Lev M. Velázquez Barriga*
La propuesta del
Presidente de la República para reordenar el calendario escolar,
eliminar los puentes por los días festivos y volver a las celebraciones,
o mejor dicho suspensiones en las fechas históricas específicas, no
deja de ser un asunto mediático que desenfoca del debate público
posterior la esencia del modelo educativo de la Cuarta Transformación
(4T). La historia contenida en los programas oficiales y toda la
liturgia escolar que la refuerza mediante los actos cívicos, las
efemérides, los periódicos murales, los nombres de las escuelas y el
calendario de celebraciones nacionalistas, aún son parte de un proceso
legitimador de los poderes fácticos y de la neocolonización monocultural
de las élites criollas para salvaguardar los intereses del capital
trasnacional.
Comparto la idea de que los maestros deberíamos hacer una revisión
profunda, que incomode incluso nuestras prácticas más arraigadas, sobre
la utilidad pedagógica de estos rituales escolares cotidianos y de su
impacto real en la formación crítica de los alumnos; pero, esto no será
posible si no reconocemos que también hemos partido de narrativas
históricas donde las y los sujetos de las transformaciones sociales no
aparecen, o bien, son abiertamente acallados para desmantelar las
memorias populares y de las clases subalternas.
Liberar a los días históricos del calendario escolar de las cadenas
del consumismo promovido para favorecer a la industria del turismo puede
ser buen inicio, pero es insuficiente para formar una ciudadanía
crítica, protagónica de la democracia, promotora de la diversidad,
comprometida con el desarrollo planetario sostenible, garante de
derechos y de la justicia social. Para esto, es necesario establecer una
simbiosis a la que Paulo Freire se refería como la lectura del texto y
del contexto; es decir, la relación del aprendizaje que surgiría a
partir del libro de historia y la comprensión de la realidad actual,
pero también las posibilidades para transformarse a sí mismos en mejores
personas y hacer un mundo cada vez más justo.
Al romper con las narrativas del poder y buscar la relación del
aprendizaje histórico a partir de la comprensión del texto y del
contexto, podremos darnos cuenta de que los protagonistas de la historia
siguen vivos: son las comunidades indígenas que mantuvieron por siglos
la resistencia al establecimiento del patrón de poder y de saber
colonial que perdura hasta nuestros días, las mismas que han defendido
el territorio del asedio de los megaproyectos de muerte que trajo el
neoliberalismo con la minería, las eólicas, las presas y que continúan
con el plan de devastación llamado Tren Maya. Para hacer justicia por
las mujeres violadas, tratadas como si fueran fábricas de mano de obra
esclava y obligadas a ser madres de otros hijos descuidando los propios,
además de buscarlas en las páginas ocultas del pasado colonial y
traerlas a la memoria en la efeméride que nos recuerda el 3 de julio de
1953, podemos encontrarlas y reivindicarlas en las huelgas
universitarias contra el acoso sexual y en las demandas por el derecho a
decidir sobre su propio cuerpo en el México del siglo XXI.
Lo que aquí planteamos son ideas que los maestros de la disidencia
han dialogado por años y que se han materializado en varias propuestas:
la implementación del calendario alternativo o de la resistencia, donde
los días de asueto han sido de lucha y de profundos debates; los
desfiles marciales o deportivos que se han convertido en desfiles
pedagógicos y culturales escenificando los acontecimientos y personajes
de la historia más próximos a las clases oprimidas, otras veces hacen de
ágora popular para recordarnos que no hemos alcanzado la verdadera
independencia o cómo las reformas estructurales nos han despojado de
aquello que ganamos con la revolución mexicana; las efemérides
alternativas documentadas por el maestro normalista y fundador de la
CNTE Enrique Ávila Carrillo, pero también las de la Agenda del
Movimiento Social que se redita cada año con una temática distinta, el
número anterior tuvo como tema central la historia de los 40 años de la
CNTE, así como los pedagogos y pensadores que la han inspirado; y por
supuesto los libros de texto alternativos que han escandalizado a la
derecha porque unos maestros revoltosos se atrevieron a desacralizar la
verdad única del currículo oficial.
Recientemente los maestros disidentes de Chiapas lanzaron una
convocatoria para escribir las memorias del pueblo y las historias
comunitarias; en el fondo se trata de construir otros relatos, la otra
historia escrita y vivida por las clases subalternas, la visión de los
vencidos, como diría Miguel León-Portilla. Es así como se puede romper
con el currículo neoliberal, como podría construirse la Nueva Escuela
Mexicana; sin embargo, lo que hemos visto es el activismo abierto del
secretario de Educación recogiendo programas del sector empresarial que
paulatinamente dan forma y contenido a la educación para la 4T,
institucionalizando las mismas iniciativas del sector privado, pero con
otro nombre, tal cual sucedió con las orquestas infantiles de Fundación
Azteca.
*Doctor en pedagogía crítica
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