Para esta trabajadora social, especializada en
sensibilización en institutos y universidades, es fundamental saber cómo
los tratantes están captando a las víctimas, cómo las obligan a
moverse, por dónde se mueven, qué edad tienen, qué factores intervienen
en el proceso, y construir soluciones con una perspectiva un poco más
compleja que las medidas por las que se apuesta actualmente
Madrid, 14 may. 20. AmecoPress.- La vida de
Alejandra Acosta cambió cuando, siendo estudiante de Trabajo Social,
asistió a un congreso en el que supo que, en su ciudad, Madrid, existía
la esclavitud y conoció el testimonio de una chica nigeriana de su edad a
la que habían rescatado de una red de explotación sexual, que tenía
“las mismas aspiraciones y sueños que yo, pero no las mismas
oportunidades”. Entonces, junto a una amiga estudiante de Psicología,
decidió “hacer algo”. Ese algo se llama Break the Silencie,
un proyecto formado por voluntarias universitarias que nació para
concienciar a los y las jóvenes sobre la trata de personas, a través de
charlas en institutos y universidades y que ha ido ampliando y
profundizando su estrategia en la medida que encuentra límites para
avanzar.
Alejandra Acosta no rehúye del cambio y defiende el
conocimiento como parámetro necesario para combatir una realidad cruel
en la que los verdugos transforman permanentemente sus estrategias para
seguir explotando y esclavizando. En la trata se entrelazan capas y
opresiones que sostienen nuestro mundo y la categorización simplista y
ramplona no forma parte de la estrategia que esta joven risueña y clara
elige para luchar contra ella.
¿La gente es consciente de la existencia de esclavitud en las ciudades en las que vive y pasea?
Todavía falta mucha conciencia, pero es preciso destacar que, gracias
al auge del movimiento feminista, el tema de la trata se ha puesto
encima de la mesa y cuando hablas de trata de personas con fines de
explotación sexual la gente conoce unos mínimos conceptos. Pero, aunque
agradecemos mucho este avance, la trata es un fenómeno sumamente
complejo, aunque es una cuestión de género -que obviamente lo es- va
mucho más allá. Es una cuestión de derechos humanos transversales y
afecta a niños, niñas, mujeres, hombres, personas de muchas condiciones y
situaciones diversas. Por supuesto trata es explotación sexual, pero la
trata es uno de los cimientos de nuestra sociedad, es decir, el mundo,
tal y como lo construimos, está fundamentado o al menos uno de sus
pilares es la esclavitud.
Cuando se trata de explicar los factores que hacen que una
mujer caiga en las redes de trata se alude a la “vulnerabilidad”, ¿la
vulnerabilidad es siempre y solo económica?
No, efectivamente, no solo es económica. Nosotras empezamos a ir a
los institutos bajo la premisa de que, si la gente se enteraba de lo que
estaba pasando, las chicas serían un poco menos vulnerables porque
tienen conocimiento. Era un poco inocente. Pero cuando llegamos a las
aulas encontramos chicas que no sólo eran vulnerables económicamente. En
barrios muy adinerados por ejemplo, encontrábamos chicas que eran
captadas para explotación sexual y la premisa para captarlas estaba
mucho más relacionada con la vulnerabilidad emocional; estas chicas
establecían un vínculo por redes sociales con un hombre, (sobre todo por
Tinder, que es una red que tristemente han usado mal muchas chicas),
establecían este vínculo romántico tóxico, compartían imágenes desnudas o
en situaciones de intimidad, y luego este chico las extorsionaba y las
amenazaba con difundir las imágenes y mediante esta presión las
explotaba: “si no haces lo que yo te pido voy a decir en tu instituto
que eres una prostituta”. Entender la complejidad es un proceso.
¿Cómo habéis modificado la estrategia?
Empezamos yendo a institutos hablando de trata con fines de
explotación sexual y encontramos tanto chicas potenciales de ser
captadas como víctimas de explotación sexual, y chicos con un alto
consumo de pornografía y una normalización de la prostitución que
empeoraba este problema. Pero, además, vimos que, entre estos
adolescentes, había círculos en los que por ejemplo sus familias eran
dueñas de un burdel o un club de striptease y era complicado para ellos
enfrentar esa situación. O también, cuando encontrábamos a alguna chica
estaba siendo explotada, tratábamos de ponerla en contacto con alguna
organización que pudiera ayudarla, y a veces el profesorado o las
familias se oponían, no querían remover más la situación. Es decir, era
el propio sistema el que planteaba dificultades a estos chicos y chicas.
Porque la trata es el resultado de un complejísimo sistema de
opresiones que se entrelazan (económicas, raciales, identitarias,…) y
por eso normalizamos determinadas lógicas y narrativas que no son
normales.
Nos dimos cuenta de que lo que estamos intentando solucionar tenía
una envergadura a la que no llegábamos y decidimos ir un pasito más
allá, planteando hacer incidencia política a nivel municipal, quisimos
que las personas que hacían ordenanzas y políticas locales tuvieran
conciencia del problema y supieran cómo se desarrollaban en su municipio
la trata, para que pudieran maximizar la actividad de prevención y
sensibilización. Lo cual está muy bien, pero volvimos a llegar una
limitación porque vimos que sin una ley integral contra la trata que
tipifique adecuadamente el delito, esta acción se quedaba pequeña.
Ahora estamos en otra fase. El trabajo de acompañamiento de mujeres
de modo informal y voluntario nos permite recoger muchos testimonios y
comprender situaciones, para plantearnos cómo poder hacer más y mejor; y
de repente, un día, una chica nos contó cómo a ella la trasladaban
constantemente en Uber y abrimos otro melón: la trata, para legitimarse,
se sirve de la estructura de las ciudades, es decir, todas aquellas
cosas que todos los ciudadanos y todas las ciudadanas usamos, los
tratantes también las utilizan para llevar a cabo su negocio y una por
ejemplo es una estructura de movilidad que se llama Uber. ¿Es Uber un
proxeneta? No, posiblemente Uber no tenga ni siquiera noción de lo que
está transportando, y si la tiene, no se mete ahí. Entonces, nosotras
nos planteamos la posibilidad de ofrecer a Uber o a estas cadenas de
movilidad una solución para que entiendan que en su negocio viajan
víctimas de trata y que si ellos y ellas son conscientes de lo que
ocurre e implementan protocolos pequeños, vamos a acelerar la
identificación de víctimas de trata. En esa fase estamos, investigando
qué puede hacer el sector privado en la lucha contra la trata, pensando
cómo coaligar estas entidades con otros sectores como ejes de
administración pública y producir datos, producir conocimiento, saber
cómo están captando a las víctimas, como las están moviendo, por dónde
se mueven, qué edad tienen, y construir soluciones con una perspectiva
un poco más compleja.
¿Es fundamental contar con una ley integral contra la trata?
Por supuesto, si no se tipifica el delito con todas las
particularidades y todos los tipos de trata que hay, no va haber
sentencias condenatorias.
“Evidentemente no podemos sostener que prostitución y trata van separadas, porque esto no es cierto, pero, aunque beben una de la otra, me parece demasiado categórico hablar de que una y otra son lo mismo”
¿Trata y prostitución van de la mano?
Yo diría, y me vas a permitir citarla porque la admiro mucho, lo que
siempre dice Martina Capelli, siempre explica la trata y la prostitución
como dos alianzas que se entrelazan, y ahora mismo, ante la ausencia de
suficientes datos veraces y de calidad (lo cual dice mucho de un Estado
que no invierte en investigación) que impiden medir bien muchísimas
aristas que tiene este problema, hace que sean unas alianzas que beben
una de la otra, pero no sabemos en qué medida. Evidentemente no podemos
sostener que prostitución y trata van separadas, porque esto no es
cierto, pero, aunque beben una de la otra, me parece demasiado
categórico hablar de que una y otra son lo mismo. Y lo explico al menos
desde mi perspectiva de sensibilización. Si yo en un instituto o en una
universidad digo que prostitución y trata es lo mismo, aquella persona
que está siendo tratada pero no está explícitamente en la prostitución,
no se va identificar con este problema. Entonces, hay una escala de
grises desde que eres “víctima de trata de manual” hasta que eres lo que
definiría mucha gente como una “prostituta empoderada”. Lo digo entre
comillas porque soy abolicionista y creo que la prostitución es una
institución patriarcal. Pero creo que hay que ser capaz de evaluar la
escala de grises porque las realidades no son tan simples.
Hay investigaciones realizadas por defensoras de derechos
humanos, feministas, que ponen de manifiesto que a veces, las llamadas
mafias, se convierten en redes que “protegen” a las mujeres en su
tránsito migratorio, si no estuvieran en ellas sufrirían una violencia
aún mayor. ¿Es necesario cuestionar las fronteras y las leyes de
extranjería si queremos acabar con la trata?
Absolutamente. Para mí un activismo abolicionista que no cuestione la
Ley de Extranjería, por ejemplo, o un activismo contra la trata de
personas que no esté cuestionando el sistema de fronteras me parece que
no está teniendo en cuenta un factor esencial. Porque, aunque hay
víctimas de trata por supuesto españolas, también menores de edad,
sabemos que la mayoría de las víctimas son migrantes o en situación de
vulnerabilidad económica. Entonces, no podemos dejar de tocar todo el
tema del racismo, el control de fronteras, que está hecho así a
propósito. Cuando hablamos de vulnerabilidad no hablamos de algo etéreo,
hablamos de un conjunto de condicionantes que impiden acceder a unas
oportunidades y unas condiciones dignas y esos condicionantes no son
inocentes, se han creado a propósito para que quien quienes están en los
márgenes estén todavía más.
“Faltan herramientas: vemos chicas en el aula con un discurso feminista súper interiorizado y en situaciones de trata de explotación sexual”
La trata con fines de explotación sexual afecta cada vez a
mujeres más jóvenes. También parece haber un aumento de adolescentes y
jóvenes que se acercan al sexo a través de la prostitución y la
pornografía. ¿Es así tu percepción? ¿Qué hacer? ¿Cómo prevenir esta
situación?
Yo veo varias tendencias confluyen y que si queremos hacer una
sensibilización eficaz y acercarnos a esta franja de la población hay
que pararse a analizar. Lo primero es que, gracias a la conciencia
feminista, hay cuestiones que la gente joven conoce y tiene la
posibilidad de pensar. Pero el problema es que, aunque estos
adolescentes tienen mucha más información que antes, gracias al
feminismo, sobre temas relacionados con pornografía, con violencia, con
sexualidad, sin embargo, no tienen herramientas. No podemos pelear en
una charla de 45 minutos con 23 horas y cuarto diarias de sexualización.
Entonces, fantástica la divulgación, pero creo que tenemos que mutar de
etapa y empezar a dar herramientas, porque ves a chicas en el aula con
un discurso feminista súper interiorizado y en situaciones de trata de
explotación sexual. Hablo de herramientas para poder poner trabas o para
poder pedir ayuda, construir capacidades es un proceso largo en el
tiempo. Por otro lado, creo que hay un claro auge de la normalización de
la pornografía, de la prostitución, y del consumo, que es absolutamente
preocupante y que tiene que ver también con el auge del sexismo y con
lo que los partidos de la ultraderecha están reforzando. ¿Cómo puedo ser
un chico de 18 años y no normalizar el consumo de prostitución por
ejemplo si llevo consumiendo pornografía desde los 10? Si he normalizado
que puedo comprar lo que quiera con un clic, que puedo conseguir lo que
quiera en cualquier país del mundo, que ser racista es normal, todos
los parámetros de este mundo que va rápido, donde todo es inmediato, que
normaliza la prostitución, que normaliza la precariedad, que normaliza
la falta de opciones, he interiorizado una narrativa mucho más compleja
que simplemente el lado de la explotación sexual, son visiones que se
entrelazan.
“¿Cómo puedo ser un chico de 18 años y no normalizar el consumo de prostitución por ejemplo si llevo consumiendo pornografía desde los 10?”
¿Sigue habiendo mucha violencia sexual dentro de las paredes de las casas?
Si, de hecho los casos que aparecen en las aulas casi siempre son
chicas que han sido agredidas sexualmente por personas de su entorno y
de su confianza. En institutos donde nos permiten hacer un trabajo
permanente de talleres semanales puedes ir profundizando y hemos
trabajado mucho la cultura de la violación.
Sí, claro que sí. Ayuda mucho que estas mujeres tengan acceso a la
justicia y también que como sociedad estemos dispuestos y dispuestas a
ayudar a que estas mujeres sanen. No son un caso aislado, es un sistema
que legitimamos entre todas y todos.
Medidas durante el estado de alarma provocado por el covid-19
Durante el estado de alarma provocado por el covid-19 se han
implementado algunas medidas dirigidas a las mujeres víctimas de trata,
de esclavitud sexual o en contextos de prostitución. ¿Qué opina de etas
medidas? ¿Cómo ha afectado este confinamiento a las víctimas de trata?
Las medidas son un avance en el sentido de que contemplan a estas
mujeres como receptoras ese tipo de ayudas pero tristemente no es
suficiente. Y con “no es suficiente” no quiero decir que ya tendríamos
que tener la ley integral estatal. El coronavirus nos ha pillado por
sorpresa a todos y a todas y no vamos a esperar que el gobierno en tres
días apruebe una ley integral contra la trata, pero no se han dado ni
siquiera para las entidades, a las que tanto muchas veces acusan,
protocolos y criterios claros para saber cómo estas mujeres pueden
acceder a los recursos y las ayudas previstas. Y otro aspecto que deja
en evidencia el trabajo que está realizando también por parte de las
asociaciones es que no tenemos suficientes datos y estructuras para
poder agrupar el trabajo que se está haciendo. Necesitamos, de cara a
coordinarnos con instituciones, tener hechos claros, saber lo que está
pasando y como está pasando.
Las redes y los tratantes van cambiando de estrategia y a
veces van por delante del trabajo que se realiza desde las
organizaciones e instituciones. Da la impresión que el ritmo de los
datos y del conocimiento de la situación no se adecúa a la necesidad.
Sí, efectivamente, dentro del problema de la trata, esta es mi causa:
la necesidad de conocer para innovar. Entiendo que muchas
organizaciones están haciendo un extraordinario trabajo a pie de calle y
están ocupadas con intervención y a menudo desbordadas. Pero
necesitamos fomentar la investigación, saber cuáles son las tendencias,
qué está pasando, como está pasando, porque si no, sigue sucediendo que
los tratantes van 15 pasos por delante de nosotras.
La trata es un gran negocio, donde están involucrados muchos sectores y muchos estamentos de la sociedad.
En todos los sectores hay gente que cierra los contratos en los
burdeles pero también hay gente convencida de querer acabar con la
trata. Desde mi punto de vista no podemos caer en un discurso simplista
donde convirtamos a todos en verdugos o a todos en víctimas. La realidad
es mucho más compleja. Y lo que va a hacer que la trata acabe es que
seamos capaces de permear en toda la sociedad.
Escuchar y dar voz a las supervivientes y preguntar también cómo quieren ser ayudadas
Danos un mensaje para los medios de comunicación, que de
alguna manera también contribuimos a construir o transformar
determinados imaginarios. ¿Cómo abordar la trata en los medios?
Para mí es fundamental que los medios de comunicación reciban
formación por quien toca terreno. Claro que hay formación sobre estos
temas para medios de comunicación, claro que hay más gente queriendo
estar en la conversación y aportar, pero realmente ¿cuánta de esta gente
está tocando terreno? Ahí te das cuenta de que no es mucha y esto es
peligroso, porque al final vendemos mitos, cosas desactualizadas y
excesivamente politizadas ante la falta de datos. Creo que es
fundamental que los y las periodistas estén formados y formadas por
quien toca terreno. Y lo segundo, escuchar en la medida de lo posible, o
dar voz en la medida de lo posible, a las consignas de las
supervivientes, no desde el morbo, sino preguntar también cómo quieren
ser ayudadas.
¿Hay algún testimonio que te haya marcado especialmente?
Hay un testimonio que me marcó especialmente porque puso en cuestión
muchísimas de mis valoraciones patriarcales y paternalistas sobre las
víctimas y supervivientes de trata. Nelly es una chica de Veracruz que
fue tratada en la universidad con 18 años. Fue de los primeros
testimonios mediáticos que escuché. Era un caso parecido a los que yo
trabajaba en los institutos, una chica que está en una situación de
vulnerabilidad económica, pero sobre todo de vulnerabilidad emocional y
es engañada por un hombre, inician una relación, ella se va a vivir con
él a otra ciudad, él le cuenta que trabaja en una fábrica de coches y lo
que hacía era explotar a mujeres, él logra prostituirla y ella ni
siquiera estando en la prostitución es consciente de que él la ha
tratado. Finalmente, Nelly logró escapar y entrar en un recurso de
reinserción social especializado para mujeres supervivientes se trata.
Por cosas de la vida, me invitan a un congreso internacional para hablar
sobre trata de personas en México y ahí coincidimos, ella es uno de los
testimonios de supervivientes. En esos días yo me entero de que Nelly
está terminando su carrera, se va a graduar, ha conseguido fondos para
montar un negocio y además la han nombrado una de las 50 mujeres más
poderosas de México.
No quiero resaltar este testimonio como una cuestión de éxito individual
de Nelly, sino porque supuso poner en cuestión muchos de los prejuicios
y parámetros que yo tenía establecidos con respecto a las
supervivientes de trata. De hecho, creo que aquí en España todavía las
oportunidades que desde las organizaciones se les ofrece no son
suficientes y están enfocadas a un tipo de trabajos que son los que
creemos que una superviviente será capaz de hacer, cuando esto no es
así.
Foto: archivo AmecoPress, cedidas por Alejandra Acosta
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