Este lunes se llevó a cabo la mesa de
diálogo Recuento de la muerte: las voces de las víctimas. En la parte
uno, coordinada por Juan Villoro, participaron Luis Astorga, Javier
Sicilia y Cristina Rivera-Garza.
Durante su participación,
Astorga, doctor en Sociología por la Universidad de la Sorbona, reparó
en que, contrario a lo que se piensa de manera habitual e irreflexiva,
el crimen organizado no está constituido por entes externos, sino surge
desde el propio tejido social.
El también miembro del Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM y del Sistema Nacional de
Investigadores, recalcó que si bien luego de la prohibición de
determinadas drogas a partir de la década de los veintes ha habido
brotes de violencia por la propia ilegalidad de su comercialización, en
décadas anteriores el narcotráfico no reportaba la violencia actual. El
pico más alto se vivió en 2008, durante la gestión de Felipe Calderón,
recordó.
Explicó que las redes de narcotráfico,
desde su aparición, han estado subordinadas al poder político. Con la
reconfiguración de éste, que surgió luego de la alternancia, este orden
hizo “corto circuito” y la correlación de fuerzas se vio modificada.
La guerra contra las drogas emprendida
por Calderón, narró, fue un “proceso de aprendizaje” para los grupos
organizados quienes no sabían hasta dónde podían llegar. Así fue como
poco a poco fueron pasando por encima de la ley sin que hubiera
consecuencias.
“Los nuevos criminales se sienten lo
suficientemente fuertes para confrontar a las autoridades, es un proceso
de aprendizaje que como consecuencia genera violencia”, explicó.
El experto en el tema mundial de las
drogas enfatizó que el problema no recae sólo en el ejecutivo federal,
sino también en los gobiernos estatales y municipales, donde los
cárteles tienen una influencia mucho más marcada.
Sostuvo que en esta problemática debe
modificarse en tres niveles; esquema prohibicionista desde el siglo XX,
el esquema bilateral en relación con Estados Unidos, y la situación
política interna de nuestro país. “Estamos teniendo una tendencia por
control territorial de parte del crimen organizado para dominar de
manera permanente a la sociedad”, sostuvo.
Por su parte, Javier Sicilia, hizo
hincapié en el papel que tiene en este problema la sociedad civil. Dijo
que más allá de la superficialidad del problema, que puede explicarse
como un problema político, se encuentra un problema humano: el mal.
Cuestionó si en efecto se trata de un
Estado fallido o una nueva forma de la dictadura. Advirtió que detrás de
todo esto, se trata de una cuestión económica debido a la lógica de
acumulación y consumo en la que estamos inmersos.
“El verdadero México está cimentado
sobre seres aterrados, atormentados y bajo ellos, una fosa común”, dijo
al narrar el recorrido que ha hecho junto con la caravana por la paz con
justicia y dignidad y sostuvo que es preocupante ver las similitudes
entre las fosas encontradas en Morelos, hechas por la propia Fiscalía,
con las de los Zetas.
Lamentó que esta guerra es contra los jóvenes, a quienes desaparecen y asesinan a manos de otros, también jóvenes.
Confió en que el cambio debe provenir de
la sociedad, no del poder político. “Depende de nuestra indignación y
amor como ciudadanos y seres humanos detener esta situación de
violencia”, remató.
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