[…] ¡y el huracán de cascos y machetes
descerrajó las puertas de la gloria!
Rubén Martínez Villena
El
viejo proyecto del nuevo aeropuerto, en voz del hoy presidente de
México, representa la confirmación de una guerra ya iniciada con
antelación cuya finalidad es, indudablemente, el despojo de las tierras
“a la orilla del agua”. Sin embargo, la noticia se reviste de algunos
rasgos que cobran vital importancia al cumplirse dos años de Peña Nieto
en el poder.
Primero. El anuncio, en el renovado “día del
presidente”, resulta un claro mensaje hacia la clase empresarial que,
luego de poco más de una década, imagina por fin la materialización de
tan largo sueño. Vicente Fox reculó en el “proyecto más ambicioso de su
sexenio” –slogan ahora retomado por el golden boy de
Atlacomulco- bajo una ola de reclamos del poder empresarial que vio
frustrados sus anhelos. Peña Nieto ha decidido que es la hora de lavar
la afrenta de 2001 y devolver los no pocos favores brindados por los
magnates del dinero en 2012. Hasta el momento, la correlación de
fuerzas para el movimiento social mexicano no es favorable. La
aplanadora priista, en connivencia con la oposición de juguete que
representa la izquierda partidista en amasiato con el panismo
complaciente, no ha sufrido un solo traspié en la aprobación de las
reformas estructurales. Reconocer esta situación, en sus justos
términos, ayudará al movimiento social mexicano para realizar, a la
brevedad, un balance necesario al respecto y congregarse en torno al
Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT).
Segundo. La
estrategia seguida por las autoridades federales, como lo denunciaron
anteriormente los integrantes del FPDT, es distinta a la empleada hace
13 años. Al respecto es imprescindible apuntar dos elementos. A) La
tarea ininterrumpida desempeñada por CONAGUA y otros organismos. Bajo
el discurso de “rescatar” el lago de Texcoco a través de diferentes
proyectos, lograron, con varias irregularidades suscitadas en las
Asambleas ejidales, “legalizar” la venta de tierras en poblados como
Nexquipayac y Santa Isabel Ixtapa. Vale la pena apuntar, además, que en
ambos pueblos se desató una fuerte campaña, misma que incluyó fuertes
sumas de dinero, para la aprobación del “dominio pleno”, es decir la
desintegración de los terrenos ejidales que permitieran, a ejidatarios
y posesionarios, la venta individual de la tierra. Este accionar se
aplicó, de igual manera, en San Salvador Atenco, cuya Asamblea, y la
validez de ésta, se encuentran hasta el día de hoy en entredicho. B) La
intención de generar un enfrentamiento entre los habitantes de la
cabecera municipal. Uno de esos intentos se vio reflejado cuando, en
diciembre del año anterior, fue borrado el histórico mural de la
resistencia campesina. Desde entonces, se montan provocaciones con la
finalidad de justificar la represión contra los integrantes del FPDT.
Así ocurrió, por ejemplo, el pasado 22 de agosto cuando un grupo de
personas, defensoras del proyecto aeroportuario, afines al priismo,
agredió la movilización del FPDT en las oficinas agrarias de Texcoco.
Ésta será una constante y, a la luz del anuncio presidencial, ese grupo
servirá como quinta columna al interior de Atenco buscando así una
justificación para actuar “con todo el peso de la ley” en contra de
quienes se nieguen al despojo.
Tercero. La presentación del
proyecto no ocurre a través de un decreto presidencial como lo hizo,
sin tino político, Vicente Fox. En esta ocasión, se insiste, y es ya el
sonsonete de moda en los medios masivos de desinformación, en que no
habrá más compras de terrenos y que el aeropuerto será construido en un
área “contigua” al que funciona actualmente. Con tal estrategia, el
gobierno federal pretende aislar al FPDT de la opinión pública; está,
en los hechos, moldeando el juicio de la población y presentando a los
ejidatarios opositores como un grupo reducido e intransigente. Todo
intento de resistencia es, por decreto mediático, digno de ser llevado
al patíbulo. Peña Nieto, que gobierna con las televisoras como uno de
sus pilares, no escatimará esfuerzos en el afán de conseguir, de una
vez por todas, la construcción del ahora “proyecto emblemático”. El
panorama se presenta aún más escarpado si se considera que las dádivas
y la oferta monetaria, a diferencia de los siete pesos por metro
cuadrado ofrecidos por Fox, no son despreciables en un contexto de
crisis económica y desempleo como el que vivimos. Ahora, se dirá, “está
bien pagado” convirtiendo el problema en una cuestión de pesos y
centavos, eludiendo el aspecto toral: la desaparición de la tierra
comunal y, en suma, la extinción de todo un municipio en aras del
“progreso”.
Cuarto. Nadie puede llamarse a engaño. El FPDT, como
lo ha demostrado por más de diez años resistiendo días aciagos de
sangre, cárcel y persecución política, no bajará la guardia ni guardará
los machetes. El chacal del 2006 lo sabe. Jugará todas sus cartas para
doblegar a los atenquenses. La firmeza campesina le propinó ya varias
derrotas, en 2002 echando abajo el decreto expropiatorio; en 2006 por
vencer al miedo y mantener vivo al FPDT luego del feroz operativo que
buscaba su aniquilación; y en el 2010 con la libertad absoluta de los
presos políticos que él mandó a la cárcel. Tiene ahora una oportunidad
inigualable, con todo el poder en las manos, para presentarse como el
hombre fuerte, ante los organismos financieros internacionales, que sí
puede “mover a México”.
Quinto. Nada está decidido. Habrá que
hacer de la necesidad, virtud. En este nuevo anuncio se presenta una
posibilidad de conjuntar los diferentes esfuerzos de resistencia y
frenar el tándem peñanietista. En la batalla por la defensa de la
tierra se definirá, en gran medida, la correlación de fuerzas del
futuro inmediato. Los integrantes del FPDT han declarado, nuevamente,
que darán la vida por su tierra. La historia nos ha enseñado a
creerles. Atenco está, otra vez, en el centro de una pelea que se
avizora larga y sufrida. Es momento, sin mezquindad, de que la
izquierda mexicana –en sus muy diversas tendencias-, cierre filas y,
hombro a hombro, fortalezca a estos campesinos hijos de la tierra que,
hasta ahora, no saben de derrota.
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