12/29/2018

Iria Marañón: "Si los hombres se hubieran responsabilizado de los cuidados ya sería un trabajo remunerado"

El 95% de las mujeres se ocupan del cuidado de sus hijas e hijos frente al 68% de los hombres

Madrid, 19 dic. 18. AmecoPress.- Un día con importantes reuniones de trabajo o con un proyecto que entregar. Está nublado y no sabes si va a llover, “¿habré quitado la ropa del tendedero?”. Mañana tu hija tiene esa función del colegio, “¿tendrá el traje listo? ¿Le metí la merienda en la mochila? ¿Quedará aceite para esta noche?” Todas estas preguntas forman parte de la carga mental que soportas por llevar el peso de los cuidados y de tu hogar, pero quizá falta hacerse la pregunta más importante: “¿está también mi pareja pensando en todo esto?”
La entrada al mercado laboral fue un avance fundamental para la lucha feminista, pero con ella nunca llegó a dividirse el trabajo en la esfera privada. Según datos del INE, el 95% de las mujeres se ocupan del cuidado de sus hijas e hijos frente a un 68% de los hombres. En España, el 89% de las personas que cuidan de sus familiares dependientes son mujeres, según el IMSERSO.
Hablamos con la escritora y editora Iria Marañón, que en su libro “Libérate de la carga mental” pone directamente el foco sobre los hombres y sobre el Estado para que comiencen a responsabilizarse y repartir ese peso extra que soportan las mujeres. Es una cuestión de derechos irrenunciables que niños, niñas, personas enfermas y dependientes estén bien atendidos y que tales cuidados no dependan de que las mujeres abandonen el mercado de trabajo, se inserten en él en peores condiciones o se carguen con una jornada doble extenuante”.
Cuando vas a comprar este libro piensas, por su título, que te va a servir por tu situación personal, pero cuando te lo lees descubres que hay cuestiones que nos condicionan a todas las mujeres y, al final, no eres tan particular como creías.
Es que como decían las feministas de los años 60: “lo personal es político”. Lo que ocurre a una mujer en su casa le suele ocurrir a todas las demás en la suya. Es normal que una piense que tiene una situación personal excepcional pero cuando empiezas a rascar te das cuenta de que todas las mujeres tenemos las mismas circunstancias: todas cuidamos, todas nos ocupamos de las tareas domésticas, todas tenemos cargas de trabajo…
Quizá pensábamos que nuestra situación era así porque la habíamos elegido libremente pero las decisiones libres no lo son tanto.
En eso insisto mucho, porque muchas mujeres me cuentan que han pedido una baja maternal, han reducido su jornada o han decidido quedarse en casa cuidando de alguien y me venden esas decisiones como libres y personales y yo siempre digo: pues qué coincidencia que todas las mujeres lleguemos a los mismos acuerdos, porque los datos dicen que somos las mujeres las que más nos ocupamos de estas cosas. Por eso yo creo que es importante que seamos conscientes de que todas las decisiones que tomamos en base a nuestro género no son tan libres como pensamos.
Es importante que reflexionemos por qué hemos decidido hacer lo que hemos hecho y de esa manera empezar a liberarnos.
¿De qué dirías que está hecha la carga mental extra que soportan las mujeres?
La carga mental está hecha de las listas, de la planificación, del recuerdo de fechas, citas y del trabajo invisible que las personas realizamos para organizar nuestras vidas y las vidas de las personas que dependen de nosotros. A esa carga mental hay que añadirle una carga física, consecuencia de la primera. También entra el amor, las relaciones familiares, los contextos sociales y cómo nos relacionamos con la gente.
¿Por qué las mujeres nos hacemos nosotras mismas las responsables de todo?
Hay muchos factores que determinan que nosotras acabemos asumiendo este trabajo. Para empezar, la otra mitad de la población no la está asumiendo como propia, y además se nos ha educado para ser así.
Parece que la sociedad está gestionada para que nosotras acabemos haciendo esto. ¿Por qué no hay guarderías de 0 a 3 años gratuitas como el resto de las etapas escolares? Porque hay mujeres que cuidan. La Ley de Dependencia ha llegado hace muy poco, pero antes, ¿por qué no existía algo que se ocupara de esas personas que necesitaban ayuda? Porque había mujeres que lo hacían gratuitamente.
¿Y la razón por la que los hombres no asumen esa responsabilidad al mismo nivel es porque son incapaces de percatarse de que hay un trabajo invisible que están haciendo las mujeres por ellos?
Es porque vivimos en un sistema patriarcal que les tiene reservado otra realidad a los hombres. Es tanto por la educación, como por el sistema y la forma en la que nos socializamos por lo que no asumen esas tareas como propias porque las hacen las mujeres. Ellos están enfocados a hacer otro trabajo fuera del hogar, en el que tienen que ganar dinero, ser competitivos, etc. Nos han dirigido para que hagamos las cosas de estas dos formas.
En el libro comentas esa situación en la que el hombre considera que está cumpliendo con su parte solo por hacer lo que su pareja le pide que haga.
Sí, es que hemos llegado a un punto en el que hay muchos hombres que creen que sí están siendo corresponsables porque hacen cosas, ejecutan muchas cosas. Van a hacer la compra, cocinan, limpian, recogen a los niños… ¿Cuál es el problema? Que la carga mental no está solo en hacer las cosas, sino en pensarlas, en organizarlas. Al final las mujeres hacemos un papel de directoras de una organización en la que vamos repartiendo tareas además de hacer las nuestras, pero es que ese trabajo es muchísimo más pesado.
Un ejemplo que pongo es el de Kim Campbell, la primera ministra canadiense, que durante una reunión de un gabinete de crisis se sorprendió a sí misma porque estaba debatiendo soluciones importantísimas para su país y lo único que tenía en la cabeza es que no había descongelado los filetes para la cena. Eso ejemplifica muy bien cómo las mujeres hagamos lo que hagamos tenemos en la cabeza siempre las gestiones del hogar y la planificación familiar. Mientras, los hombres se dedican simplemente a ejecutar. Si están trabajando están trabajando y no hacen nada más.
¿Y saben los hombres cuidar de sí mismos?
Muchas veces la educación que han recibido no les ha hecho lo suficientemente autónomos e independientes para cuidarse a sí mismos. Conozco muchos hombres que han vivido solos y se han alimentado a base de pizzas y hamburgesas porque no saben cocinar, o no sabían poner lavadoras. Las personas que educamos estamos educando a hombres incapaces de gestionarse a ellos mismos y muchas mujeres cuando se emparejan con hombres acaban siendo sus madres también, las que les acaban organizando y a las que preguntan dónde están las cosas y cómo tienen que actuar. Esto es un problema porque añade más carga mental a las mujeres.
Y las mujeres que leyendo el libro se hayan dado cuenta de que eso también les ocurre a ellas, que se encargan de toda la planificación familiar. ¿Cómo pueden solucionar este problema con su pareja?
Yo creo que lo primero de todo es hacer ver a la pareja cuál es su carga mental, escribirla en un papel. Tengo que pensar qué vamos a comer toda esta semana para luego hacer la lista de la compra, luego comprarlo y cocinarlo. No solamente es: toma este papelito y vete a comprar. Los hombres tienen que saber cuál es todo el proceso, de dónde viene el filete que me llega a la mesa, ¿cómo es que lo tengo?, pues porque alguien se ha acordado de comprarlo, como todas las cosas que disfrutan día a día. Tienen que ser plenamente conscientes de toda esta carga mental y yo creo que la mejor forma de visibilizarla es apuntarla.
También digo que las mujeres no debemos ser las que enseñemos, tienen que ser los propios hombres de los que salga la iniciativa, los que vean que la carga mental está desproporcionada. Yo aquí sí que hago un llamamiento: no considero que seamos nosotras las que tengamos que educarles a ellos, sino que ellos deben, como personas autónomas e independientes, los que empiecen a posicionarse, a desaprender su forma de ser hombre.
En el libro eres clara en ese sentido: los hombres tienen que saber que amar a una persona significa liberarla del estrés y de tanta presión, y que esa es la manera correcta de querer.
Exactamente, porque nos han vendido que el amor es una cosa que nada tiene que ver con la realidad, el romanticismo no vale para nada. Una pareja comprometida es una pareja corresponsable, alguien que de verdad va a liberar y va a repartir todo el trabajo en partes iguales. Ahí es donde una persona ama de verdad.
Pero, ¿es difícil que vean esto? Planteabas algunas ideas como llevar un calendario en común pero, ¿no terminará siendo la mujer la que recuerde constantemente lo que hay que anotar en el calendario?
Es verdad que al final nosotras siempre estamos detrás, pero creo que es bueno no hacerlo para que surjan los errores. Es decir, si él es el responsable de hacer la compra también debe serlo de darse cuenta que ya no queda leche, y si se levanta una y otra mañana sin leche, al final la comprará y se dará cuenta antes la próxima vez. Yo creo que es casi mejor mantenerse al margen y que él mismo se dé cuenta de que lo que no hace tiene unas repercusiones importantes en su vida y en la de todos los que están a su alrededor.
Yo me preguntaba a lo largo del libro: si ya hemos hablado con él, hemos elaborado la lista, lo hemos intentado y aun así sigue sin salir de él tomar esa responsabilidad, ¿qué hacemos? Tú pones sobre la mesa la opción de que nos replanteemos con qué tipo de persona queremos compartir la vida.
Es que llega un momento en el que nosotras también tenemos que tomar decisiones. Si la pareja, después de todos los esfuerzos comunes, sigue sin hacer su parte, pues hay que tomar medidas. Si realmente quieres llevar una vida más tranquila con una pareja que esté implicada en el proyecto común tienes que empezar a pensar que igual esta no es la adecuada. Eso ya irá en cada una, pero tampoco pasa nada por decir que no encajamos con alguien por ese motivo.
¿Y cómo crees que reparten estas cargas las parejas homosexuales?
Es verdad que en las parejas homosexuales también hay diferencias de cargas mentales, suele haberlas, lo que pasa que estas no se dan por el género, se dan por diferencias en las personalidades. Es decir, una de las dos personas prefiere hacer unas cosas y otra prefiere hacer otras. También tienen estos conflictos, pero no vienen dados por una situación de género, sus discusiones son de igual a igual, la diferencia es que en el sistema patriarcal los dos géneros no están situados de igual a igual, hay un opresor y una oprimida.
Pero sí que hay parejas homosexuales que adoptan roles de género en su relación.
Sí, en esas parejas que reproducen los roles de género sí que se dan las mismas situaciones.
¿Y las mujeres solteras cómo gestionan esta carga? Mencionas en el libro que a veces la asimilan mejor estando solas.
Por una parte sí y por otra no. Una mujer soltera que tenga hijos o hijas lo va a tener siempre complicado porque no tiene ninguna ayuda. Pero por otro lado, he conocido a muchas mujeres que cuando se han separado se han liberado de su carga mental, porque el tener que supervisar lo que debería estar haciendo su pareja la perjudicaba más.
Otro caso que me parece especialmente grave es el de las mujeres que cuidan a personas enfermas, dependientes o ancianas porque, aunque los cuidados de la infancia terminan, en estos otros casos cada año que pasa o incluso cada mes requiere más y más esfuerzo por parte de la cuidadora.
Sí, al final el cuidado de los hijos o de las hijas llega un momento en el que desaparece, pero el de las personas dependientes no. Es muchísimo más complejo, son unos cuidados que a la larga limitan e incapacitan muchísimo más a la mujer que está cuidando. Por eso es tan fundamental que la ley de dependencia se aplique y se mejore para liberar a las mujeres de ese trabajo.
¿Qué implica socialmente que las mujeres se dediquen a estas actividades?
Independientemente de lo que hagas, alejarte del mercado laboral en el sistema capitalista en el que estamos te va a condicionar siempre, sea por el motivo que sea. Sin embargo, considero que si las mujeres no fuéramos quienes asumen fundamentalmente este trabajo, si fuera algo más repartido, estoy segura que habría otro tipo de beneficios y ayudas, tanto a nivel laboral como a nivel estatal, para que estas personas puedan volver a reenganchase al mercado laboral.
¿Crees que si los hombres ya hubieran asumido las tareas de cuidados al mismo nivel que las mujeres esta tarea ya sería remunerada?
Estoy segura de que sí, ya se habrían encargado de que fuera remunerado, porque al final es un trabajo en beneficio de la sociedad y la sociedad se sostiene gracias a ese trabajo invisible. Por eso es importante que lo visibilicemos para que ellos se impliquen de la misma manera, el Estado tome conciencia y empiecen a verse resultados reales.
Planteas también la alternativa de convertirlo en un empleo público para desligarlo del género.
Sí, lo propongo porque considero que ahora mismo tenemos personas que se dedican a la limpieza de espacios públicos y ahí no vemos tanto las separaciones por género. Yo creo que en el momento que ese tipo de trabajos más relacionados con el hogar estén también realizados por funcionarios y funcionarias del Estado se va a desligar del género y va a ser un empleo que tanto ellos como ellas van a querer realizar por tener unas condiciones adecuadas.
Comentabas otro aspecto muy importante, que las mujeres debemos aprender a relajarnos en esas tareas de cuidados y recordar que la felicidad de las personas a las que cuidamos no es a costa de la nuestra propia.
Las mujeres hacemos este trabajo como si nos fuera la vida en ello, como sacrificios tremendos, y nos olvidamos la mayoría de las veces de que somos personas. Ponemos a la persona cuidada muy por delante de nosotras y yo creo que también tenemos que coger perspectiva en este asunto.
Por supuesto, el trabajo de cuidados debe estar revalorizado porque es fundamental, hay que cuidar, pero hay que hacerlo sin perder el norte. Te pongo el ejemplo de las maternidades intensivas, esas madres que creen que tienen que estar 365 días con sus hijos, del colecho, del porteo… ese tipo de cosas a la larga, y a la corta también, no benefician a nadie. Ser madre es maravilloso, pero es que ser padre también debería ser igual.
Hay que cuidar bien a nuestros hijos e hijas, hay que hacer todo lo posible por ellos, pero también hay que saber decir “hasta aquí, yo también soy importante y yo también tengo una vida”.
El trabajo fuera del hogar llega a ser a veces una vía de escape para esas mujeres que dedican tan poco tiempo a sí mismas.
Sí, yo ponía el ejemplo de cuando mis hijas eran muy pequeñas, que llegaba el lunes por la mañana a trabajar y era como una liberación, porque no tenía a ninguna de mis hijas en la pierna pidiéndome nada. A muchas mujeres el poder estar un ratito sin tener a ninguna persona demandando tu atención es una liberación. Parece una incongruencia que sentarse ocho horas delante de un ordenador sea liberador, son las cosas de este sistema.
Pero las empresas siguen poniendo muchas trabas a las cuidadoras.
Las empresas no han normalizado que hay que cuidar, y creo que no debería ser un problema el ir y decir que yo estoy cuidando y necesito flexibilidad, porque se puede hacer el trabajo exactamente igual. Pero mientras sigamos siendo las mujeres las que cuidamos de forma generalizada ese problema seguirá existiendo. Por eso es tan importante repartir responsabilidades, los permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles y con la dependencia debería ser igual, debería bonificarse a las personas que se ocupan de personas dependientes y en ese momento muchos hombres querrán ocuparse también.
Foto: Archivo AmecoPress.

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