Asa Cristina Laurell
La semana pasada se realizó el
consejo directivo número 57 de la Organización Panamericana de la Salud
(OPS) en Washington. Durante esta reunión se tomaron acuerdos
regionales que hacen avanzar la estrategia de atención primaria en
salud, encaminada a lograr la cobertura y el acceso universal a los
servicios de salud en los estados miembros. Este planteamiento es
crucial en la actual coyuntura, porque la mayoría de los avances
conseguidos en la región de las Américas han sufrido retrocesos graves,
como son los casos de Brasil con Jair Bolsonaro, de Estados Unidos con
Donald Trump y de Ecuador con Lenín Moreno, entre otros. En este
contexto, México está desempeñando un papel importante al adoptar como
modelo la atención primaria en salud integrada e integral (APS-I).
Los resultados de la Comisión de Alto Nivel, nombrada por la
directora de la OPS, se presentaron en México en abril de 2019. Son una
base importante para trazar la acción de la OPS y sus estados miembros
para el periodo 2020-2025. El informe de la Comisión hace 10
recomendaciones que son: asegurar el derecho a la salud, desarrollar
modelos de atención basados en atención primaria de salud (APS), generar
mecanismos de participación social, generar mecanismos de regulación y
fiscalización del sector privado, eliminar las barreras de acceso a la
salud, abordar los determinantes sociales con intervenciones
intersectoriales, reposicionar la salud pública como eje orientador de
la respuesta del Estado, valorar los recursos humanos o a los
trabajadores de la salud como protagonistas de la APS, promover la
utilización racional y la innovación de los recursos tecnológicos y
otorgar financiamiento eficiente y sostenible. Las recomendaciones de la
Comisión fueron discutidos durante tres días por los ministros o sus
representantes de alto nivel.
La directora de la OPS, Carrisa Etienne, presentó en la clausura de
esta reunión la propuesta de acción 30-30-30 para la región de las
Américas. Consiste en reducir en 30 por ciento las barreras que
dificultan el acceso a la salud para combatir la desigualdad, asignar al
menos 30 por ciento del gasto público en salud al primer nivel de
atención y transformar los sistemas públicos de salud en sistemas de APS
para 2030. Durante la reunión los ministros de 17 estados discutieron
esta propuesta y la adoptaron unánimemente.
México juega un papel importante en la promoción de estas políticas
con su ejemplo. Ya ha adoptado la APS-I como su nuevo modelo de atención
y está fortaleciendo el sistema público de salud desde abajo hacia
arriba. Es decir, el principal esfuerzo está en fortalecer el primer
nivel de atención para que efectivamente resuelva entre 80 y 85 por
ciento de los problemas de salud de la población. Una característica
importante es que el nuevo modelo de primer nivel fue elaborado
conjuntamente entre la Secretaría de Salud, el IMSS ordinario, el
IMSS-Bienestar, el Issste y la Sedena, hecho que demuestra la voluntad
política de ir hacia un sistema público y único de salud para acabar con
la segmentación. La nueva estructura organizativa del primer nivel –el
distrito de salud– está construido para incrementar la capacidad
resolutiva en este nivel y disminuir las tareas burocráticas. Esto
permitirá liberar tiempo para la atención directa a niños, mujeres y
hombres. Asimismo, fortalece el trabajo de salud directamente en el
territorio de la intersectorialidad.
El nuevo modelo de atención está en su fase de implantación,
iniciando con varias pruebas piloto. Este procedimiento recoge la misma
idea que el diagnóstico que fue un proceso participativo en sus dos
etapas, la del censo estratégico y el barrido en campo. Así, se presenta
el nuevo modelo al secretario de salud estatal y su equipo, incluyendo a
los jefes jurisdiccionales, y luego se abre la discusión con ellos y se
recogen sus observaciones y sugerencias. Esto permite evitar la
imposición del nuevo modelo desde arriba y desde fuera, como se hizo
tanto con la descentralización como con el Sistema Nacional de
Protección Social en Salud.
Existe ya literatura latinoamericana amplia sobre la necesidad de
distinguir entre los planteamientos generales de política, la
formulación de la política específica en salud y el proceso de
implantación de la misma. Corresponden a tres etapas distintas y cada
una tiene características particulares. Confundirlas ha llevado a
fracasos, que además tienen impacto negativo y directo en la salud de la
población.
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