Por supuesto, todo el
mundo está familiarizado con las imágenes de la guerra civil en Siria.
México no es la excepción. Lo curioso es que México no vea que pertenece
a la misma liga de conflictos armados de alta intensidad.
Desde el año pasado el International Institute of Strategic Studies (IISS),
con base en Londres, genera un reporte anual sobre los conflictos
armados activos en el mundo. En las dos ediciones publicadas hasta el
momento del Armed Conflict Survey, la guerra del narco se ha
llevado la medalla de plata. Después de Siria, el conflicto armado más
exacerbado –por el número de muertes– en la actualidad es justo el que
persiste en México y el Triángulo Norte de América Central (Guatemala,
Honduras y el Salvador).
En 2014 murieron 70,000 personas en la guerra civil de Siria, contra 30,000 en la guerra del narco
(México y Centroamérica), seguidos de Irak con 18,000 víctimas fatales
en el mismo año. Para 2015, sin embargo, la distancia entre Siria y la
guerra del narco se acortó: 55,000 contra 34,000 (divididos por igual
entre México y Centroamérica), seguidos por Afganistán con 15,000.
En Siria están combatiendo seis ejércitos apoyados de forma directa o indirecta por varias naciones: gringos, rusos, turcos, libaneses sunitas (Hezbollah),
kurdos, iraníes, árabes de varios países… La guerra del narco no tiene
ese nivel de complejidad, pero ello no ha sido un obstáculo para que la
distancia entre la medalla de oro y la de plata se esté reduciendo.
Juntas, la guerra en Siria y nuestra guerra del narco sumaron más de la
mitad de las víctimas fatales, en 2014 y 2015, en conflictos armados a
nivel global.
Lo curioso. El año pasado, una petición en change.org alcanzó poco menos de 200 mil firmas para que México aceptara 10 mil refugiados sirios. La Secretaría de Relaciones Exteriores incluso declaró que estaba considerando esa posibilidad.
¿Por qué México se conmovió más por la suerte de los desplazados sirios
que, digamos, los de Afganistán, Sudán del Sur o Nigeria? ¿O las decenas de miles de menores de edad centroamericanos que atraviesan nuestro país en su intento por llegar a Estados Unidos? ¿O, vaya, los más de 280 mil desplazados internos
(mexicanos), totalmente olvidados por la opinión pública? La respuesta
es sencilla: los desplazados sirios se volcaron en masa hacia Europa,
con lo cual acapararon la atención de las agencias internacionales de
noticias. En consecuencia, la opinión pública mexicana se conmovió
siguiendo la conmoción de la opinión pública europea… ese viejo 'tic'
colonial que otorga más importancia a lo que ocurre en las metrópolis
que lo que pasa en cualquier otro lugar (incluyendo el propio).
Si
no fuera por nuestra guerra del narco, América sería la parte más
pacífica del mundo. El otro conflicto armado que destaca en nuestro
hemisferio es el de Colombia, con más de 50 años de edad y que ha
generado más de 260,000 muertes.
Para comparar, tan sólo entre 2013 y 2015 –de acuerdo, una vez más, con
el IISS– la guerra del narco en México y Centroamérica cobró 95,000
víctimas fatales. No hay que insistir mucho para conjeturar que, a este
ritmo, nuestra guerra, con 10 años de edad, podría alcanzar pronto a la
colombiana.
Aclaro. No digo que México no debe solidarizarse con Siria –solo subrayo la ausencia de un shock
equivalente en relación con nuestro espacio. El dilema “socialismo o
barbarie” de Rosa Luxemburgo parece rebasarnos –los signos de barbarie
ya están aquí. Un renacimiento de la tradición revolucionaria, más que
una opción para evitar la barbarie, será un grito para salir de ella.
Pero claro, si la barbarie pasara desapercibida, no nos espera nada
bueno.
PD: Cuando vivía en el extranjero,
vi a muchos paisanos explicando a gente de otros países que “sólo” había
violencia en el norte de México. El crimen de Ayotzinapa ha obligado
–supongo– un cambio esta percepción. Ciudad Juárez ya no es la capital
de los feminicidios –ahora es Ecatepec– ni la ciudad más mortífera del
país –ese honor ahora le corresponde a Acapulco. Los activistas de
Chihuahua hace tiempo alertaron sobre la posible juarización del país.
* Columna publicada el 10/oct/2016 en 30-30.com.mx
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