5/18/2020

Columnas y opinión del periódico La Jornada


El oscuro negocio de las calificadoras
Arabia Saudita recorta producción; México tenía razón
La (falta de) ética en algunas empresas
El pasado mes el cártel de las calificadoras de crédito –S&P, Moody’s y Fitch– bajó de grado –en diferentes medidas– a México, Pemex y a la CFE. Un suspirante a la presidencia de la República de la ultraderecha opinó que nuestro país estaba cerca del abismo. En realidad, abismales son los hoyos que tiene en la cabeza el susodicho. De acuerdo con la prestigiada revista británica The Economist, en días recientes el cártel ha degradado o puesto en perspectiva negativa una quinta parte de los emisores corporativos y soberanos, como resultado de la crisis desatada por el coronavirus y el desplome del precio del petróleo que hizo caer a más de tres quintas partes de las industrias más afectadas, como la de los automóviles y del entretenimiento. Sin embargo, el mundo no ha resbalado al precipicio, nuestro país tampoco, aunque enfrentan circunstancias extremadamente difíciles. Es decir, existe vida después de una mala calificación. Hay que tener en cuenta que las empresas del cártel son privadas. Cobran a los clientes por sus servicios, lo cual se presta a malas interpretaciones. Son un gran negocio: el valor de mercado de S&P y Moody’s es de 117 mil millones de dólares, operan con márgenes de ganancias de 50 por ciento. Un feliz accionista es el afamado inversionista Warren Buffett, cuya firma Berkshire Hathaway posee 13 por ciento de Moody’s. Tanto ésta como S&P registraron ingresos récord en el primer trimestre de este año por mil 300 y mil 800 millones de dólares. Tienen un pasado oscuro de errores y truculencias. En tiempos de abundancia financiera, muchas veces las calificaciones crediticias financieras pasan en gran medida desapercibidas, dice The Economist. En las recesiones, sin embargo, atraen más atención. El desplome de la empresas tecnológicas (puntocom) de 2000-01 mostró que las buenas calificaciones que asignaron a corporaciones como Enron, que luego se fue a pique, resultaron un absurdo. Peor papel hicieron en la crisis financiera de 2007-09, cuando el cártel dio calificaciones increíblemente altas a las hipotecas basura, lo cual desembocaría en una devastación financiera mundial de la que México no escapó. Un informe oficial sobre la crisis califica a las agencias como engranajes esenciales en la rueda de la destrucción financiera, de acuerdo con la nota informativa de The Economist publicada en su edición del pasado 9 de mayo.
Cuando México dijo que no
Tampoco se acabó el mundo por la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de no recortar la producción nacional de petróleo en más de 100 mil barriles diarios, decisión que fue defendida por la secretaria de Energía, Rocío Nahle, durante la reunión conjunta de la OPEP y el G-20. Arabia Saudita y otros países exigían una disminución de 400 mil barriles al día. La negativa mexicana se basó en que los grandes productores deberían hacer un mayor recorte, México no podía efectuarlo, se encuentra en medio de un proceso de estabilización. En esa coyuntura ocurrió la llamada telefónica que concertó el canciller Marcelo Ebrard entre AMLO y Donald Trump. La noticia es que Arabia Saudita acaba de anunciar que hará un recorte adicional de un millón de barriles, además del que se había comprometido como parte del acuerdo de 9.7 millones. La caída de precios que promovió ha sido un búmeran: también está afectando sus finanzas. Pronto veremos subir el petróleo… también la gasolina.

Calderón: autocomplacencias difíciles
Su libro: propaganda de temporada
Duro contra Diego, Fox y PAN
Taimada carta a AMLO
El más reciente libro de Felipe Calderón Hinojosa (FC) es una especie de recuento anecdótico de una carrera política desde una derecha fallida en sus ansiosas pretensiones de modernidad, o un voluntarioso informe de autosuperación personal durante un sexenio de fraudulento inquilinato en Los Pinos, o un nada disfrazado ajuste de cuentas con quienes fueron sus compañeros de partido (Vicente Fox, Diego Fernández de Cevallos (DFC), Gustavo Madero, Marko Cortés y el Partido Acción Nacional en general), o un rebuscado relato en busca de cierta legitimidad política para sus proyectos políticos en curso (el partido México Libre y un supuesto liderazgo de su esposa Margarita Zavala), o un intento de justificar la guerra contra el narcotráfico que desató y ahora niega hasta en términos denominacionales, o un taimado esfuerzo epistolar de colocar en la discusión pública una proclama disfrazada de carta al Presidente de la República para darse a sí mismo un banderazo de salida rumbo a los comicios de 2021.
Un poco más de 500 páginas publicadas por Penguin Random House Grupo Editorial, en su sello Debate, bajo el título Decisiones difíciles (par de palabras ya utilizadas, en inglés, por Hillary Clinton y Cyrus Vance, quienes fueron secretarios de Estado de Estados Unidos, como ya se había apuntado en anterior entrega de esta columna).
En todo caso, el título podría haber sido (Auto) Complacencias difíciles, pues en términos generales hay una relatoría de explicaciones y de intento de justificaciones, siempre en un tono cercano a las historietas de aventuras, con héroes que a pesar de todo logran salir adelante, y algunas formas menores de autocrítica que terminan como decoración accesoria para subrayar la épica de sí mismo, buscada por el peculiar autor a quien las circunstancias políticas y judiciales (Genaro García Luna, como el principal punto de contraste criminal de lo que Calderón plantea como positivo de su sexenio funerario) no le dan para alcanzar las indulgencias políticas que habría supuesto al entregar su original a los editores.
Diego Fernández de Cevallos aparece como alguien repudiado por los propios panistas, por su docilidad ante Carlos Salinas de Gortari. En particular, relata algo con tufo a negociación oscura con Zedillo en la elección presidencial de 1994, cuando el llamado Jefe parecía tener a la mano el triunfo y, luego de hablar con directivos de la campaña del candidato priísta (FC desliza si la plática no habría sido con el propio Zedillo), aceptó como si nada que no hubiera un segundo debate que los panistas suponían que elevaría los bonos de Diego.

Indefensión ciudadana
Todos los habitantes de este país podemos acudir ante un juez para defendernos en materia civil, mercantil, laboral y administrativa, entre otras, pero, en cambio, donde más sufrimos la injusticia, la impunidad y el delito, que es en asuntos penales, ahí el sistema jurídico y la Constitución nos niegan ese derecho y se lo otorgan al Ministerio Público, quien es el titular del monopolio de la acción penal, lo cual significa que esa institución es la única que puede acusar ante un tribunal a los presuntos responsables, salvo mínimas e inoperantes excepciones.
A mayor abundamiento, a la víctima no se le concede siquiera la calidad de parte en la acción penal –también sólo en casos contadísimos y en temas menores–; como si las personas que han sufrido un delito fueran incapaces o ineptas y, por ello, se les impone una especie de tutor forzoso que, sin ser juez y sin tener las responsabilidades como tal, va a actuar como juzgador y va a decidir si efectivamente se cometió el delito denunciado y qué acciones se van a realizar para probarlo, así como cuánto tiempo se tardará en hacerlo si no hay un detenido –lo cual ocurre en la mayor parte de los casos–, dejando de esa manera a la víctima a merced de un funcionario administrativo que, sin poseer la independencia, las características y la autoridad de un juez, actúa como si lo fuera, sin sujetarse a los plazos y actuaciones que son obligatorios para los juzgadores.
El Ministerio Público, que se autodenomina institución de buena fe, tiene en los delitos del fuero común una credibilidad mínima, ya que más de 90 por ciento de la población prefiere asumir sus daños antes que acudir a esa instancia; todo ello se prueba con las estadísticas del Inegi: de cerca de 33 millones de los delitos del fuero común en todo el país, sólo se denuncian 2 millones, quedándose cerca de 95 por ciento de los casos en absoluta impunidad y, de los denunciados, el Ministerio Público sólo judicializa 98 mil, dejando en el desamparo absoluto a 99 por ciento de las víctimas.

Reconocer y valorar 
Demasiado es apenas suficiente 
Gracias al personal de salud
Suele suceder con frecuencia que los lunes, a temprana hora, arriba a mi correo un mensaje cuyo remitente preserva su identidad tras un seudónimo que me resulta gracioso y llamativo: La rotunda Lulú. Seguramente se trata de una antigua amiga, pues tanto las referencias que hace de mi pasado remoto, la mención de viejas amistades y acontecimientos nada públicos, así como el tonito con el que me rebate algunas de mis opiniones y crónicas, así me lo dejan ver. Esta actitud no sólo sentenciosa, sino de abierta confrontación, me ha llevado a pensar que se trata de mi tía Cata (catalogada en el número tres de mis abuelas reciclables), pero entro en razón y recuerdo que dicha pariente hizo mutis definitivo hace ya varios años, (lo cual, como con Monsi, no es garantía plena de que no aparezca en cualquier momento a tratar de enmendar mi vida).
Leí el enjundioso correo del pasado lunes y me di cuenta de que me resultaba de gran utilidad para aclarar a la multitud las dudas sobre la propuesta formulada en la anterior columneta. Dice mi amiga anónima: “si tu intención última es que no sólo se reconozca, sino se valore y se premie el comportamiento de los cientos de ciudadanos de diversos sectores sociales que día y noche, desde hace meses (el primer fallecimiento en nuestro país a causa del coronavirus se tiene registrado el 18 de marzo), nos asombran, nos cimbran y están siendo ejemplos vivos de fraternidad y calidad humana, suscribo tu dicho. Me repele esa realidad virtual que se conoce como ‘caridad cristiana’ y de cuya única existencia sólo tenemos las coloridas páginas de las revistas rosas (rojas de vergüenza deberían de estar por la frivolidad, la vacuidad de sus costosas inserciones)”.

México. Comercio Exterior 2020 (1er trim)
En el primer trimestre de este convulso año, el comercio exterior del país arrojó resultados favorables a pesar del inicio del frenaje económico. Las exportaciones ascendieron a 108 mil 693 millones de dólares (0.6% sobre 2019) y las importaciones a 104 mil 800 millones (-4.6 respecto a 2019), dando como saldo trimestral un superávit de 3 mil 893 mdd (Gráfico 1).
Este superávit del primer trimestre es el primero después de siete años en déficit (Gráfico 3), y es resultado de un saldo negativo en la balanza petrolera de -5 mil 220 millones de dólares y uno positivo en la balanza no petrolera de 9 mil 113 mdd.
Este déficit petrolero fue a su vez resultado de una baja en las exportaciones a 5 mil 362 millones de dólares y otra en las importaciones a 10 mil 582 mdd (Gráfico 2), aunque los ajustes mayores en volúmenes y precios se estarán registrando a partir del segundo trimestre. Por lo pronto, el déficit trimestral no logra frenar la racha de saldos negativos iniciada en 2015 (Gráfico 4).

Pandemia vs. economía
No más recetas del FMI
A mediados de 2019, cuando el gobierno comenzó el armado del paquete económico para 2020, el escenario y los considerandos eran distintos a los que ha vivido el país este año, pues si bien entonces el análisis incluyó el deterioro de la circunstancia económica en México y el mundo, nadie tenía la menor idea de que una pandemia irrumpiría brutalmente y socavaría los de por sí endebles pilares del sistema económico global.
Como bien advierte el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados, los escenarios contemplados en los Criterios Generales de Política Económica 2020, para el panorama internacional y su influencia en las variables económicas del país, partieron de un crecimiento estimado (julio, 2019) por el Fondo Monetario Internacional de 3.5 por ciento para el presente año. Sin embargo, surgió el brote del coronavirus en China, transformándose en la pandemia de la enfermedad Covid-19.
Así, se trastocaron los criterios, planes y programas económicos considerados con seis meses de antelación, y en su lugar, ante el embate de la pandemia, debieron implementarse medidas de emergencia con énfasis en la conservación de la vida y la seguridad social. Ello, desde luego, semiparalizó la actividad económica en México y el mundo. Ante ello, obvio es que nada tiene que ver el resultado económico en el primer trimestre del año con las estimaciones originales. Por ello, el CEFP ofrece un rápido recorrido por tales resultados en el periodo de referencia. Va, pues.
De acuerdo con el Inegi, la economía decreció 1.55 por ciento, contra 0.14 por ciento del trimestre previo. De enero a marzo de 2020 la actividad industrial del país, en cifras desestacionalizadas, registró un decremento de 3.4 por ciento respecto de igual periodo del año anterior. En el bimestre enero-febrero, el consumo exhibió un menor ritmo al crecer 0.31 por ciento, cifra inferior a la observada en el mismo periodo de 2019 (2.17). En igual lapso, la inversión tuvo una caída real anual de 8.68 por ciento, mientras en el mismo periodo de 2019 subió 0.65 por ciento. En marzo, la cartera de crédito vigente al sector privado de la banca comercial creció 7.01 por ciento en términos reales; en tanto el crédito al consumo se incrementó 0.01 por ciento.

El rescate
Desde los escombros de un país que ha sufrido decenas de miles de muertes, millón y medio de contagios, y ahora más de 36 millones de desempleados como resultado del manejo inepto y criminal de la pandemia por la cúpula política, aparecen brotes organizados de solidaridad que podrían rescatar a Estados Unidos.
Junto con el esfuerzo realmente heroico de los trabajadores de salud, una extraordinaria respuesta a las emergencias sociales de los más vulnerables ha brotado de cientos de grupos que se identifican como de asistencia mutua, y que tienen como principio en común ejercer la solidaridad, no caridad (frase frecuentemente atribuida a Eduardo Galeano, pero que también tiene raíces anarquistas primero articuladas por Kropotkin hace más de un siglo). Y a través de esas acciones colectivas están realizando un tipo de educación popular, a veces sólo al dar el ejemplo, al invitar a todos a ser participantes activos para rescatar a todos.
Si algo ha dejado la pandemia al descubierto para todos es la extrema desigualdad, la injusticia económica y racial, y la corrupción y deficiencia social del sistema estadunidense. Por lo tanto, algunos opinan que la crisis ofrece una oportunidad mayor para las fuerzas progresistas del país. Pero las consecuencias también han dañando a varias de las principales organizaciones sociales progresistas, sobre todo los sindicatos (por ejemplo, unos 300 mil miembros del sindicato nacional de trabajadores de hoteles y servicios de restaurantes se encuentran sin trabajo). Mientras tanto, las tácticas tradicionales de protesta y organización colectiva –manifestaciones, marchas, asambleas–no pueden realizarse ahora bajo las medidas sanitarias.


Editorial
El Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) dio a conocer el pasado 29 de abril un Acuerdo para garantizar la eficiencia, calidad, confiabilidad, continuidad y seguridad del sistema eléctrico nacional, en el que, con base en la disminución del consumo de electricidad debido a la pandemia y debido a los límites de operación de la red eléctrica nacional –la cual ha experimentado diversos fallos atribuibles a sobrecargas y oscilaciones electromecánicas–, quedan suspendidas las pruebas preoperativas de las centrales eólicas y fotovoltaicas en proceso de operación comercial y se suspende la autorización para el inicio de pruebas a las centrales que no las hayan iniciado.

Rechaza el uso de la imagen del boxeo ligado a la violencia doméstica
Anombre de la comunidad del boxeo nacional y mundial expreso el absoluto rechazo al cartón publicado en La Jornada el sábado pasado. Con todo respeto hacia el autor del mismo, el usar a un boxeador para ilustrar la violencia doméstica en nuestro país fue algo que consideramos irresponsable y ofensivo para quienes pertenecen a este noble deporte. Estigmatizar al boxeo como acto de violencia es incorrecto.

La pandemia del Covid-19 no cesa, no detiene su avance vertiginoso en el mundo, y contra el más elemental sentido común no se percibe aún un frente común global ni tampoco al interior de los países: la politización y los intereses de corto plazo se imponen sobre las causas de fondo, el derecho a la salud, el rescate de las economías y la recuperación de los propios equilibrios naturales del planeta.
La disyuntiva entre abrir o no la economía, y el cómo hacerlo, se ha convertido en un galimatías, al menos en Estados Unidos: la vida o la economía es el falso dilema que amenaza con dar al traste el sacrificio que para muchos ha representado el permanecer enclaustrados por más de dos meses. De forma paulatina se concluye que ambas posibilidades son compatibles, si se atienden las previsiones que los epidemiólogos consideran adecuadas para las condiciones específicas de cada municipio o estado. Es la conclusión en muchas comunidades, y al igual que de las autoridades responsables de coordinar esa tarea. Tal vez los ejemplos de otros países ilustren la racionalidad de esa decisión. Los casos de Taiwán, Corea del Sur y particularmente el de Vietnam son ejemplares. Mediante la intervención de sus autoridades y la disciplina de su población han logrado superar la crisis con un mínimo daño.

La crisis actual nos permite visualizar nuevos horizontes. Hay que aprovechar de este crítico interludio para avanzar con un renovado planteamiento de justicia social.

En octubre de 1979, como director del Centro de Ecodesarrollo (Cecodes), visité en su despacho al licenciado Miguel de la Madrid, secretario de Programación y Presupuesto. La cita fue posible gracias al ingeniero Fernando Hiriart, funcionario de reconocido prestigio, luego de explicarle el interés de un amplio grupo de investigadores por establecer un programa nacional de energías renovables (solar, eólica, marina, geotérmica, de biomasa) y convertirlas en alternativas al uso del petróleo y sus derivados.
La batalla principal de la guerra en que estamos se librará en el estómago.
El 11 de mayo de 2020 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo por el que se dispone de la fuerza armada permanente (sic) para llevar a cabo tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regularizada, fiscalizada, subordinada y complementaria, con vigencia hasta el 27 de marzo de 2024. Ese día, en un pronunciamiento, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos recordó que, conforme a lo que ha determinado la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la seguridad pública corresponde a las autoridades civiles en los tres órdenes de gobierno, aunque es posible el uso de las fuerzas armadas (FFAA) para atender problemas de seguridad ciudadana, siempre y cuando siga una lógica de última razón y se encuentre limitada dentro de parámetros específicos.

Alo largo de la pandemia se ha conformado una serie abundante de posibles escenarios sociales que surgirían como consecuencia de este virus. Se plantean desde distintas perspectivas políticas e ideológicas; apuntan a diversas formas de reconfiguración, ya sea del ejercicio del poder, de los modos de control social, de las relaciones personales, etcétera.
Puede ser fácil olvidar la gentileza, los actos sutiles y las palabras medidas cuando uno vive en el encierro con otras personas. Una lectura optimista y voluntarista de las actuales cuarentenas escalonadas en el mundo entero las presenta como una suerte de hibernación, una latencia, una oportunidad. Según esto, saldremos reformados, dispuestos a cooperar, fortalecidos. Cuánto extrañamos dar abrazos, conocer gente nueva, transitar despreocupadamente entre desconocidos. Pero mientras del porvenir nada sabemos, sí del presente, que no sólo por buenas intenciones encuentra empedrado su camino, sino también por tedio, hartazgo emocional, vacíos del pensamiento o los bolsillos. En los jóvenes deben agitarse unas ganas insufribles de huir y estar en otra parte. De manera tenue y domiciliada vivimos la experiencia de los presos de verdad, recluidos por tiempo indeterminado antes de recibir sentencia y conocer su plazo, si alguno les queda por cumplir.

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