejar un saldo profundamente
negativo.
@MiguelCarbonell
Investigador del IIJ de la UNAM
Investigador del IIJ de la UNAM
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