Es complicado no
dejarse llevar por la pasión que imprime Quentin Tarantino a todas sus
películas. Para muchas personas, entre las que me incluyo, los estrenos
de sus films son todo un acontecimiento y una experiencia
cinematográfica muy especial que esperamos con ganas. Ver a Tarantino en
pantalla grande es una maravilla. Su última película hasta el momento,
‘Érase una vez en Hollywood’, se estrenó el 15 de agosto y todavía se
mantiene en cartelera aguantando el tirón.
‘Érase una vez en Hollywood’, la última película de Quentin Tarantino,
es el particular homenaje que el cineasta realiza al Hollywood de los
años 60. Tarantino ama el cine y esa época, ama el formato 35 y 16
milímetros, odia a los y las hippies, y sigue jugando con la historia
construyendo un cuento de hadas en el que las estrellas guapas, jóvenes y
rubias pueden seguir brillando. Hay guiños a la libertad de las
mujeres, a esas jóvenes despreocupadas y guapas que hacen autostop en
una ciudad como Los Ángeles. Y sobre todo en este cuento de hadas se
cuestiona de raíz la construcción de las masculinidades patriarcales.
Éstas están tardando más en desaparecer que el Hollywood que adora
Tarantino, pero no cabe duda de que tiene los días contados. Rick Dalton
(Leonardo DiCaprio) y sobre todo Cliff Booth (Brad Pitt) deambulan por un universo condenado a desaparecer.
La última película de Tarantino es la escusa perfecta para poder
repasar toda su trayectoria, marcada por el impacto que causó en nuestro
imaginario la película ‘Kill Bill’. Hay aspectos que devienen complejos. Tarantino ha rodado casi todas sus películas bajo la protección de Harvey Weinstein,
siendo consciente de las andanzas del depredador sexual. Incluso pidió
disculpas públicamente por no haber hecho lo suficiente para parar los
abusos. En sus películas es capaz de incluir sexismo y reivindicaciones
feministas. Por ejemplo en ‘Death Proof‘, una de sus
propuestas más radicales, combina la objetualización y fragmentación del
cuerpo femenino con una defensa feroz del uso de la violencia y de la
venganza como recursos para afrontar la violencia de género.
En 1992 Tarantino presentaba ‘Reservoir Dogs’ su ópera prima en el
Festival de Cannes horrorizando y maravillando a la crítica y al público
con una propuesta diferente. Un grupo de delincuentes, un ambiente
claustrofóbico, muchos planos secuencia, conversaciones interminables, flash backs,
distorsión de la linealidad, una historia que el público tiene que
construir y, sobre todo, el tratamiento de la violencia serán las marcas
de su filmografía. Después de ‘Reservoir Dogs’ llegaría ‘Pulp Fiction’ (1994).
En sus dos primeras películas predominan los universos masculinos. En
la primera, salvo alguna camarera que sale en pantalla de forma casual
no existe ningún personaje femenino y abunda la testosterona y los
machotes. En la segunda no cambia demasiado el panorama ni el
planteamiento. La presencia de Mia Wallace apunta a todas las
posibilidades que puede tener la actriz Uma Thurman en una película de Tarantino, e impresiona por las secuencias que protagoniza, pero poco más.
‘Jackie Brown’, black woman power
‘Jackie Brown’ (1997) es su primera aproximación a un personaje
femenino complejo y visualmente imponente. Con Jackie Brown empieza el
espectáculo. La película es un sentido homenaje a la actriz Pam Grier.
Grier, una de las más destacadas actrices y musas del cine
blaxploitation, el cine protagonizado por actrices y actores negros, con
música afroamericana y con grandes vinculaciones con el cine de
explotación lleno de violencia, persecuciones y drogas. Música funk,
gafas enormes, pantalones de campana, camisas de cuellos con mucho
escote y tías duras recorren las calles de diferentes ciudades. Los
papeles más célebres de Pam Grier fueron el de la enfermera que se venga
de los narcotraficantes responsables de la adicción de su hermana y de
la destrucción general de la ciudad en ‘Coffy ‘ (1973) o el de Foxy, la
mujer que se hace pasar por prostituta para vengar la muerte de su novio
en’ Foxy Brown’ (1974).
La ya mítica secuencia con la que comienza la película ‘Jackie Brown’
es todo un homenaje a la actriz y a su personaje. Jackie anda y pisa
como lo hacen las mujeres fuertes. Pero ser una mujer fuerte no te
garantiza que dejes de estar rodeada de imbéciles. La policía descubre
sus trapicheos y la presiona. Jackie decide darle la vuelta a la
situación y valerse de las vulnerabilidades femeninas. Usa la poca
estima e importancia que le atribuyen los hombres a su favor. Con la
ayuda de Max urde un inteligente plan para vengarse de todos los hombres
que la han utilizado y la amenazan con sus vulnerabilidades de azafata
con una cierta edad que trabaja en una compañía aérea de segunda
categoría. Es una venganza fría, calculada, sin violencia física, pero
venganza al fin y al cabo.
El aspecto de Jackie, su seguridad, sus decisiones son todo un chute de empoderamiento.
Las mujeres de las películas de Tarantino se construyen por su aspecto
físico y tienen un poderío visual como pocos personajes lo han tenido en
el cine. Su personaje más icónico es sin duda el personaje de Beatrxix
Kido o la Mamba Negra, de ‘Kill Bill’.
‘Kill Bill’, mucho más que una katana y un mono amarillo
Tarantino bebe de películas como’ Hannie Caulder’ (1971), ‘They Call
Her One Eye’ (1973) o de ‘Faster, Pussycat! Kill! Kill!’ (1965). ‘Kill
Bill’ recoge la herencia de todas estos filmes y junto a la influencia
de las películas de kung fu de los años 70 y los lleva a un
nuevo plano y a una película que se ha convertido en clave de la
historia del cine. Una de las primeras secuencia de ‘Kill Bill’ es una
lucha a muerte entre la protagonista y Vernita Green antiguamente
conocida como Cascabel. Una generosa secuencia que no se limita a la
habitual pelea de gatas de mujeres en el cine. La pelea se detiene
porque llega la hija de Vernita del cole. ¿Cuándo habíamos visto
anteriormente algo así en el cine?
En ‘Kill Bill’ hay violencia a raudales. Y de muchos
tipos. La protagonista es objeto de violencia sexual. Cuando está en
coma, el enfermero Buck la viola y la vende por 75 dólares a cualquier
hombre que lo desee. Es importante no pegarle y no dejarle marcas. Ella
responde contundente. Arranca el labio al agresor y machaca la cabeza
del enfermero con una puerta. No es el objetivo principal de la película
denunciar esta violencia, sino empatizar con el personaje protagonista e
ir desgranando su historia. Los abusos de enfermeros o carceleros hacia
sus pacientes o reclusas son habituales en el cine. Responder a ellas
ya no tanto. Sarah Connor en ‘Terminator 2’ también había agredido a uno
de los guardias de la institución mental en el que la tienen presa.
La violencia en el cine de Tarantino es un proceso y un fin en sí mismo.
Se trata de disfrutar o de horrorizar, o de ambas a la vez. Importa la
puesta en escena, la espectacularidad, porque la violencia es sobre todo
espectáculo. Cuando se estrenó ‘Kill Bill’ existían muy pocas
referencias en el cine dirigido al gran público de mujeres que se
rebelaran con violencia para combatir la violencia que habían sufrido y
que albergaran sentimientos de venganza y se lanzaran a ella con pasión.
La violencia y la venganza eran estrategias reservadas para los
personajes masculinos. Ni siquiera ‘Thelma y Louise’ llegaba a rozar tamaña transgresión. Ellas buscaban justicia y no venganza.
Pero no sólo de violencia y venganza vive la protagonista y el
público. Es vibrante acompañar a la Mamba Negra a Okinawa para que le
fabriquen una katana que la haga aún más letal, es emocionante ver cómo
recibe las enseñanzas de Pai Mai, ese maestro de kung fu de
opereta que odia a las mujeres, es alucinante ver a la Mamba Negra
enfrentarse sola a los 88 maníacos o ver sus enfrentamientos a muerte
con Elle Driver y con O-Ren Ishii. Si incluso consigue salir del ataúd
en el que le han enterrado….Tras ese momentazo solo cabe preguntarse:
¿cómo no la vamos a considerar un símbolo? ¿cómo no va a ser uno de
nuestros referentes cinematográficos más relevantes? Es casi imposible
que no sea así.
Ayuda mucho también el enfrentamiento que tiene con Bill. La última
parte de la película es un duelo al sol digno de cualquier western.
Maestro y discípula se miden y se retan. Solo puede quedar uno de los
dos. La naturalidad y la familiaridad de las conversaciones cotidianas
se mezclan con las conversaciones pendientes que llevamos esperando toda
la película, la domesticidad que permite una breve tregua es angustiosa
y crea una tensión increíble.
La Mamba Negra confiesa que pasó de ser la asesina más letal del
mundo a tener miedo por su bebé. Le gustaba matar, disfrutaba mucho con
su trabajo. Este cambio le da una profundidad mayor a su personaje. La
Mamba Negra ya no puede ser solo la Mamba Negra desde el momento en el
que decide ser madre. Eligió a su hija y no a Bill, su amante. Bill
ejerció todo el poder que le daba su posición de macho herido y arrasó
con todo. Su error, no matarla.
La leona que se reúne con su cachorra se erige en una de las más
claras rebeldes y peligrosas de los últimos tiempos. Por sus acciones,
por su estética, por su capacidad de no rendirse, de ser violenta, de
dinamitar un sinfín de mandatos de género nos sorprendió e impacto en el
momento de su estreno y nos sigue inspirando y haciendo gozar cada vez
que volvemos a ver las películas.
No es el personaje interpretado por Uma Thurman la única mujer
poderosa de las dos películas. Elle Driver o Crótalo de California,
interpretada por Daryl Hannah, quien ha ocupado el lugar de la Mamba
Negra en la vida de Bill y O-Ren Ishii -Lucy Liu o Gogo Yubari, la cruel
asesina vestida de colegiala. La historia de O-Ren Ishii es brutal y se
narra con dibujos manga lo que hace que la violencia aumente. Después
de que el jefe de la Yakuza matara a sus padres, juró venganza.
Aprovechó que el jefe era un pederasta para meterse en la cama con él y
matarlo brutalmente en una orgía de sangre. Luego se convertirá en una
de las mejores asesinas del mundo con tan solo 20 años y en jefa de la
Yakuza.
Al igual que en ‘Jackie Brown’ la estética tiene una importancia
total: el mono amarillo de la protagonista, el parche en el ojo y el
vestido de enfermera sexy de Elle Driver, su silbido, las mujeres con
armas, las cantantes del restaurante…La forma es esencial.
‘Death proof’, el placer de la venganza
‘Death proof’ forma parte junto a ‘Planet Terror’ de Robert Rodríguez
del proyecto ‘Grinlhouse’. Los dos cineastas se lanzaban con sendos
homenajes a las salas de cine de programación doble que proyectaba cine
de serie B, cine de explotación, cine de artes marciales, cine con gran
contenido erótico y sexual en la década de los 70, cine gore, cuando
eran unos niños. Hablamos de los cines populares y baratos y de pura
dinamita.
En las dos películas tenemos personajes femeninos potentes y
violentos. La mayor parte de estas mujeres tienen cuerpos impresionantes
y una sexualidad exuberante que se fusiona con la violencia. Cherry, la
gogó sexy que se parece a Ava Gardner, o Dakota, la enfermera que se
convierte en una mujer letal con sus jeringuillas enganchadas a un
liguero, son puro sueño patriarcal hecho carne. Pero son mucho más.
Cherry fusiona su cuerpo con una metralleta. Sigue siendo impresionante
ver las secuencias en las que dispara, salta, y casi vuela. Dakota es la
hija del sheriff y hermana del ayudante del sheriff. Está casada con un médico que la maltrata y que lleva fatal que su mujer le sea infiel. Que se haya enamorado de otra mujer es pura pupa para esa masculinidad que representa. Así, las
representaciones devienen complejas y el uso de la sexualidad femenina
puede llegar a devenir en algo muy poderoso e inspirador.
Comienza ‘Death proof’ con unos pies femeninos en el
salpicadero. Luego vienen unas piernas, un culo, un dedo en el coño de
una chica que no aguanta el pis…. Pura fragmentación del cuerpo femenino
de manual. Una secuencia muestra a una de las protagonistas bailando
sensualmente delante de un hombre ¿Es ‘Death proof’ una película sexista?
No. Es una película que juega con elementos sexistas y va radicalizando
su discurso hasta convertirse en una película imprescindible en los
feminismos. Parte de este juego es llevarnos por todo este recorrido y
terminar empatizando totalmente con las protagonistas. Para entonces ya
se nos han olvidado las secuencias iniciales.
En ‘Death proof’ un grupo de chicas, jóvenes, guapas, independientes
se van de fin de semana solas, a hablar de sus cosas, beber, fumar
porros y todo sin follar. Hablan, hablan sin parar hasta que terminan en
un bar de carretera en el que sus caminos se cruzan con el especialista
Mike, un depredador sexual que se dedica a fotografiar mujeres, un
cazador que localiza a sus presas y luego las mata. Cuando termina con
el primer grupo, irá a buscar otro. Pero en esta ocasión Mike no saldrá
victorioso. Mike, te vas a equivocar y mucho.
Desde que vemos el segundo grupo de mujeres tenemos deseos de que se
venguen de Mike. La tensión es inmensa. Sabemos que estamos viendo una
película de Tarantino, y que Mike se ha confundido. El nuevo grupo de
chicas no se va a limitar a asustarse cuando Mike las ataca. Podían
haber huido, podían haberse metido en casa a llorar y a pasar el susto.
Pero no, vara de hierro en mano, deciden ir a por él. Ir a matarlo y
también a humillarlo. Algo cambia y podemos escuchar resquebrajarse un
poco el orden patriarcal de la mano de este grupo de chicas que matan a
golpes a un depredador sexual. Tarantino juega de forma vil con nuestros
sentimientos. Si somos capaces de ver la película -no todo el mundo
puede- y disfrutamos con las protagonistas de ese épico final con el
broche de oro de la canción de April March. Y de nuevo nos regala iconos
y referencias, como esa Zöe Bell encima del capó del coche jugando a
mástil de barco.
‘Malditos bastardos’, ‘Django desencadenado’ y ‘Los odiosos ocho’
En las siguientes películas de Tarantino tanto el protagonismo femenino como su tratamiento es desigual. ‘Malditos bastardos’,
la primera película en la que Tarantino juega con la historia y con la
Segunda Guerra Mundial y el nazismo, cuenta con Shoshana Dreyfus, única
superviviente de la masacre de su familia. Varios años después,
escondida bajo la identidad de Emanuelle Mimieux o Mimmy, gestiona un
cine y busca venganza. Pero a diferencia de los personajes ya analizados
se confía, baja la guardia, algo que le costará la vida. Lo mismo
ocurre con el personaje de Bridget von Hammersmark, la actriz alemana
que trabaja para el Gobierno británico. Es torpe, muestra debilidad y no
conseguirá sobrevivir….
En ‘Django desencadenado’, una historia ambientada
en la época de la esclavitud, es Django quien tiene todo el
protagonismo. Sorprende que Broomhilda, la esclava que sabe hablar
alemán, sea un mero personaje secundario sin más entidad que asumir el
rol de princesa en apuros. Es la excusa para que su marido la tenga que
salvar. La prostituyen, en momentos decisivos se desmaya, la secuestran
y, cuando finalmente la salvan, aplaude como una boba. ¿De verdad?
‘Los odiosos ocho’, el primer western
oficial de Tarantino, cuenta con un personaje femenino interesante.
Daisy Domergue se encuentra en apuros. El cazarrecompensas John Ruth la
lleva en una diligencia hacia Red Rock para que la justicia dé buena
cuenta de ella. La ventisca hace que se queden en el refugio de Minnie,
un lugar inquietante y lleno de misterios. Daysy no deja de ser un
personaje más en el puzle que el público debe construir y para las fans tarantinianas se nos queda corta su presencia.
Si algo queda claro con este repaso a la filmografía de Tarantino es
que nos proporciona nuevos modelos y referentes en un contexto de cine
dirigido al gran público. Ha construido iconos que inspiran y empoderan. Ha dinamitado y destruido la noción de víctima.
Hemos interiorizado y crecido con su legado, un legado que ha
ensanchado las posibilidades de los personajes femeninos en el cine. La
violencia, la venganza, la espectacularidad, la épica, el
entretenimiento también son cosa nuestra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario