5/23/2020

Lo personal es político, en la pandemia y siempre




 


La forma como estamos experimentando el confinamiento en todos los países ha puesto en el centro, nuevamente, la vieja proclama feminista “lo personal es político”, al trastocar los ámbitos público y privado. Por decirlo así, la calle entró a la casa, pero también la casa está tomando la calle





Cd. de México, 21 may. 20. AmecoPress/SemMéxico.- Trabajo en una consultoría educativa y hace unos días, en una reunión con un cliente, le dije que podía atender su solicitud cuando regresara del supermercado, mi primera salida en varias semanas. Después caí en cuenta de que con varios clientes estaba tocando temas “privados” que en otros tiempos habrían sido impensables. Ese darme cuenta, y la lectura de algunas narrativas de mujeres a las que admiro, es el origen de esta reflexión.

La forma como estamos experimentando el confinamiento en todos los países ha puesto en el centro, nuevamente, la vieja proclama feminista “lo personal es político”, al trastocar los ámbitos público y privado. Por decirlo así, la calle entró a la casa, pero también la casa está tomando la calle.

La clasificación binaria de los roles, estatus y espacios, a partir del sexo biológico y la carga cultural de género, supone que el espacio privado está reservado para las mujeres, los afectos, el cuidado de los otros, el así llamado trabajo doméstico, etcétera. El espacio público, en cambio, sería el ámbito de los varones, del trabajo remunerado, de la empresa y el éxito, de la política, etcétera.

Con la irrupción masiva de las mujeres al espacio público desde hace algunas décadas, su papel en ese mundo de hombres ha ido ganando fuerza y contundencia, pese a las enormes resistencias que aún se observan. Pero estos cambios en su presencia pública no han disminuido el rol de las mujeres en el ámbito privado, particularmente en la familia. Así es como las mujeres tienen que planificar la vida del hogar y realizar tareas domésticas y de cuidados, además de desempeñarse en el mundo laboral. Dos mundos, dos espacios, dos cargas, eso que se llama la doble jornada de trabajo, pero que es mucho más que una suma de horas trabajadas.

Las mujeres tienen décadas cargando doble, pero cada carga se sostenía en un espacio diferente. El obligado confinamiento actual tiene múltiples aristas desde dónde analizar lo que estamos viviendo, pero una de ellas que llama la atención es el trastrocamiento de los espacios público y privado, entendidos como espacios físicos, demarcaciones territoriales: lo público está la calle, lo privado está en la casa.

En estas semanas, el ámbito público (laboral y político) invadió el espacio privado, convencionalmente reservado a los otros quehaceres domésticos y a las relaciones afectivas. El comedor de la casa se convirtió en oficina, salón de clases, estudio de grabación, etc. La habitación para dormir podría ser también el nuevo gimnasio y la sala de meditación. Los espacios, las dinámicas familiares y las mentalidades se han reajustado para dejar entrar la calle a la casa.

Pero al revés también. Lo privado y la vida en el hogar toman relevancia pública. Lo íntimo se vuelve algo que compartir abiertamente, motivo de debate público, sociológico y político. Estas semanas nos han dejado relatos de mujeres de distintas profesiones, ocupaciones y niveles socioeconómicos, que desde diversas latitudes cuentan cómo hacen malabares para lidiar con el trabajo a distancia, la organización del hogar, el cuidado de la familia y ¡la educación en casa!

Este es el caso de Arcelia Martínez (Aprendizajes en la cuarentena), que cuenta su experiencia en este mismo blog y el de Jimena Hernández-Fernández (Consejos para sobrellevar la escuela en casa). Arcelia y Jimena son investigadoras educativas, así es que han enfocado desde ahí la experiencia. Toman como eje articulador de su reflexión, los retos de la educación en casa, pero sus textos no son los típicos análisis de política educativa. Ellas comparten lo que están viviendo, sus emociones, alegrías y frustraciones, las negociaciones familiares y los logros conseguidos a fuerza de flexibilidad inagotable.

Otras mujeres, desde el periodismo, también nos han regalado maravillosas historias, como Daniela Rea (Un refugio que es un refugio), quien relata la experiencia de sus hijas de mudarse a vivir en una tienda de campaña en la sala del departamento que habitan. Especial mención merecen los diversos textos de Cynthia Rodríguez (Noticias desde el encierro) quien nos ha mantenido al tanto de lo que sucede en Italia, al mismo tiempo que narra lo que cocina y lo que significa estar en casa con sus tres hijos pequeños.

Como los mencionados, hay muchos textos más. En el trastoque de los espacios, la casa salió a la calle. Quizá no fue una ventana la que se abrió, sino una pantalla de Zoom la que ha permitido visibilizar el ámbito privado que habitan las mujeres, pero más allá de visibilizar, lo que hacen estos textos es politizar, en el mejor sentido del término, las experiencias de la vida en confinamiento de la mitad de la población.
Foto: SenMéxico.
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