El gobierno de Andrés Manuel
López Obrador aceptó recibir a los migrantes, de cualquier nacionalidad,
que hayan solicitado refugio en Estados Unidos para que estén en México
mientras dan respuesta a su solicitud, justificando esa resolución en
una supuesta
legislación mexicana vigente y compromisos internacionales suscritos en el marco de una determinación soberana del gobierno federal. Desde mi punto de vista es una decisión totalmente equivocada, pues va en contra de los migrantes a los que supuestamente se pretende proteger. El canciller Marcelo Ebrard deforma los términos al señalar que
aceptó brindar protección a esa población por razones humanitariascuando, la realidad, es que está aceptando una imposición unilateral de Estados Unidos forzando a la nación a tomar una decisión que no sólo no le corresponde, sino que justamente está permitiendo la violación de los derechos humanos de esos migrantes.
En primer lugar, con su anuencia está siendo cómplice de la
infracción que la administración de Donald Trump está llevando a cabo en
la medida en que sus leyes le obligan a retener dentro de Estados
Unidos a quienes demandan asilo. Por otro lado, está alejando a los
abogados de los solicitantes de asilo poniendo un país de por medio
dificultando el contacto con los migrantes. Decir que la tecnología
permite superar ese problema, es simplemente darles una bofetada a esos
migrantes porque, como se puede suponer, no sólo tienen muy difícil
acceso a esas modernidades, pero lo peor es que entorpece mantener, con
la asiduidad necesaria, la relación entre migrantes y abogados. La
cercanía con los abogados les otorga mayor seguridad a los migrantes,
ante condiciones tan contingentes y de tanta incertidumbre de un proceso
de por sí muy problemático.
El gobierno mexicano no debe ser cómplice de las transgresiones que
Donald Trump pretende llevar a cabo, por el contrario, debe poner en
evidencia ante la comunidad internacional que ese gobierno está
evadiendo lo que de suyo es un asunto interno y que la salida no puede
ser aceptar retener en México a los migrantes, pues es un atentado a sus
derechos humanos, a la ley de asilo y a los tratados internacionales.
Por más que el gobierno de Donald Trump haya querido escabullirse de sus
compromisos internacionales, al no querer firmar el Pacto Mundial para
una Migración Ordenada y Regular firmado por 150 naciones en Marruecos
el 11 de diciembre del presente año, hay otro conjunto de tratados
iternacionales que debe respetar, pues siguen vigentes en Estados
Unidos.
México y su gobierno tienen claro que hay una migración forzada, que
podemos caracterizar como personas que enfrentan una profunda
precariedad y que para sobrevivir buscan nuevos horizontes atravesando
penosamente las fronteras en forma irregular, o indocumentada, y a la
que suele conceptualizarse como
migración económica. Esta es una migración que enfrenta un falso debate, porque supuestamente no amerita ninguna protección (es decir refugio ni asilo) lo que impide poner de relieve las causas profundas generadas por el sistema capitalista en su fase neoliberal que ha producido un crecimiento desmesurado de la pobreza y beneficios extraordinarios para una ínfima parte de personas en el planeta. Habría que recordar que los países desarrollados, sobre todo Estados Unidos, siguen subsidiando a sus productores que reducen a tal nivel los precios mundiales que los campesinos de las naciones en desarrollo pierden más que el presupuesto total de ayuda estadunidense a esos países. Por lo que no es extraño que esos agricultores abandonen sus tierras y emigren hacia Estados Unidos.
Oxfam señala que las restricciones comerciales de las naciones ricas
implican enormes costos para los países en desarrollo, los que se
calculan en el doble de lo que reciben como ayuda. Esto explica por qué
ambos grupos, los migrantes económicos y los refugiados están forzados a
moverse por razones de sobrevivencia física o económica, hermanados por
la urgencia de encontrar trabajo. Como señala Stephen Castles,
las políticas del Norte en materia de comercio, cooperación internacional y asuntos internacionales son las principales causas de los flujos migratorios que las políticas migratorias del propio Norte pretenden controlar.
Consideraciones que el gobierno del presidente López Obrador debe
incorporar a su muy importante proyecto de apoyo a los países
centroamericanos.
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