El discurso de Greta Thunberg, joven activista sueca contra el cambio climático,
ha desatado debates que desvían la atención de su mensaje: la amenaza a la
sobrevivencia en el planeta. Descalificaciones por su nacionalidad, aspecto o
color de piel; suspicacias en torno a su protagonismo, detrás del cual algunos
ven a las industrias “verdes”, amenazas a través de redes sociales intentan silenciar
o reducir su potente voz que a muchos irrita. Abogar por un cambio radical en
las políticas públicas internacionales y el modo de vida de los privilegiados
no puede sino incomodar a los amos del dinero y a los políticos que apuestan
por beneficios a corto plazo, aun a costa del bienestar futuro de las jóvenes
generaciones,
¿Qué molesta de Thunberg? Su discurso ante la Asamblea general de la
ONU, por ejemplo, en que, con enojo, encaró a jefes de Estado acostumbrados al
disimulo del discurso diplomático. Que una adolescente pregunte así “¿Cómo se
atreven?”, es transgresor. Peor aún que defienda el valor de la ciencia y la
urgencia del cambio ante políticos que hoy apuestan por el carbón y eliminan la
regulación de los gases de efecto invernadero, o niegan la necesidad de
preservar selvas y bosques, como la Amazonía, en beneficio de la humanidad. La
hostilidad de Putin y Trump contra ella bastaría para escucharla con atención y
respeto.
Si la centralidad de Thunberg molesta, habría que reconocer primero que
su perseverancia ha alentado a miles de jóvenes en Europa y otras regiones a
participar en los paros semanales de #FridaysForFuture, a tomar conciencia y
actuar para detener la depredación del planeta. Su presencia en el ámbito internacional
también ha contribuido a sacar a la luz pública a otras chicas y chicos de otras
regiones que, antes de Thunberg o inspirados por ella, defienden su derecho a
un presente y un futuro vivibles. Entre ellas, podemos nombrar a Jamie
Margolin, norteamericana de 17 años que fundó el movimiento Zero Hour (Hora Cero)
para apoyar a jóvenes activistas a favor del medio ambiente, la justicia social
y los derechos indígenas; o a Autumn Peltier, indígena canadiense de 15 años
que lucha por la protección del agua y el derecho de los pueblos indígenas al
agua potable.
Si las y los activistas del “sur
global” han quedado fuera de la luz pública, la responsabilidad no es de
Thunberg sino, como señala la escritora nigeriana Chika Unigwe (The Guardian, 5
de octubre), de los medios occidentales que han ignorado, o no se han preocupado
por documentar, las aportaciones de jóvenes que, antes que ella incluso, han
defendido aguas y bosques y se niegan a vivir en un mundo cubierto de basura, a
respirar aire tóxico, a cruzarse de brazos ante la depredación provocada por
corporaciones internacionales, empresarios nacionales y políticos
irresponsables o corruptos. Como también
advierte Unigwe, no se trata de “Gretas” locales. Son adolescentes que han
vivido o atestiguado o tomado conciencia de los efectos de la devastación sobre
sus familias o comunidades, su país, los ríos y mares.
Entre las activistas que debemos reconocer, Unigwe menciona a Ridhima
Pandey de la India, quien se moviliza a partir de terribles inundaciones que
desplazan a cientos de personas, a Kaluki Paul Mutuku de Kenia, que ha visto en
su madre el trabajo que impone carecer de agua potable.
Ambas forman parte de movimientos de jóvenes contra el cambio climático.
De América Latina, hay que mencionar al menos a Nina Gualinga, líder indígena
ecuatoriana que desde los 8 años lucha por la preservación de la Amazonía
ecuatoriana y los derechos de las comunidades ahí asentadas, premiada en 2018 por
la organización conservacionista World Wildlife Fund.
Como lo han demostrado las y los defensores del territorio en América
Latina desde hace años, ésta es una lucha ardua que no siempre se aplaude. En
México y otros países, ya ha cobrado demasiadas vidas.
Valorar todas las voces que defienden la naturaleza hoy para tener un
presente decente y un futuro habitable, es reconocer que la
sustentabilidad no incumbe sólo a unos cuantos. Es asunto de todos
nosotros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario