Madrid, 13 octubre. 16. AmecoPress. Las
mujeres rurales celebran su Día Internacional. Como cada 15 de
octubre, el colectivo aprovecha para reivindicar la igualdad de
oportunidades. Y es que estas mujeres se enfrentan a una triple
discriminación en su labor, marcada por una actividad sometida a grandes
incertidumbres, un medio rural que cuenta con poco apoyo social y, por
último, el simple hecho de ser mujer en un sector ampliamente
masculinizado. Los problemas específicos de las mujeres rurales podrían
verse reducidos gracias a medidas de conciliación y corresponsabilidad.
Las
mujeres rurales aprovechan su Día Internacional para visibilizar los
problemas a los que están sometidas. El 15 de octubre se convierte, para
ellas, en un día de reivindicación de sus derechos. “Una de las
principales reivindicaciones pasa por recuperar la igualdad de
oportunidades. Aprovechamos que es un Día Internacional para hacernos
visibles”, cuenta Teresa López, presidenta de la Federación de
Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR).
“Todos los años lo
celebramos, para que las mujeres rurales de diferentes puntos de España
puedan compartir sus experiencias”, refleja López. Este año, las
jornadas celebradas por FADEMUR tendrán lugar en Tenerife, donde se
reunirán 500 mujeres. En paralelo, se va a realizar una feria de
artesanía. “Queremos fomentar esta actividad, por eso también la
desarrollamos durante la jornada. Las mujeres rurales hacen maravillas
artesanales y queremos que entren dentro del modelo”, añade la
presidenta de FADEMUR.
Prioridad política
“Los
pueblos son los que se quedan con el futuro, por eso se debe garantizar
en el presente una vida digna para quienes los habitan”, subraya López
en nombre de la entidad a la que representa. “Debemos ser una prioridad
real en política. No vale que se hable de igualdad si luego no se dota
presupuestariamente ni se hacen las convocatorias pertinentes”, denuncia
la Presidenta de FADEMUR. Y suma: “Al final, es un ‘anuncio’ que se
queda en eso y no llega a las personas que lo piden”.
En este
sentido, es importante la Ley de Titularidad Compartida, que el 5 de
enero de 2012 se puso en marcha. Entonces, se observó un “cambio de
prioridad”, sin embargo, no ha sucedido según lo previsto. “Si se
hubiera puesto en marcha, en tres meses se tendrían que haber realizado
planes de sensibilización para que las mujeres conocieran sus derechos y
se incentivara la construcción de la titularidad compartida”, denuncia
López.
Carmen Quintanilla, presidenta nacional de la Asociación de
Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER) también ha advertido que
“la Ley no ha cumplido las expectativas con las que se aprobó. A fecha
de hoy, tan solo 200 mujeres en toda España se han acogido a esta
figura”. Desde esta organización, piden que se analice el desarrollo de
la Ley y se modifiquen los puntos o aspectos necesarios para promover
que un mayor número de mujeres se acojan a esta figura.
“Tras
cuatro años, solo doscientas explotaciones –que consideramos en manos de
heroínas- han sido dadas de alta, superando todos los límites de una
ley que sí reconoce, pero no se está cumpliendo”, advierte López. “La
manera de revertir el tiempo perdido sería haciéndolo al revés. Las
explotaciones que cumplan los requisitos deberían ser inscritas como
totales, dando por hecho que son de titularidad compartida. Y quienes no
lo quieran, deben ser quienes lo soliciten”, propone la presidenta de
FADEMUR.
Con
esta Ley, “las personas cotitulares, por ejemplo, están también
incluidas en el Sistema de la Seguridad Social, con los mismos derechos
que establece la Ley 18/2007 por la que se procede a la integración de
los trabajadores por cuenta propia del Régimen Especial Agrario de la
Seguridad Social en el Régimen Especial de la Seguridad Social de los
Trabajadores por Cuenta Propia o Autónomos”, cuenta la presidenta de
AFAMMER.
Quintanilla habla de esta ley como una “reivindicación”
que desde hace más de treinta años demandan las mujeres. “Es importante
porque visibiliza el trabajo hasta entonces invisible de las mujeres
como colaboradoras en explotaciones agrarias. Y además, les otorga
derechos sociales que, como colaboradoras, no tendrían”, añade.
Según datos de AFAMMER, en Europa, alrededor de 6 millones de mujeres
trabajan en la agricultura. Sin embargo, solo 1,5 millones son titulares
o cotitulares de las explotaciones agrarias, mientras que 4,5 millones
lo hacen como cónyuges colaboradoras.
En el caso de España, el 24
por ciento de la población vive en zonas rurales y seis millones de
mujeres habitan en el entorno rural. Menos del 9 por ciento de las
explotaciones agrícolas son gestionadas por mujeres. Además, en la mayor
parte de las explotaciones gestionadas por mujeres, la producción se
dedica a la propia subsistencia.
Un medio rural patriarcal y machista
Además,
las características propias de los pueblos afectan especialmente a las
mujeres, pues son ellas las que, como una “obligación no escrita”, dejan
su ocupación o la combinan mediante encajes imposibles para ocuparse de
la familia. “De esta forma no podemos cambiar la dinámica patriarcal”,
denuncia la presidenta de FADEMUR. Para esta organización, es importante
que se reconozca “el papel que las mujeres desempeñan en la estabilidad
y el desarrollo del mundo rural”.
El medio rural es mucho más
difícil que el urbano para las mujeres porque “todavía persiste una
mentalidad machista y patriarcal que sigue situando a las mujeres frente
a las labores del hogar y del cuidado de los familiares”, refleja
Quintanilla.
Prueba de esta mentalidad es que el 30 por ciento de
la población rural piensa que la vida profesional de las mujeres debe
pasar a un segundo plano con la maternidad. Más del 50 por ciento de la
población del medio rural cree que las mujeres tienen una “capacidad
natural” para las tareas domésticas y de cuidado. “Hay que cambiar, sin
duda, esta mentalidad. La ausencia de corresponsabilidad entre mujeres y
hombres saca del mercado laboral al 30 por ciento de las mujeres
rurales”, cuenta la presidenta de AFAMMER, que asegura que desde su
organización trabajan por cambiarla.
Conciliación y corresponsabilidad
“Una
mayor conciliación y corresponsabilidad repercutiría de forma muy
positiva a la hora de que las mujeres accedan a un puesto de trabajo o
den el paso de emprender”, defiende Quintanilla. Y es que las mujeres
que viven en el medio rural siguen enfrentándose a más dificultades que
las que viven en el mundo urbano, especialmente “a la hora de tener
acceso a determinados servicios asistenciales como son guarderías,
servicios de proximidad y de atención a menores, mayores y personas
dependientes”, explica la presidenta de AFAMMER.
En
muchos casos, las mujeres no dan el paso a ocupar puestos a nivel
político, económico o social porque no pueden compaginarlos con su vida
familiar. Por ejemplo, en el caso de las cooperativas agrarias –motor
económico de muchos pueblos-, las mujeres representan el 25 por ciento,
pero solo ocupan un 3 por ciento de los puestos en los consejos
rectores. “Muy pocas mujeres rurales pueden asistir a las asambleas, ya
que se suelen convocar a partir de las ocho de la tarde, una hora en la
que tienen muy difícil poder asistir. Esto no ocurre así con los
hombres”, advierte Quintanilla.
Por ello, entre los próximos retos
se encuentra la puesta en marcha de estos servicios en distintas
comarcas rurales. “Todos estos servicios son muy importantes para
facilitar la conciliación de la vida familiar y laboral. La
imposibilidad de conciliar es un obstáculo para muchas mujeres a la hora
de acceder al mercado laboral, de emprender un negocio o de participar
en los órganos donde se toman las decisiones”, defiende Quintanilla.
A
todo esto, hay que sumar que los pueblos son lugares que tienen unas
peculiaridades que no existen en la ciudad. “Los recortes han afectado a
todo, pero en el mundo rural tiene una influencia mucho más profunda,
especialmente cuando tiene que ver con la logística y el cuidado de la
familia”, argumenta López.
“En sanidad, por ejemplo, en la ciudad
suponen un retraso de una semana –o más- en una cita. En el pueblo,
supone que las personas se tengan que desplazar 40 kilómetros para una
consulta. O, al revés, que sea solo una vez por semana la que el pueblo
recibe a profesionales sanitarios. El cambio es significativo,
¿verdad?”, pregunta López. “Sin servicios suficientes, los pueblos no
tienen futuro”.
Las mujeres rurales dedicadas a la agricultura y a
la ganadería, están desarrollando sus actividades con incertidumbre.
“Es un momento delicado en todos los sectores. Los precios son muy bajos
y la cadena es difícil de remunerar adecuadamente. Las perspectivas no
son muy halagüeñas cuando los pueblos deberían ser considerados el motor
de la economía”, concluye López.
Las mujeres, como parte
importante del mundo rural, luchan cada día -no solo en su Día
Internacional- contra la triple discriminación que sufren. Estas mujeres
quieren que su labor sea reconocida y la puedan desarrollar de una
manera plena: con igualdad de derechos, oportunidades y condiciones.
Fotos: AmecoPress, tomadas de FADEMUR
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