El gobierno federal y los principales actores económicos del país continúan cerrados a debatir el lugar de los salarios en el modelo de desarrollo.
El
lunes 1º de septiembre el calendario político mexicano abrirá paso al
Segundo Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto, a la Glosa del mismo
en la Cámara de Diputados y a la racha más intensa de propaganda
política de la que hayamos tenido memoria en lo que va del sexenio,
gracias a los cinco mil millones de pesos de los que dispone el
presidente para estos menesteres.
En el sitio Web de la
Presidencia, en oportunidad del Segundo informe se presumen datos sobre
la actividad física y política del primer mandatario, como correr a una
velocidad de 1.75 mts/minuto; muy lejos todavía de Jesse Owens –en
cuyo honor se instaura el premio que lleva su nombre y quien recorría
91 metros en 9.4 segundos-. Muy apegada al estándar de rutinas de
velocidad para corredores establecido por The Competitive Runner Handobook,
pero harto diferente a lo que ocurre en la vida cotidiana de la mayoría
de las y los mexicanos que son mas bien observadores que no
practicantes deportivos, ya que dedican dos tercios de su tiempo a
tareas de cuidado y 50% al trabajo remunerado.
El sitio destaca
también el aprecio que tiene el mandatario por los jóvenes y los
adultos mayores y señala el compromiso que tiene con las mujeres cuando
afirma que “hacen falta muchas mas mujeres en la política del país”.
Sin embargo, en el video que adelanta la campaña mediática que
arrancará el día primero, no ve advierte que ese compromiso se traduzca
al menos en igualdad visual, ya su figura aparece
generalmente acompañada por varones, que caminan al lado del presidente
o como integrantes de los foros. Las mujeres que se incluyen (tres o
cuatro) son las que lo saludan en sus giras o las que acompañan a otros
mandatarios. Por cierto que su señora esposa no aparece para nada en
este promocional.
El tema central de la celebración
gubernamental de estos primeros dos años, donde ha gastado la tercera
parte de su periodo, es haber logrado “mover a México” gracias a las
once reformas estructurales efectuadas. Pero no hay mucho mas cosas que
celebrar aunque el tono sigue siendo de campaña,
ahora de cara a la renovación de la legislatura federal en la Cámara de
Diputados y a las elecciones en dieciséis estados de la república que
se realizarán el año entrante.
La oferta se traduce en proponer
llevar “de la ley a la práctica” las reformas, traduciéndolas a
beneficios reales y así mejorar la calidad de vida de las y los
mexicanos. Pero las cifras del desempeño económico del país en estos
dos años y la situación estructural de precariedad e incertidumbre
económica y laboral en la vida de la mayoría de los hogares mexicanos
obligan a tomar con mucho escepticismo estas promesas. Sobre todo
cuando el tan celebrado pragmatismo presidencial no hace tierra en los
ingresos laborales ni las condiciones de trabajo de las y los
mexicanos. La cerrazón al debate sobre el ingreso laboral no es un
signo para confiar en mejorías y los resultados hasta ahora no son
alentadores.
El Índice de Pobreza laboral ha bajado en el campo,
pero ha subido en las ciudades (1.00 en 2010 a 1.18 en el segundo
trimestre de 2014) El promedio nacional pasó de 1.00 en 2010 a 1.08 en
2014. Su variación porcentual subió 7.86% puntos en 2014 respecto a su
nivel mas bajo en el tercer trimestre 2010. Y mientras el PIB per cápita del país es de 139 mil 230 pesos, el Ingreso Laboral per cápita es de 1 mil 398 pesos y
con tendencia decreciente en 2014. La baja en este ingreso descontando
la inflación de precios de la canasta básica en el último año es de 183
pesos con 70 centavos.
Es decir que en términos reales los
ingresos de las y los trabajadores mexicanos que laboraban hasta el
primer trimestre de 2014 habrían sumado una pérdida de 9 mil 57
millones 482 mil 624 pesos, por el aumento de los precios de los bienes
incluidos en la canasta alimentaria. En esta condición destacan las
entidades de Sinaloa, Nuevo León; Morelos, el Distrito Federal y el
Estado de México entre los que se ha elevado el Índice de la Tendencia
Laboral de Pobreza.
A pesar de que el México se ubica entre los
países de mayor dinamismo en el crecimiento del PIB en lo entre los que
integran la OCDE, está ubicado entre los que menos movilidad social
tienen. De acuerdo a un estudio realizado por el Centro de Estudios
Espinosa Yglesias en 2013 muestra que 48% de los hogares ubicados en el
primer quintil inferior, su hogar de origen provenía de ese mismo
quintil. Por el otro extremo 52% de los que se ubican en el quintil
superior también tuvieron un hogar de origen del mismo nivel.La
sociedad mexicana muestra altas tasas de movilidad social en los
sectores medios, pero una alta persistencia en los extremos bajo y más
alto.
La educación lejos de constituir una palanca para la
movilidad social, debido a su deterioro está jugando mas como una ancla
que como un disparador para la mayoría de la población. Además de
presentarse el fenómeno conocido como inflación educativa que consiste
en que los rendimientos laborales en términos de salarios y puestos de
las y los trabajadores que tienen mas años de escolaridad decrecen,
contrariamente a los supuestos de la teoría del capital humano que
consideran que en términos de los salarios y la remuneraciones, la
educación implica una mejoría.
Análisis practicados en torno a
los incentivos de los empleadores mexicanos para la productividad,
contratación, despido y las políticas de remuneración de la mano de
obra (Martínez, Aguilera et Al, 2011, Pedrero y Valdivia 2012; De la
Garza, Bensunsan y Carrillo, 2012 ) parecen coincidir en tres
cuestiones:
1)La productividad de la economía mexicana de los
noventas y hasta inicios de la primera década del siglo veintiuno,
estuvo basada en crecimiento muy fuerte de la mano de obra no
calificada o con baja calificación, no tanto en la formación de
capital.[1]
2)La
escolaridad mejora el ingreso salarial y las condiciones de
contratación, pero no lo suficiente, de suerte que en el largo plazo se
ha producido en México una especie de desperdicio de capital
humano, donde es la población con niveles de educación superior
permanece parada o sin empleo por largo tiempo (se ubican entre los desocupados desalentados, según la ENOE) mientras el premio salarial por la educación decae.[2]
3)Los
incentivos que los empleadores privados y las instituciones del Estado
importantes contratantes de mano están enviando a los hogares y
personas, en términos de la educación son contradictorios ya que
desalientan a unos y otros a invertir en educación, por lo que en un
plazo de 10 a 15 años, el déficit de escolaridad y formación de la mano
de obra mexicana puede ser un escollo insuperable para el incremento de
la productividad. [3]
En
relación a la calificación laboral respecto al la productividad tampoco
hay buenas noticias para los mexicanos. Pagés y Scarpetta (2009)
citados por Martínez, Aguilera et al (2012) señalan que el
crecimiento de 18% de no calificados contra sólo 8% de crecimiento de
los trabajadores calificados entre 1993 y 2001, significó que no fueron
las mejoras en la composición de habilidades lo que contribuyó en forma
importante al crecimiento de la productividad, de esos años sino el
volumen de mano de obra barata.
Para fines de la década de los
noventa y hasta 2011 la composición fue exactamente la contraria. La
llegada de personas con educación media superior o superior fue de 72%
para los primeros y de 38% para aquellos con secundaria terminada, por
lo que la suma de ambas categorías representó 50% en 2001, y en 2011 a
casi 75%. Sin embargo, el premio salarial no ha sido muy estimulante, como lo marca la tendencia de los salarios de 2000 a 2012 y el estudio de Pedrero y Valdivia (2011)
Por
género los procesos de movilidad son desiguales y complejos ya que si
bien hay mayor movilidad entre las mujeres que entre los hombres
debida a la educación, las primeras tienen mayor probabilidad de
mantenerse en los estratos bajos cuando su origen se encuentra ahí ya
que la incorporación de las mujeres al mercado laboral está
condicionada por las características socioeconómicas. Por el contrario
tienen mayores probabilidades de salir de los estratos altos que los
hombres de su misma condición y sus opciones de movilidad ascendente
están acotadas, por numerosas restricciones incluido el techo de
cristal.
En suma si el gobierno federal y los principales
actores económicos del país, continúan cerrados al debatir el lugar de
los salarios en el modelo de desarrollo, además de que no tendremos
muchos empleos (OCDE calcula crecimiento adicional de 1% del PIB por
nuevas reformas) y con seguridad no serán bien remunerados.
[1]
Según Ross (2013:81) la Tasa de acumulación de capital de la economía
mexicana ha venido decreciendo desde 1980 a la fecha. De 1982 a 2012
bajo de 8% anual a menos de 4%.
[2]
En 2009 49.7% de los las personas egresadas de licenciatura estaban
desempleados. 85 mil de estos era egresados de Ingeniería; 50 mil de
Administración de empresas, 40 mil eran Abogados, 20 mil Comunicadores
y 13 mil Pedagogos o de Ciencias de la Educación.
[3]
Las señales contradictorias respecto al valor económico de la educación
que han emitido las instituciones y los empleadores, se documentan con
las cifras del abandono o la deserción escolar. Según la Encuesta de
Educación Media Superior del ciclo escolar 2010-2011, 3.2 millones de
jóvenes de ambos sexos entre 15 y 17 años con educación básica
completa no estaba asistiendo a la escuela. Secundaria. En el ciclo
escolar 2010-2011 de 38 a 40 por ciento de los matriculados en el
Bachillerato abandonaron la escuela. En tanto la Encuesta Nacional de
la Juventud, 2005 encontró 7 millones de jóvenes entre 12 y 29 años que
no estudiaban ni trabajaban de forma remunerada
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