Daniela Villegas
Naucalpan es un municipio fronterizo con la Ciudad
de México, liminar, limítrofe y como todo lo que discurre entre las márgenes es
tenso, riesgoso, contradictorio.
Subo
las escaleras a paso rápido, casi corriendo, no sólo porque llevo prisa, sino
porque la premura de las personas que vienen caminando desde diversas salidas
de transporte del Paradero Sur de metro Cuatro Caminos, me empuja impaciente.
Es jueves por la mañana, más precisamente las 8 am, y los túneles Sur y Norte
que llevan a los torniquetes del metro bullen de voceadorxs de periódicos, vendedorxs
de sándwiches para lxs que ya no alcanzaron a desayunar en casa, así como de mujeres
y hombres que a toda velocidad suben y bajan las escaleras en dirección a los
vagones y/o salidas del metro que los llevarán a sus destinos de trabajo ya sea
en la Zona Metropolitana o en la Ciudad de México.
Antes
de llegar a los torniquetes de entrada a la estación observo desplegadas en la
barandilla, -que divide a aquellos que salen de los que entran del metro-, las
primeras planas de los periódicos del día. De inmediato de entre los diversos
encabezados y fotografías identifico el rostro de Karen Rebeca Esquivel
Espinoza, la joven de 19 años de quien un día antes, el miércoles 28 de
septiembre, fuera dado a conocer había sido encontrado su cuerpo junto con el
de Adriana Hernández Sánchez de 52 años dentro de maletas en un domicilio en la
colonia El Tejocote en el municipio de Naucalpan de Juárez, justo el municipio donde
ahora estoy parada y donde llevo viviendo casi tres décadas.
Pocos
se paran a leer con sorpresa las portadas en que aparece Karen, pareciese que la
premura y la violencia ya instaurada como parte del día a día hace que lxs usuarixs
del metro escaneen rápidamente sin casi siquiera inmutarse por los crueles
asesinatos de mujeres, ya no es sorpresivo, ya no impacta, pareciese que las
víctimas de feminicidios en el Estado de México se han vuelto parte del
cotidiano.
Pero
¿qué sucede cuando se tiene cuerpo de mujer, se es joven y se vive en
cualquiera de los municipios del Estado de México? ¿Se sigue paseando de manera
indiferente la mirada ante los distintos casos de feminicidios? Para mí que es
saberse en principio vulnerable, que la vida de las mujeres está en constante
riesgo, sin importar si se proviene de una colonia popular o de una zona
residencial, pues sabes que vives en un Estado corrupto y patriarcal, en el que
el mismo representante del gobierno mexiquense, el priísta Eruviel Ávila
Villegas, declarara como lo hizo en 2014 que en el Estado de México: “hay más
cosas graves que atender”, que los feminicidios.
Nahui-Calli-Pan Feminicida
Colindante
con las delegaciones Miguel Hidalgo y Azcapotzalco de la Ciudad de México y con
los municipios de Huixquilucan, Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza y
Jilotzingo, la antes conocida en lengua náhuatl como Nahui-Calli-Pan, “sobre
las cuatro casas”, es un municipio compuesto por una zona industrial que abarca
el Parque Industrial Atenco y Alce Blanco; el Campo Militar No. 1 de la
Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA); la zona rural San Francisco
Chimalpa, Santiago Tepatlaxco y Villa Alpina; zona residencial de Lomas Verdes,
Plaza Satélite, Echegaray y la zona popular que abarca San Bartolo, San
Esteban, Loma Colorada, El Molinito, La Cañada, entre otras.
Naucalpan
que justo cuando escribo éstas líneas es señalado junto con el municipio de
Ecatepec como de los peores lugares para vivir en el país de acuerdo al Índice de
las ciudades más habitables de México 2016 realizado por el Gabinete de
Comunicación Estratégica (GCE), no hace más que abonar a la visión clasista que
permea al país.
Esto
no quiere decir que no detecte la realidad marginal en lo económico, político y
social, sino evidenciar que el atraso, no es intrínseco al municipio, más bien
es a razón de que las autoridades no hacen nada a favor de la ciudadanía o lo
que hacen es insuficiente, lo cual resulta en que la demarcación esté a la saga.
Ésta
misma falta de compromiso político de los gobernantes con la población
naucalpense al no proveernos de bienestar social ni de seguridad, repercute en
que el sector femenino sea el más vulnerable, como demuestran las altas cifras de
feminicidios. Según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística
(Inegi) tan sólo en 2015 ocurrieron 402 feminicidios, siendo el municipio de
Ecatepec donde la mayor parte de las mujeres fueron asesinadas con 81 casos,
seguido por Naucalpan con 27 y en el transcurso de éste año se han
contabilizado 35 feminicidios entre los que ya se incluyen los de Karen y
Adriana. Así que Naucalpan no sólo es el peor lugar para vivir sino que es el
peor lugar para vivir siendo mujer, lo cual se refleja en las cifras.
Pues
pese a la instauración de la Alerta de Género desde el 28 de julio de 2015 en
once municipios el Estado de México entre los cuales se encuentra Naucalpan,
las víctimas de feminicidio han ido en aumento en un 30%, incluso llegando a
superar las cifras de Ciudad Juárez, Chihauhua, conocido como el epicentro del
feminicidio en México y el mundo.
¿Aguantar y seguir con su camino?
De
diversas edades pero preferentemente niñas y mujeres jóvenes en edad escolar de
entre 12 y 20 años son las principales víctimas de violencia sexual,
desapariciones y feminicidios en el municipio. El temor a un robo, o ataque
entre lxs jóvenes de la localidad, pero principalmente entre las mujeres es
constante como señala Johana Aldama Lopez, estudiante universitaria de 18 años
y habitante de Loma Colorada: “Casi todo el tiempo está solo (el
camino a la parada del transporte) y más cuando no te vas acompañada de alguien
tienes que estar vigilando para que no te sigan. Llevo dos celulares uno por si
me llegaran a robar y el otro para comunicarme con mis papás”.
Alumbrado
público escaso o nulo, largos trayectos solitarios para llegar a la escuela o
el trabajo desde tempranas horas de la mañana o a altas horas de la noche, cercanía
a puntos de compra-venta de droga, crimen organizado y falta de apoyo de la
fuerza pública es a lo que nos enfrentamos la mayoría de niñas y jóvenes del
municipio, sobre todo de colonias populares donde los servicios son más
deficientes.
Algunas
jóvenes han decidido tener ciertas estrategias de sobrevivencia como ser
acompañadas en sus trayectos por una figura masculina, lo cual tan sólo hace
prevaleciente la idea de que sólo se respeta lo masculino y lamentablemente
tampoco en todos los casos las protege, mientras que otras como señala Johana
al hablar de algunas compañeras han decidido mantenerse calladas ante el acoso
sexual en el transporte público, “bastantes cuando se subían al pesero y las tocaban
ellas no decían nada por miedo y porque sabían que no era su primera vez que
les hacían eso lo único que hacían era aguantar y seguir con su camino”.
El
no alzar la voz, el depender simbólicamente de una figura masculina para estar
en el espacio público, el no denunciar resulta una manera de protegerse momentánea
pero ineficazmente ante un Estado que no protege las vidas de las mujeres y que
las criminaliza y justifica y/o invisibiliza las violencias cometidas hacia sus
cuerpos, con frases machistas de “no deberías andar a altas horas de la noche
sola”, “no deberías de usar tal o cual indumentaria”, “no deberías de beber
alcohol en fiestas pues te expones”.
Todas
ésas series de frases justifican desde una óptica patriarcal cualquier acto de
violencia contra las mujeres, en vez de castigar al o los perpetradores de
actos violentos hacia las mujeres y al Estado feminicida que alimenta la
impunidad al no resolver los feminicidios.
El
próximo 30 de octubre a las 10 am habrá una protesta en contra de los
feminicidios en Estado de México, más específicamente en Naucalpan en las
Torres de Satélite, la cual se sumará a la más reciente ocurrida en Lomas
Verdes el pasado lunes 3 de octubre que tuvo como detonante los feminicidios de
Karen y Adriana.
¡Asistamos!
y clamemos ¡Autodefensa feminista!, ¡Ninguna agresión sin respuesta! ¡Basta de
un Estado feminicida! y que ¡El miedo cambie de lado!, porque ¡Nos queremos
vivas todas! ¡Las mujeres de las periferias, de las colonias populares! ¡Las
mujeres de las zonas residenciales! ¡Las mujeres rurales! ¡Las mujeres
naucalpenses! ¡Las vidas de todas valen!, porque como señalaría la feminista
Audre Lorde “Mis silencios no me han protegido. Tú silencio no te
protegerá”.
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