Alberto Sebastián Barragán *
La educación, por
tratarse de un servicio que imparte el Estado, creó un organismo
público para atender sus funciones. Hay que recordar que los primeros
registros de la educación en el México independiente correspondían a la
Compañía Lancasteriana, organismo de carácter particular y filantrópico
que promovía la instrucción primaria entre la población desfavorecida,
de 1822 a 1842, que replicó en México el modelo de enseñanza mutua que
había proliferado en algunas naciones de Europa.
Desde esos primeros años de vida independiente, en el país se había
mantenido la lucha entre conservadores y liberales, entre centralistas y
federalistas, y según el momento de dominio de cada grupo, se fueron
creando organismos para despachar las actividades de cada sector. El
primero en atender temas educativos fue el Ministerio de Instrucción
Pública e Industria, en 1841.
En los periodos sucesivos, las modificaciones de ministerios
asociaron la instrucción pública con justica, negocios y relaciones
interiores, entre otros rubros, pero la
instrucciónsiempre se adjetivó como
pública. Todas esas modificaciones están descritas por Rodrigo Moreno (1980) en su libro La administración pública federal en México.
Para la segunda Constitución, la de 1857, por ser de corte liberal,
se restauró la legalidad y se impulsó la noción de garantías
individuales, entre ellas la educación. A partir de ese año, se quitó la
religión católica del artículo tercero y se colocó en su lugar que:
la enseñanza es libre. Entonces se cambió el anterior
ministeriopor la Secretaría de Estado y del despacho de Justicia e Instrucción Pública (1861); luego, Secretaría de Justicia e Instrucción Pública (1891); después, Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes (1905).
Todos esos cambios realizados en las gestiones de Juárez a Porfirio
Díaz. Y con el fin de la Revolución Mexicana, iniciada en 1910, se
promulgó la tercera y última Constitución de 1917. En esa última, la
educación se convierte en un derecho, permanece en el artículo tercero y
en la parte dogmática de la Carta Magna. Y poco después se transformó
la secretaría para quedar solamente de
Educación Pública(1921).
Hace poco, el doctor Roberto Rodríguez refería que México es el único que tiene adjetivada su Secretaría de Educación como
Pública, lo cual nos genera ciertas reflexiones. Por un lado, es necesario que se mantenga el carácter público del servicio que constitucionalmente corresponde al Estado mexicano. Por otro, hemos visto cómo el servicio se ha desprendido de algunas de sus funciones públicas, y es necesario revisarlas.
Un ejemplo claro es la impresión y distribución de los libros
de texto. Desde 1960 se entregaron los primeros ejemplares gratuitos.
Actualmente, por la insuficiencia de la Comisión Nacional de Libros de
Texto Gratuitos, para producir los tantos millones necesarios se recurre
a empresas privadas que, bajo licitación, imprimen y cubren el tiraje
requerido para la educación pública.
Este ejercicio del dinero público en manos de particulares está
normado por el mecanismo de la licitación, que es una convocatoria a la
que concurren diferentes instancias de proveedores para que el gobierno
ejerza el erario y cubra sus funciones.
De las licitaciones se desprenden adquisiciones, arrendamientos y
servicios. Éstas pueden ser: a) Públicas para que acudan varios posibles
proveedores. b) A cuando menos tres personas, o c) de Adjudicación
directa. La más común (más justa y deseable) es la licitación pública.
Pero se puede optar por los otros procedimientos: al menos tres
instancias o adjudicación directa, cuando no existan bienes o servicios
alternativos, o cuando exista un solo oferente o un solo autor de
derechos exclusivos.
Es necesario tener presentes estos elementos planteados, ya que el
gasto de la educación pública puede generar beneficio de los
particulares, antes que a los destinatarios originales. Hace unos días,
Luis Hernández Navarro (La Jornada 23/8/16) señalaba el
convenio entre la Secretaría de Educación Pública y el Tecnológico de
Monterrey, el cual está en las páginas electrónicas de ambas instancias.
Sin embargo, en ninguna de las dos se hace referencia a la licitación
ni al monto que se ejercerá para
contribuir a la formación y capacitación integral de docentes en todo el país.
Para la actualización docente, sí hay alternativas e instancias
públicas que se fortalecerían si el presupuesto se ejerciera con ellas.
No resultaría raro encontrar conflictos de intereses en este como en
otros casos. Tal parece ser que el dinero ejercido por la SEP para la
capacitación de profesores sí será
un traje a la medida, como refería el secretario Nuño. Pero a la medida de los empresarios.
* Jefe de redacción de Voces Normalistas
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