10/21/2016

Elogiar a Calles para reivindicar a Peña


Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre 

La adulación es una de las prácticas más socorridas en el sistema político con todo y la longeva transición a la democracia que se institucionalizó con la reforma política de José López Portillo. También en el ámbito de las relaciones no políticas (personales, religiosas, empresariales y afectivas) es recurso generalizado.
Mejor conocida como lambisconería, la adulación es “Alabanza exagerada y generalmente interesada que se hace a una persona para conseguir un favor o ganar su voluntad.”
Lo dicho es pertinente para comentar el discurso del secretario de Educación Pública en el acto del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, en horario laboral, con motivo del aniversario 71 del fallecimiento de Plutarco Elías Calles, cofundador del abuelo del Revolucionario Institucional, el Partido Nacional Revolucionario.
En el Monumento a la Revolución donde reposan los restos de Calles, muy cerca de los de Lázaro Cárdenas, quien lo mandó al exilio, además de los de Francisco Madero, Venustiano Carranza y Francisco Villa, allí Aurelio Nuño arengó: “La derecha radical busca recuperar privilegios perdidos y sobreponer intereses particulares al bien común; de la misma manera, la izquierda radical busca destruir lo que tanto trabajo nos ha costado construir como nación.”
El orador que hace discursos ante escolares sin que nadie le llame la atención, pues obstruye la tarea educativa y manipula a niños, no se molestó en explicar qué entiende por radical (de la raíz o relacionado con ella), y sin decirlo colocó a su partido, a su jefe y amigo en el inexiste centro, por lo menos donde los compromisos estratégicos entre Acción Nacional y el tricolor datan de 1988, el PRIAN.
Dijo más Nuño Mayer: “México necesita instituciones fuertes y no caudillos. Cuando éstos se imponen a las instituciones, representan una amenaza”. Omitió el olvidadizo orador que el Jefe Máximo (Calles) jugó un papel clave en la Presidencia de la República sin ser el titular (1928-34).
Mas lo medular del discurso fue el presente de un mandatario venido a menos en el cuarto año de gobierno, como es la inveterada costumbre del sistema y la sociedad que primero lo ensalzan y después lo responsabilizan de todos los males hasta exigir su renuncia, como si con ella se resolviera alguno de los problemas nacionales.
“Peña Nieto se ha enfrentado al reto de reconstruir el Estado mexicano tras el extravío que sufrió después de la primera transición democrática, cuando fue cooptado por poderes fácticos e intereses ajenos al bien común”, destacó Nuño y lisonjeó que “ha enfrentado el desafío con seriedad, serenidad, audacia y determinación. Con gran visión y realismo ha sabido sobreponer el interés de México a los intereses particulares, más allá de coyunturas políticas o la búsqueda de popularidad.”
Por si no fuera suficiente, Enrique Peña “ha sentado las bases para construir en el siglo XXI un México en paz, incluyente, próspero y, al igual que Calles, un México con educación de calidad para el desarrollo”.
El malogrado suspirante presidencial asumió que EPN “enfrenta importantes retos. El entorno internacional es complejo y volátil, afectando las relaciones internacionales, la estabilidad monetaria y las finanzas públicas. Pero también, por razones ajenas a nuestro país, la caída en los precios del petróleo implica restricciones presupuestales importantes”.
Seguramente China forma parte de otro planeta y por ello su producto interno bruto crece al 6.9 por ciento anual, en tanto el PIB mexicano crece al 2.2 por ciento en promedio desde ¡1983!

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