Cuando se cumple año de la Cumbre de Protección de
Menores en la Iglesia católica, que reunió en el Vaticano a la mayoría
de los episcopados del mundo, varias asociaciones de víctimas de abusos
están en Roma para reclamar al papa Francisco reformas canónicas que
permitan la destitución permanente de sacerdotes pederastas y obispos
encubridores.
Lo que más echamos de menos son las reformas canónicas, indispensables para combatir el problema. Una para eliminar permanentemente a los sacerdotes que han cometido abusos y otra para despedir a los obispos o superiores que no han finiquitado a los abusadores, señaló Anne Barret, directora de Bishopaccountability.org, asociación estadunidense dedicada a denunciar el encubrimiento de la Iglesia católica en ese país.
Doyle también pone el acento positivo en las reformas apuntaladas por
el pontífice para combatir la pederastia en la Iglesia, en concreto el
documento que impone a los sacerdotes, religiosos y monjas la obligación
de denunciar a sus superiores todos los episodios de los que tengan
conocimiento y la ley que acaba con el secreto pontificio en los
procesos por casos de abusos a menores, de violencia sexual o de
pornografía infantil.
Sin embargo, subrayó que a pesar de que han sido
dos pasos importantes, habría que analizar en concreto
el impacto que han tenido. A este respecto, cree que hay un doble rasero en la aplicación de estas reglas, según los países y las iglesias locales.
En algunos países ha habido cambios y se han establecido comisiones, pero en otros parece que no, señala.
Así, manifiesta que muchas iglesias locales han invocado
concordatos con el Vaticano como un escudo legal para bloquear el acceso a documentos o incluso testimonios de obispos.
Phil Saviano, cuya historia de abusos sexuales cuando era niño, destapada por el periódico Boston Globe, dio la vuelta al mundo con la película Spotlight, manifestó que lo que
ha cambiado ahora es el debate público.
Se presta más atención, después de que el Papa enviara un mensaje claro a quienes cometieron y encubrieron esos abusos. La gente fue investigada por el Vaticano, pero sin especificar con qué consecuencias concretas iba a tener para quienes han sido declarados culpables, explicó.
De La Redacción
Periódico La Jornada
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