Asegurar que los servicios de atención sean
considerados esenciales y facilitar el acceso a través de mecanismos
alternativos son algunas recomendaciones
Nueva York, 21 may. 20. AmecoPress.- El
distanciamiento social, el aislamiento y la cuarentena se presentan como
las medidas más eficaces para hacerle frente a la pandemia por el
coronavirus, pero han traído como contrapartida graves consecuencias
económicas, sociales e incluso políticas en países de todos los
continentes. En ese mapa de la crisis, y como ha sucedido
históricamente, las mujeres son las más afectadas.
La emergencia sanitaria profundizó las brechas de género económicas,
un impacto que afectó más a las trabajadoras informales y precarizadas,
así como a quienes integran los primeros sectores perjudicados por la
pandemia, como los servicios o el turismo, en su mayoría feminizados.
También dejó en evidencia, por si acaso había alguna duda, que las
tareas de cuidados tienen cara de mujer. En ese sentido, el cierre de
los centros educativos planteó para muchas mujeres el desafío de tener
que compatibilizar en simultáneo el trabajo remunerado con el cuidado de las hijas e hijos.
Pero el confinamiento, además,incrementó el riesgo de que se reproduzcan situaciones de violencia de género por parte de parejas o familiares convivientes.
Los datos de la realidad ya lo demuestran: en Uruguay, el número de
llamadas a la línea de atención del Instituto Nacional de las Mujeres
(Inmujeres) aumentó 80% durante los dos primeros meses del aislamiento
voluntario; en Argentina, el aumento de las llamadas para pedir ayuda a
la línea 144 fue de 40% en los primeros 40 días de cuarentena
obligatoria. En ese país hubo 49 femicidios desde que se declaró la
emergencia sanitaria hasta el 10 de mayo, según el relevamiento del
Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven. Para muchas mujeres, quedarse en casa
es la opción menos segura.
Los datos de la violencia
La semana pasada se cumplieron dos meses desde que la Organización
Mundial de la Salud declaró la pandemia de covid-19. ¿Qué sabemos hasta
ahora de su impacto en la violencia hacia las mujeres? En un intento por
responder a la pregunta, ONU Mujeres recopiló algunos datos
preliminares en el informe Prevención de la violencia contra las mujeres
frente a covid-19 en América Latina y el Caribe, que buscar servir de
guía para gobiernos, instituciones públicas y privadas, y organizaciones
de la sociedad civil en el manejo de esta problemática.
El informe asegura que las medidas de prevención de la propagación de
la covid-19 “exacerbarán” la violencia contra las mujeres en los
hogares “porque las víctimas se encuentran encerradas con sus
perpetradores con oportunidades muy limitadas de salir de sus hogares o
de buscar ayuda”.
La experiencia de los últimos meses demostró que en algunos países
las denuncias de violencia de género han bajado, pero esto no significa
que haya menos violencia, sino que hay más dificultades para denunciar.
“Es una consecuencia de que las mujeres no pueden salir de sus hogares o
hacer llamadas porque están en contacto constante con el agresor y sus
redes de apoyo son más limitadas por las medidas de cuarentena. A este
aislamiento de hecho, se suma el miedo al contagio del virus al salir a
buscar ayuda fuera del entorno familiar, que sería en este sentido un
freno para pedir ayuda”, detalla el documento. Esto está pasando en
Uruguay, donde las denuncias en el Ministerio del Interior descendieron
desde que se decretó la emergencia sanitaria, pero las llamadas al
servicio del Inmujeres aumentaron.
ONU Mujeres denuncia las “barreras adicionales” que la crisis ha
generado para que las mujeres accedan a servicios esenciales,
relacionadas con la restricción de movilidad y el aislamiento social,
pero también porque las instituciones de salud, la Policía y la Justicia
“están sobrecargadas y están enfocando sus operaciones en la respuesta a
la pandemia”.
Otra “barrera adicional” es la económica, en el caso de que las
mujeres en situación de violencia pierdan sus trabajos. “La evidencia
sugiere que la pérdida de autonomía económica tiende a demorar las
estrategias de salida de las situaciones de violencia de género. La
incertidumbre sobre la economía en el mediano y largo plazo estaría de
forma indirecta aumentando el poder de opresión de los perpetradores”,
plantea en ese sentido el informe.
Los obstáculos para acceder a servicios esenciales o huir de las
situaciones de violencia son todavía más grandes para las mujeres en
situaciones de mayor vulnerabilidad a múltiples formas de
discriminación, como mujeres con discapacidad, trans, que tienen VIH,
migrantes, desplazadas y refugiadas, víctimas de conflicto armado,
indígenas, afrodescendientes y rurales o que viven en asentamientos. En
el caso de las personas trans y la comunidad LGBTI en general, dice el
informe, se reportó un aumento de las tensiones en hogares donde sus
identidades de género u orientaciones sexuales no son respetadas ni
reconocidas, así como mayor exposición a la violencia de género, en
particular la doméstica.
La organización internacional alerta sobre otros riesgos que pueden
surgir en momentos de crisis, como por ejemplo el incremento de la
explotación sexual y los matrimonios forzados –debido a la falta de
recursos para cubrir las necesidades básicas de las familias– y de los
casos de ciberviolencia, en la medida en que “el tiempo conectadas y la
exposición virtual de las mujeres, niñas y adolescentes en general
aumenta por el teletrabajo, la teleeducación o el teleactivismo, además
de los espacios de ocio”.
El documento también alerta sobre la situación de niñas, niños y
adolescentes que viven en hogares donde se reproducen episodios de
violencia de género: “El aumento en la violencia contra las mujeres
tendrá impactos negativos también en ellas y ellos en términos de
violencia, estrés postraumático, depresión, ansiedad e impactos de largo
plazo en su desarrollo”.
Estrategias y buenas prácticas
¿Qué deberían hacer gobiernos, sociedad civil e instituciones para
prevenir y dar respuesta a la violencia de género en el contexto de la
pandemia? En base a los datos preliminares recabados en América Latina y
el Caribe, ONU Mujeres propone 15 estrategias:
1. Garantizar que las regulaciones de cuarentena o de restricciones
de movilidad contengan excepciones para que las mujeres en situación de
violencia y sus hijas e hijos puedan salir a buscar apoyo, reportar o
denunciar sin correr el riesgo de ser arrestadas. Un ejemplo de práctica
prometedora en este sentido es el de Argentina, que decretó en abril la
excepción de la cuarentena obligatoria para mujeres y personas LGBTI en situación de violencia.
2. Asegurar que los servicios de atención y respuesta a la violencia
hacia las mujeres se consideren servicios esenciales durante la
pandemia. Esto incluye servicios de salud, centros de justicia,
refugios, albergues, servicios de asesoría legal, servicios de salud
sexual y reproductiva, servicios psicosociales y otros servicios
sociales.
3. Fortalecer los mecanismos de alerta de emergencia para facilitar
los reportes en casos de urgencia. Esto implica reforzar los servicios
virtuales y de ayuda en internet (líneas telefónicas, mensajes de texto,
web chats, aplicaciones móviles, botones de pánico), y establecer
mecanismos alternativos de comunicación para facilitar los reportes de
violencia para mujeres que no tienen acceso a internet, como puede ser
alertas de emergencia en farmacias, hospitales, centros de salud o
supermercados.
4. Fortalecer la identificación y la atención a la violencia de
género por parte del personal de la salud. Para eso es necesario
capacitar a las y los profesionales de la salud y a quienes atienden las
líneas telefónicas de atención a la covid-19. En Uruguay, por ejemplo,
el Inmujeres anunció a fines de marzo la elaboración, junto con el
Ministerio de Salud Pública, de un protocolo específico para que los
equipos de salud que visitan los hogares y están en las emergencias de
los centros de salud puedan detectar posibles situaciones de violencia
de género.
5. Garantizar que los servicios policiales y judiciales prioricen la
respuesta a la violencia hacia las mujeres durante y después de la
crisis y que sigan investigando, procesando y sancionando a los
agresores y faciliten el acceso a la Justicia a través de mecanismos
virtuales y alternativos. Una de las posibilidades puede ser prorrogar
automáticamente las medidas cautelares para mujeres en situación de
violencia durante la pandemia, como hizo Uruguay a pocos días de declarada la emergencia sanitaria.
6. Priorizar y reforzar el financiamiento de refugios, albergues y
casas de acogida para mujeres que enfrentan alto riesgo de violencia.
Una recomendación de ONU Mujeres es trabajar en colaboración con las
redes comunitarias para poner en marcha alternativas para cuando se
llenen los refugios, como alianzas con el sector hotelero,
universidades, centros deportivos o escuelas para crear refugios o
albergues temporales.
7. Garantizar acceso a servicios sociales, terapia, servicios
psicosociales y asesoría legal gratuita mediante líneas telefónicas y
canales virtuales gratuitos.
8. Aumentar la inversión en las organizaciones de mujeres de la
sociedad civil, así como las defensoras de derechos humanos, para que
puedan desarrollar redes de apoyos locales, comunitarias y
territoriales.
9. Implementar campañas de comunicación y difusión para mujeres que
atraviesan situaciones de violencia con información sobre sus derechos,
qué hacer en casos de urgencia, cómo desarrollar planes de seguridad,
los servicios disponibles e información práctica sobre el proceso penal
si deciden denunciar. Las estrategias y canales de difusión tienen que
ser “inteligentes”, dice el informe, para que lleguen directamente a las
mujeres sin alertar a los agresores (por ejemplo, vía Whatsapp, SMS o
en espacios que suelen usar sólo las mujeres).
10. Elaborar campañas, guías y recursos dirigidos a familiares,
amistades, vecinas y vecinos de las mujeres y otros testigos, para
generar una “cultura de tolerancia cero”. La medida tiene que apuntar a
asesorar a las comunidades sobre cómo identificar las señales tempranas
de la violencia, qué hacer y qué no hacer para apoyar a las víctimas y
cómo intervenir o reportar si ven o escuchan golpes, gritos u otras
señales de violencia o abuso.
11. Elaborar campañas, mensajes e intervenciones dirigidos a varones
para que no crean “que pueden actuar con impunidad durante la crisis”.
La idea es “movilizar e involucrar a hombres no violentos en la
prevención de la violencia para intervenir y no quedarse callados si
conocen hombres que son perpetradores y promover masculinidades
positivas e igualitarias”.
12. Integrar la prevención de la violencia contra las mujeres en los
lugares de trabajo y la educación virtual. Es necesario elaborar
políticas y protocolos de prevención y atención de violencia hacia las
mujeres para asegurar que los procedimientos institucionales apoyen a
las víctimas. También se debe ofrecer información a todo el personal
sobre la violencia de género, los servicios disponibles y los derechos
de las mujeres, y mantener contacto con el personal durante los períodos
de teletrabajo para fomentar redes de apoyo y garantizar espacios de
escucha para construir y estrechar vínculos que facilitan la
identificación de casos de violencia.
13. Elaborar estrategias de prevención y de respuesta a la ciberviolencia y el ciberacoso
14. Recopilar datos cuantitativos y cualitativos sobre la violencia
hacia las mujeres y niñas durante la crisis para orientar las
soluciones, políticas, medidas de prevención y atención durante y
después de la crisis. Ese trabajo, dice el informe, tiene que tener un
enfoque interseccional “para fortalecer el conocimiento de las
necesidades de las mujeres diversas durante la crisis”.
15. Poner en marcha medidas especiales que tomen en cuenta las
diferentes necesidades de las mujeres en la fase de recuperación de la
crisis, con especial atención en las mujeres en situaciones de mayor
vulnerabilidad a múltiples formas de discriminación. Eso se logra con la
promoción de medidas específicas de empoderamiento y recuperación
económica de las mujeres que incluyan prevención de la violencia de
género.
Fotos: Archivo AmecoPress. OnuMujeres.
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