La Organización Mundial de la Salud sostiene que las diferentes
funciones de género que se traducen en roles y estereotipos, pueden
generar desigualdades, es decir, diferencias entre mujeres y hombres que
favorecen sistemáticamente a uno de los dos grupos, lo que se traduce
en violencia y discriminación contra ellas.
Ello constituye la pieza clave para entender la dominación y discriminación en contra de las mujeres por parte de los hombres, y ha impedido su pleno adelanto. La violencia contra las mujeres es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se le fuerza a una situación de subordinación respecto del hombre.
Entender esto nos permite mirar en su plena dimensión que nombrar a un hombre al frente de la Comisión de Igualdad de un congreso, (como ocurrió en Sinaloa) constituye un acto que promueve la subordinación de las mujeres que integren la comisión respecto al “hombre” que fue nombrado y designado.
Esta condición prevalecerá con todas las mujeres que busquen una alianza desde la sociedad civil, otros organismos públicos para contribuir a eliminar la desigualdad contra las mujeres, condición contradictoria con los principios de la propia comisión.
Esto nos lleva repensar en la razón por las que se crearon las cuotas paritarias: para que las mujeres se representaran a sí mismas en espacios de toma de decisión a fin de garantizar, difundir y defender los derechos e intereses de género, fundamentalmente con el propósito de revertir las desigualdades históricas, resultado de las formas de opresión y control (entre ellas, que las voces de las mujeres fueran representadas por los hombres).
Las mujeres estamos en proceso de construir nuestra propia voz, nuestros discursos, desde la reflexión para escucharnos a nosotras mismas, y esto nos permitirá transitar hacia el ejercicio pleno de nuestros derechos para revertir esas desigualdades que hoy día se traducen en feminización de la pobreza, del analfabetismo, de los salarios peor remunerados.
Las instituciones de atención a las mujeres y las comisiones legislativas, son resultado de las recomendaciones que el Estado Mexicano ha recibido de organismos internacionales y por los tratados y convenciones que ha signado, como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Belém do Pará) que reconocen la necesidad de implementar acciones afirmativas para revertir la desigualdad.
El Comité de expertas de la CEDAW recomendó al Estado parte que:
b) Elimine los obstáculos que impiden que las mujeres, en particular las indígenas, participar en la vida política de sus comunidades, inclusive realizando campañas de concienciación orientadas a ampliar la participación de la mujer en la vida política en los planos estatal y municipal;
Es contradictorio entonces que por un lado el congreso tenga esa responsabilidad, y un espacio que representa una oportunidad de participación para las mujeres, no sea ocupado por una.
Las críticas al sistema paritario, las acciones afirmativas y las medidas de protección a los Derechos Humanos de las mujeres son criticados bajo el argumento de que “las mujeres quieren todo y discriminan al hombre”.
Las mujeres no queremos todo, queremos empezar a tener voz, empezar a representarnos a nosotras mismas.
¿Es que acaso es tan difícil comprender que podemos hablar por nosotras mismas, pensar y defender nosotras mismas nuestro derecho a la construcción de una sociedad igualitaria, desde la perspectiva de las mujeres?
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
Ello constituye la pieza clave para entender la dominación y discriminación en contra de las mujeres por parte de los hombres, y ha impedido su pleno adelanto. La violencia contra las mujeres es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se le fuerza a una situación de subordinación respecto del hombre.
Entender esto nos permite mirar en su plena dimensión que nombrar a un hombre al frente de la Comisión de Igualdad de un congreso, (como ocurrió en Sinaloa) constituye un acto que promueve la subordinación de las mujeres que integren la comisión respecto al “hombre” que fue nombrado y designado.
Esta condición prevalecerá con todas las mujeres que busquen una alianza desde la sociedad civil, otros organismos públicos para contribuir a eliminar la desigualdad contra las mujeres, condición contradictoria con los principios de la propia comisión.
Esto nos lleva repensar en la razón por las que se crearon las cuotas paritarias: para que las mujeres se representaran a sí mismas en espacios de toma de decisión a fin de garantizar, difundir y defender los derechos e intereses de género, fundamentalmente con el propósito de revertir las desigualdades históricas, resultado de las formas de opresión y control (entre ellas, que las voces de las mujeres fueran representadas por los hombres).
Las mujeres estamos en proceso de construir nuestra propia voz, nuestros discursos, desde la reflexión para escucharnos a nosotras mismas, y esto nos permitirá transitar hacia el ejercicio pleno de nuestros derechos para revertir esas desigualdades que hoy día se traducen en feminización de la pobreza, del analfabetismo, de los salarios peor remunerados.
Las instituciones de atención a las mujeres y las comisiones legislativas, son resultado de las recomendaciones que el Estado Mexicano ha recibido de organismos internacionales y por los tratados y convenciones que ha signado, como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Belém do Pará) que reconocen la necesidad de implementar acciones afirmativas para revertir la desigualdad.
El Comité de expertas de la CEDAW recomendó al Estado parte que:
b) Elimine los obstáculos que impiden que las mujeres, en particular las indígenas, participar en la vida política de sus comunidades, inclusive realizando campañas de concienciación orientadas a ampliar la participación de la mujer en la vida política en los planos estatal y municipal;
Es contradictorio entonces que por un lado el congreso tenga esa responsabilidad, y un espacio que representa una oportunidad de participación para las mujeres, no sea ocupado por una.
Las críticas al sistema paritario, las acciones afirmativas y las medidas de protección a los Derechos Humanos de las mujeres son criticados bajo el argumento de que “las mujeres quieren todo y discriminan al hombre”.
Las mujeres no queremos todo, queremos empezar a tener voz, empezar a representarnos a nosotras mismas.
¿Es que acaso es tan difícil comprender que podemos hablar por nosotras mismas, pensar y defender nosotras mismas nuestro derecho a la construcción de una sociedad igualitaria, desde la perspectiva de las mujeres?
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Campeche.-
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