El próximo primero
de enero se cumplirán 25 años del surgimiento a la luz pública del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El desafío al Estado
mexicano, en el día de inicio formal de operación del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, caló hasta nuestras raíces y movilizó
como nunca a los pueblos indígenas de nuestro país, colocando su agenda
en la de la nación y también dio esperanza y sentido a muchos activistas
y movimientos en el mundo que se encontraban buscando cómo orientar la
brújula de la izquierda en tiempos neoliberales.
Imposible reconstruir en unas líneas la trayectoria y el aporte del
EZLN, baste señalar que un primer paso importante fue la masiva demanda
social de cese al fuego que logró de Salinas de Gortari, el 12 de enero,
el cese unilateral del fuego y el respeto zapatista a dicha decisión.
Sin embargo, siendo importante ese factor tampoco se puede ignorar que
el Estado ha hecho la guerra contra el zapatismo por muchos medios, y no
precisamente pacíficos.
Un momento clave fue el de la traición del 9 de febrero de 1995,
cuando el entonces Presidente de la República, Ernesto Zedillo,
convertido en Ministerio Público, difundió en cadena nacional las
supuestas identidades de la dirigencia zapatista y la emisión de órdenes
de aprehensión, mientras el Ejército avanzaba en Chiapas contra el
territorio que ocupaban sus bases. De ahí proviene el estigma de Esteban
Moctezuma que como entonces secretario de Gobernación fue recibido en
Chiapas días antes en supuesto y discreto plan de diálogo.
La crisis desatada derivó en la emisión de la Ley para el Diálogo, la
Negociación y la Paz Digna en Chiapas que en su artículo primero dice:
Esta ley tiene por objeto establecer las bases jurídicas que propicien
el diálogo y la conciliación para alcanzar, a través de un acuerdo de
concordia y pacificación, la solución justa, digna y duradera al
conflicto armado iniciado el primero de enero de 1994 en el estado de
Chiapas. Para los efectos de la presente ley, se entenderá como EZLN el
grupo de personas que se identifica como una organización de ciudadanos
mexicanos, mayoritariamente indígenas, que se inconformó por diversas
causas y se involucró en el conflicto a que se refiere el párrafo
anterior.
A partir de ese contexto, se definió la ruta del diálogo cuya primera
mesa produjo los Acuerdos de San Andrés sobre derecho y cultura
indígena firmados el 16 de febrero de 1996 y tras una serie de crisis,
ya en el foxismo y con expresiones zapatistas de condiciones para
sentarse de nuevo con el gobierno, se promulgó en 2001 la contrarreforma
indígena con lo que el EZLN consideró que el Estado pateó el tablero y
dio al traste con la posibilidad de retomar el diálogo suspendido desde
septiembre de 1996.
De 2001 a la fecha, el zapatismo ha construido su autonomía en
Chiapas, desarrollando diferentes áreas de trabajo mediante instancias
de gobierno autónomo, así como sus propios sistemas de salud y educación
por medio del trabajo colectivo, con la participación de todos y todas,
mujeres, hombres, jóvenes y niñ@s. Se trata de las juntas de buen
gobierno, experiencia emblemática más allá de las fronteras nacionales
que sistematizaron y compartieron en la Escuelita zapatista, y han
organizado diversos seminarios sobre la hidra capitalista, los comparte,
los conciencia, entre otros.
La más reciente experiencia política fue el acompañamiento al
Congreso Nacional Indígena en la decisión de nombrar un consejo indígena
de gobierno con representantes hombres y mujeres de cada uno de los
pueblos, tribus y naciones que lo integran. Y que este concejo se
proponga gobernar este país. Y que tendrá como voz a una mujer indígena
del CNI, es decir, que tenga sangre indígena y conozca su cultura, que
sería candidata independiente a la Presidencia de México.
Conocemos el resultado de esta experiencia, de cara a las reglas del
Estado: Marichuy no alcanzó el número de firmas requeridas, sin embargo
su recorrido logró la articulación de redes que se mantienen en torno a
la opción anticapitalista. También dieron cuenta de la profundización
del deterioro en el país y de la virtual guerra contra los pueblos
promovida desde el Estado. El EZLN ha reiterado el señalamiento sobre la
transmutación de los gobernantes en la figura histórica de los
capataces: Son buenos defensores de los intereses de sus patrones para
saquear las riquezas naturales de nuestro país y el mundo como la
tierra, los bosques, las montañas, el agua, los ríos, los lagos, las
lagunas, el aire y las minas que están guardadas en el seno de nuestra
madre tierra, porque el patrón todo lo considera una mercancía y así nos
quieren destruir por completo. No están presentes de la parte oficial,
en el nuevo gobierno, en sus proyectos, elementos para suponer un cambio
de rumbo en esa trayectoria que amenaza la vida de los pueblos.
Con estos elementos podemos vislumbrar el mensaje zapatista el próximo primero de enero.
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