La
suerte de la reforma laboral cambia todos los días. Por circunstancias
extrañas, la semana pasada hubo una coincidencia en el Senado entre el
PAN y el PRD para volver a integrarle lo que le quitaron. Los diputados
aprobaron la reforma con la mayoría del PRI, PAN y PVEM, la izquierda
votó en contra, pero esa mayoría de legisladores decidió quitar los
temas de transparencia y democracia directa. Ahora la bandera de la
discordia entre senadores y diputados, entre PRI y PAN, es la
transparencia y la rendición de cuentas. Cualquier cambio que hagan los
senadores abre la posibilidad de que la reforma sea congelada, como ya
amenazaron los líderes “charros” en el Congreso.
Cada
día la reforma laboral se vuelve menos importante y con menor
sustancia. Resulta curioso, por decir lo menos, ver a esos viejos
líderes que salen en la defensa de sus intereses, porque un posible
cambio de reglas los amenaza. El humor es el que mejor captura el
momento: la caricatura de Helguera presenta a Gamboa Pascoe, líder de
la CTM, que se detiene con un bastón y dice “A nosotros no nos
contrataron por hora, sino por siglo”. Esta capa de liderazgos aún
sigue al frente, mueven el abanico del sindicalismo que antes era
llamado oficial y que ahora se ha vuelto de protección patronal.
En
la política mexicana se acumulan las contradicciones y los dobles
juegos. El PAN, como partido en el poder, no hizo nada para cambiar las
reglas de este tipo de sindicalismo; su alianza con Elba Esther será un
costo con el que cargarán los dos presidentes panistas, Fox y Calderón.
La exhibición de actos de corrupción al estilo Romero Deschamps será
otra piedra en el zapato de ese partido que se desfiguró con el poder.
Calderón, al cuarto para las doce, mete una iniciativa preferente al
gusto empresarial y les complica la vida a los líderes “charros”, por
los temas de transparencia y democracia. A estos liderazgos no les
importó mucho el tope de 12 meses de salarios caídos o la
flexibilización, aunque sí se logró ponerle algunas condiciones al
outsourcing, pero eso de la transparencia de los contratos, intolerable
y veneno al mundo de simulación que los mantiene. Los patrones quieren
que la subcontratación no tenga condiciones y hacen lobby para quitar
los candados.
En
esta cadena de contradicciones los diputados panistas aprueban la
reforma laboral mutilada, pero sus compañeros senadores le quieren
reintegrar el paquete de democracia sindical y anuncian que se van con
la izquierda. Pero habrá que verlos votar para creerlo, porque lo más
probable es que se disciplinen y aprueben la iniciativa como hicieron
los diputados. Si prospera la alianza PRD-PAN se complicaría el
escenario y la reforma laboral podría entrar a un ámbito de pronóstico
reservado.
El
ejemplo de este proceso legislativo sirve para visibilizar los grados
de captura en los que se ha metido el país. En cada asunto de interés
público que se toque habrá grupos y personas que se sentirán
amenazados. Hoy son los patrones y los líderes “charros” que no quieren
que la transparencia haga visible la ficción de los contratos de
protección con la que controlan el mundo laboral. Mañana pueden ser los
partidos, en caso de algún cambio a sus privilegios económicos, y
pasado mañana los monopolios en materia de telecomunicaciones.
Prácticamente a donde llegue la transparencia se podrá ver qué tipo de
interés particular se quiere conservar y reproducir.
Las
batallas que vienen nos mostrarán una agenda cargada de intereses:
Pemex, telecomunicaciones, reforma fiscal, autonomía al IFAI, nueva
reforma electoral, entre otras; por eso seguiremos viendo manotazos
legislativos. Hasta no ver la votación se podrá saber qué tipo de
arreglos se hicieron y quién es quién. Hasta entonces, seguirán las
presiones. De cualquier forma, no hay que hacerse ilusiones de que es
la gran reforma y representa cambios importantes: no es así, seguirá la
precariedad laboral y el autoritarismo burocrático. Se necesitaría
garantizar el acceso público a los contratos colectivos y registros, el
voto secreto y la obligación de votar los contratos para una
democratización sindical en serio.
PD.
Una tarea relevante del Senado será el nombramiento de los dos
ministros de la Suprema Corte. Muchos ciudadanos exigimos, sin grandes
esperanzas, que se elijan a los mejores perfiles, es decir, juristas
con una trayectoria probada, una visión democrática de Estado, que no
tengan esqueletos en el armario y que garanticen una labor
independiente y autónoma en la SCJN. Uno de los candidatos con ese
perfil es el magistrado Pablo Vicente Monroy Gómez.
@AzizNassif
Investigador del CIESAS
Investigador del CIESAS
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