Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
▲ Manifestantes se enfrentan con la policía antidisturbios en Campos Elíseos, de París, tras una protesta del movimiento chalecos amarillos, el 22 de diciembre.Foto Afp
Según los medios rusos, “Washington se encuentra detrás del movimiento de los chalecos amarillos en Francia (http://bit.ly/2rUETDK)”, y comparan sus incoercibles protestas a las
revoluciones de coloresque sacaron a Georgia y Ucrania de la órbita rusa con apoyo de Estados Unidos (EU): manipuladas por Obama y Hillary Clinton en la ex-URSS y luego en el Medio-Oriente.
Rossiyskaya Gazeta juzga que EU desea castigar (sic) al polémico presidente galo:
el debilitamiento de Emmanuel Macron y con un poco de suerte su renuncia (¡súper-sic!), es del interés de Donald Trump, debido a que
el jefe de la quinta República reivindicó su posición de líder de la Unión Europea, defendió la idea de un ejército europeo independiente de EU y respaldó el acuerdo nuclear iraní.
El rotativo ruso rebosa sobre las similitudes de las
revoluciones de colorescon la fronda de los chalecos amarillos:
creación artificial (sic) de un movimiento de protesta organizado por las redes sociales: al final del día, “una victoria de los chalecos amarillos fortalecería en forma considerable el posicionamiento de EU en Europa y demostraría en forma prístina a los dirigentes europeos que regatear con Trump, a fortiori entrar en conflicto con él, es muy riesgoso”.
Para Dmitri Kisselev, conductor estrella de Rossiya-1, un
incremento microscópico (sic) del precio de la gasolinasuena imposible para provocar una
desproporcionadamovilización policiaca que parece mas bien
la exportación estadunidense de una revolución de color. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, se desmarcó de las opiniones de que EU influye en los chalecos amarillos (https://bit.ly/2BEXIPJ), lo cual consideró
un asunto exclusivamente interno de Francia.
El presidente francés Macron, anterior empleado de la banca Rothschild –que con su aliado George Soros son acérrimos enemigos de Trump–, no cesa de confrontar la política exterior de EU (http://bit.ly/2Lx5HD7): en algunos casos con justa razón, como su condena a Trump por su retractación al acuerdo nuclear de Obama con Irán; pero en otros casos sin motivo, como el retiro unilateral de EU de Siria que ocupa en forma ilegal.
Sobre Siria, Macron calificó a Trump de no ser un aliado confiable, durante una visita a Chad, haciendo eco a la feroz crítica del saliente secretario del Pentágono, general James Mattis (http://bit.ly/2rW2LGR).
Abundan las divergencias que separan a Macron de Trump: cambio climático, Irán, comercio internacional, contribuciones a la OTAN, ejército europeo vs EU/ Rusia/China (¡así, contra los tres!); nacionalismo vs globalismo (que pregona Macron con los Rothschild y Soros), etcétera.
En sus legendarios tuits, Trump no se cohibió en apoyar a los chalecos amarillos, lo cual valió que el canciller galo, Jean-Yves Le Drian, le recomendara no inmiscuirse en los asuntos internos de Francia. Para el portal alemán Der Spiegel, en caso de que Macron sucumba a las protestas de los chalecos amarillos, “Europa habrá fracasado (http://bit.ly/2rRXCQf)”.
El portal alemán califica a Macron de
sabelotodo, en el mejor sentido de la palabra, pero lo cual traduce su mayor vulnerabilidad y su exagerada sordera (http://bit.ly/2rW0aN7). ¡Cómo pululan los mandatarios sordos! Pese a las concesiones del gobierno galo, las protestas de los chalecos amarillos no ceden y ahora han llegado al grado de pedir la renuncia de Macron y de caricaturizarlo guillotinado.
Los chalecos amarillos aparecen 50 años después del movimiento estudiantil de 1968,cuando todavía no surgía la nefaria globalización financierista que ahora dejó abandonada a la
Francia olvidada: rural, suburbana y su classe populaire. Macron gobierna para los banqueros globalistas, no para la mayoría que lo eligió y que hoy se siente engañada y degradada.
No se trata solamente de un vulgar incremento al salario mínimo, sino de la revaloración de la
Francia profundacuando la tecnocracia/bancocracia nunca ha sido buena consejera para la gobernabilidad. El portal alemán rememora una frase del abad revolucionario Sieyès, en 1799:
La autoridad viene de arriba, pero la confianza viene de abajo.
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