Con la novedad, mexicanos
pagadores, que el próximo año de cada peso presupuestal se destinarán 13
centavos para cubrir el costo financiero (intereses, básicamente) de la
abultadísima cuan onerosa deuda pública (interna y externa) legada por
el insaciable gobierno peñanietista y predecesores.
La nueva administración aún no ha tenido tiempo de endeudarse, pero
tan solo en su primer mes de ejercicio –diciembre– debe pagar –como
parte del legado del gobierno de Peña Nieto– alrededor de 22 mil
millones de pesos (98 por ciento de esa cantidad se va al pago de
intereses y el resto a
gastos y comisiones) por el costo financiero del débito público, de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda.
Ese monto es similar al presupuesto que en 2019 ejercerán, cada una,
las secretarías de Hacienda y Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, y
al que se destinará al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y
resulta 2.5 veces superior al que se canalizará a cada una de las
secretarías de Relaciones Exteriores, Economía y Turismo. De ese tamaño.
El problema se agudiza cuando se sabe que las erogaciones por la
abultadísima deuda pública aumentarán el próximo año.En su edición de
ayer La Jornada informó que en 2019 “el costo financiero de la
deuda pública –pago de intereses y comisiones– ascenderá a 749 mil 100
millones de pesos, un incremento de 11.4 por ciento en términos reales
respecto del monto autorizado en 2018”. Y esa cifra equivale a 13 por
ciento (13 centavos de cada peso) del Presupuesto de Egresos de la
Federación aprobado por la Cámara de Diputados para el próximo año.
Como se ha documentado en este espacio, con Enrique Peña Nieto en Los
Pinos la deuda del sector público federal se incrementó en más de 4
billones 600 mil millones de pesos (78 por ciento de aumento respecto
del cierre del sexenio calderonista, durante el cual el débito también
creció a paso veloz), y lo peor del caso es que alrededor de 3.5
billones se destinaron exclusivamente al pago de intereses.
Si se amplía el periodo de análisis, queda claro que los tres
gobiernos pasados (Fox, Calderón y Peña Nieto) multiplicaron por cinco
el saldo de la deuda pública federal (la de los estados, que no es poca,
se cocina aparte). Al concluir el sexenio de Ernesto Zedillo, dicho
saldo (herencia del ahora mariguanero) rondaba los 2 billones de pesos;
18 años después, al término de la administración peñanietista, se
incrementó a 10.5 billones, en números redondos.
La estadística oficial (Secretaría de Hacienda) da cuenta que de 1990 (cuando Carlos Salinas celebraba que
el problema del débito público quedó resuelto) a 2018, los mexicanos pagaron casi 7 billones de pesos en intereses de lo que los tecnócratas califican de
deuda razonable, aunque las mayores erogaciones por tal concepto se registraron durante los gobiernos de Calderón y Peña Nieto. Así, de cada peso contratado como nueva deuda, 70 centavos se destinaron a pagar los intereses… de la deuda. Negocio redondo, pero no para el país.
El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico
(IDIC) documenta que cuando se inicio el sexenio de Ernesto Zedillo
la deuda pública externa e interna de México sumaba 97 mil millones de dólares, y era evidente que no había capacidad de pago; 23 años después, el saldo roza los 500 mil millones de dólares, y la citada evidencia se mantiene: ajuste tras ajuste (recorte tras recorte) para cumplir con el voluminoso servicio del débito, a costillas del desarrollo nacional.
A lo largo de ese periodo, apunta el IDIC, quedó de manifiesto que
el mayor endeudamiento no tuvo un destino productivo; como resultado se tiene que los compromisos financieros del gobierno superan su capacidad de pago.
Las rebanadas del pastel
Para vomitar, por decirlo suave, los inmundos dichos de los comentócratas carroñeros sobre
el motivodel fallecimiento de Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle.
Twitter: @cafevega
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