Hyderabad Chávez Medina
proviene de una familia de maestros con gran vocación; estudió
licenciatura en Educación Primaria en el Centro Regional de Educación
Normal de Arteaga, Michoacán; maestría en Interculturalidad en la
Universidad Pedagógica Nacional; Doctorado en Pedagogía Crítica en el
Instituto McLaren y además los fines de semana participa de talleres y
otros espacios para su formación continua. Sin duda, es un profesor con
una alta preparación profesional y responsabilidad como docente.
Cada
semana se traslada de Nueva Italia, su lugar de origen, a la comunidad
“El Rincón” en la sierra del occidente michoacano. Hace tres horas de
camino en auto particular hasta Aguililla, la cabecera municipal, y de
ahí otros cuarenta minutos más en motocicleta por senderos de terracería
para llegar finalmente a su escuela. Su situación ha mejorado
indudablemente, porque en su anterior centro de trabajo tenía que viajar
tres horas adentrándose a la zona serrana para cumplir con su labor.
“Hyder”
como le dicen sus compañeros, es el único profesor de su escuela, de
hecho el único trabajador de la educación que hay para atender la
diversidad de funciones que ésta demanda. Además de sus labores
administrativas, directivas y de intendencia, atiende alumnos desde
primero hasta sexto grado de primaria y eventualmente los padres de
familia le envían a sus hijos en edad preescolar como oyentes, porque no
existe un jardín de niños en la comunidad.
La escuela de “El Rincón” sólo tiene un aula de 25 metros cuadrados
para atender a los alumnos de todos los grados, no cuenta con luz
eléctrica, mucho menos con aula de medios, no hay biblioteca, tampoco
existen canchas deportivas, ni material didáctico alguno que le haya
proporcionado la Secretaría de Educación Pública (SEP); sólo tiene unas
cuantas butacas, un pintarrón, una silla y una mesa para el maestro.
Se
podría pensar que las condiciones de Hyder para impartir clases son una
cuestión excepcional entre el magisterio, pero no es así, son la regla
en muchas escuelas mexicanas. Alrededor del 40% de las primarias son
multigrado; es decir, no cuentan con los maestros necesarios para que
cada grado sea atendido por un solo docente. En esta condición están
prácticamente el 100% de las escuelas comunitarias en todo el país.
Del informe 2016 del Instituto Nacional para Evaluación Educativa (INEE) La Educación obligatoria en México
se desprende que no hay docentes suficientes para cumplir con la
formación integral de los alumnos; por consecuencia, los que existen
enfrentan tareas pedagógicas multifacéticas, de suerte que la promesa de
Escuela al Centro con su programa de organización completa que Aurelio
Nuño anunció en este año, se descompone rápidamente en el inmenso
basurero de los incumplimientos.
Los datos arrojados por el
informe dicen que a pesar de que el 67% de las escuelas reportan al
menos un alumno con alguna discapacidad, únicamente son atendidas con
apoyo de personal especializado el 33.8% de ellas; ahora, siendo la
obesidad uno de los mayores problemas de salud infantil en México, sólo
54.7% de las escuelas cuentan con maestros de educación física; en tanto
que el 85.8% no tienen maestro de artísticas, 85.7% carecen de maestro
de computación y 76.4% de inglés.
Entonces, los maestros
mexicanos no sólo deben coberturar las carencias pedagógicas que dejan
los vacíos de personal en los centros escolares, también tienen que
realizar otras funciones directivas y de carácter administrativo, todo a
un mismo tiempo; según el mismo informe: 45.5% de los directores son a
su vez, maestros frente a grupo. Evidentemente, la carga laboral y
horaria se incrementa considerablemente, pero no así su salario, porque
no existen incentivos por hacer funciones adicionales.
Sin
embargo, el gobierno, los empresarios y los organismos de la
globalización económica se han empeñado en hacer responsables a los
maestros como factor único de cualquier deterioro educativo; a partir de
esa tesis se les presenta de manera tendenciosa como un sector
privilegiado laboral y salarialmente, pero que no está cumpliendo
adecuadamente con su labor.
Recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) presentó su Panorama Educativo 2016
referente a México, en él se informó que los maestros, pese a que están
por debajo de la media mundial, son los profesionistas mejor pagados
del país y los medios masivos de comunicación no tuvieron ninguna duda
en replicar como cierta tal afirmación, aun cuando no coincide con lo
que se ha dicho en los últimos años.
Por ejemplo, en el informe 2015 del INEE Los Docentes en México
se dijo textualmente que “Más de la mitad de los docentes de educación
preescolar y primaria tienen niveles salariales inferiores a los de
otros profesionales con contratos de medio tiempo o más. En 2012, la
mediana del salario real de las educadoras representó menos de la mitad
de la mediana del salario de otros profesionistas con ese nivel de
escolaridad y con jornadas de medio tiempo o más”.
Otra
referencia que contradice a la OCDE es el estudio elaborado por el
Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), llamado Compara Carreras 2016. Una herramienta sobre las consecuencias económicas de escoger una carrera,
en el cual, al igual que el año anterior, coloca entre las 10
profesiones peor pagadas del país a 5 relacionadas con la docencia:
formación docente para primaria; preescolar; por asignatura; física,
artística y tecnología; así como orientación y asesoría educativa.
La
falacia de los mentores con salarios de reyes se acompaña de otra que
los presenta como profesionistas con baja preparación y con poca
disponibilidad a seguir estudiando; pero, las estadísticas de los
propios organismos empresariales de la globalización OCDE- Mexicanos
Primero, reconocen que cerca del 90% de los docentes en funciones
participan en trayectos de formación continua, una taza muy alta con
respecto de otros países.
Los Empresarios Primero intentan
demeritar esta cualidad del magisterio diciendo que más del 70% no se
sienten preparados. Las razones son más que lógicas porque las
condiciones para asegurar una educación integral son precarias: ningún
maestro que atienda necesidades pedagógicas específicas sin el apoyo de
otros docentes especializados, que realice múltiples funciones
adicionales teniendo una sobre carga laboral, que sea sometido a
evaluaciones punitivas y sin espacios adecuados para el aprendizaje,
tendrá la sensación de tener una formación completa, por más que se
prepare, siempre le quedará la necesidad de seguir actualizándose.
Efectivamente
la culpa es de los maestros, por su incapacidad para escindirse; no
obstante, más allá de esa imagen distorsionada que dibujan los enemigos
de la educación pública, habrá que rescatar las muestras cotidianas de
gratitud que motivan a miles de educadores como Hyder a seguir adelante
en las condiciones adversas que enfrentan en sus escuelas, las cuales se
resumen en las conclusiones del Informe 2016 del INEE cuando dicen que:
“los alumnos en general, consideran que tienen buenos maestros”.
Lev Moujahid Velázquez Barriga. Doctor en Pedagogía Crítica y Educación Popular.
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