Bajo
circunstancias normales, un partido entre las selecciones nacionales de Irán y
Camboya llamaría la atención exclusivamente de iraníes y camboyanos. Pero el
partido clasificatorio para el mundial de Catar en 2022 se juega el 10 de
octubre, la fecha que la FIFA puso como límite para que Irán levantara
definitivamente el veto que, desde 1981, prohíbe a las mujeres entrar a
cualquier estadio del país—hace mucho que en Irán las circunstancias no son
normales.
En
un principio, la venta de boletos que se llevó a cabo el pasado 3 de octubre
pasado se llamó histórica—3,500 fueron los boletos destinados exclusivamente
para mujeres, mismos que se agotaron en solo unas horas.
Para
celebrarlo, muchas aficionadas subieron
fotos de si mismas a Twitter presumiendo su
boleto, acompañadas de la etiqueta “ven conmigo al estadio”, en farsi. Pero una
vez que se dispersó la emoción inicial, comenzaron el análisis y, con él, las
sospechas: en el pasado, las autoridades iraníes han fingido progreso donde no
lo hay para quitarse algo de presión de encima y mantener vivo al veto.
Éste
existe desde la Revolución de 1979 y no es una ley promulgada, sino una
práctica civil sin ningún obstáculo—legal o de cualquier otro tipo—para ser
abandonada. La muerte este mismo año de Shahar Khodayari, una aficionada de 29
años que se inmoló frente a los tribunales donde la condenaron a seis meses en
prisión por tratar de entrar disfrazada al estadio, puso la atención del mundo
en el veto y la FIFA debió aumentar la presión sobre el gobierno iraní para
removerlo.
En
realidad, la FIFA ha insistido tibiamente que se debe permitir que las mujeres
entren a los estadios del país desde que el vecino, Catar, ganó la sede del
mundial de 2022. Como respuesta, ocasionalmente las autoridades han dejado
entrar a algunas mujeres a unos cuantos juegos, como a la final de Liga de
Campeones de Asia, pero siempre habían sido menos de un millar. En comparación,
el número de lugares asignados para el partido eliminatorio del 10 de octubre
parece un enorme progreso, pero es una cifra engañosa. El estadio Azadi tiene
capacidad para 80 mil asientos; 3 mil 500 de ellos son sólo el cinco por ciento
del total de lugares—simplemente no es suficiente para pregonar un cambio
significativo.
Voces en contra de la simulación
La
organización Human Rights Watch incluso advierte que son las mismas tácticas de
antes. “Cualquier concesión permitida por la FIFA de limitar al número de
mujeres que puede asistir a los estadios”, advierte el director de las
iniciativas globales de Human Rights Watch, Minky
Worden, “sólo
empodera a aquellos tradicionalistas […] para mantener las restricciones
discriminatorias”.
La
activista Maryam Shojaei, quien ha mantenido una campaña de rechazo al veto por
un lustro, y
además es hermana del capitán de la selección iraní, tampoco está convencida
del progreso que celebran: si las autoridades están proponiendo “precios
diferentes para los boletos, puertas de acceso diferentes y secciones de
asientos diferentes, están tratando a las mujeres diferente que a los hombres”
sin abandonar la opresión de la discriminación de género.
Una falta
que el artículo 4 de los estatutos
de la propia FIFA supuestamente
castiga con mano dura: “la discriminación de cualquier tipo contra un país,
persona o grupo de personas […] está estrictamente prohibida y es punible con
la suspensión o expulsión” de cualquier miembro de la FIFA [mi énfasis].
Igual que
Shojaei, las activistas anónimas detrás de la cuenta de Twitter OpenStadiums, que vigila e informa casi exclusivamente
sobre este problema, tampoco están convencidas de la impresión positiva de la
compra de los 3 mil 500 boletos, e incluso sugieren que las autoridades podrían
aprovechar el evento para intentar generar alguna controversia que confirme la
histórica restricción de entradas.
Reportan
en un tuit que, a pesar de que la sección asignada para las mujeres en
partido ante Camboya está en el lado oeste del estadio, el acceso es por la
puerta este; es decir, las asistentes deberán rodear la totalidad del inmueble
a pie.
Una vez
en su sección estarán separadas del resto de la concurrencia como ganado. Unas
fotografías publicadas en la cuenta de OpenStadiums muestran las modificaciones
que se le están haciendo al estadio, cuyo nombre en farsi significa “libertad”,
para la ocasión—una jaula, como aquellas que separan a las barras rivales en
partidos particularmente violentos: “la Asociación de Futbol Iraní está
haciendo todo para matar el deleite de las mujeres”, acusan.
¿Un (segundo) día festivo para el futbol?
La FIFA
mantiene que, a pesar de la pequeña sección del estadio y del lejano acceso y
de la falta de transporte y de la jaula, la venta de 3 mil 500 boletos
evidencia que sí se está progresando; que es solo el primer paso para lograr el
tan deseado acceso total—no solo al estadio Azadi, sino a los del resto del
país; y no solo para partidos y torneos internacionales, sino para aquellos a
nivel de clubes.
Sin
embargo, Maryam Shojaei pone esta meta en duda, haciendo
notar que ningún estadio—fuera del Azadi—cuenta siquiera con baños para las
mujeres, y sugiere que la estrategia de la FIFA está al revés: más que
enfocarse en los partidos del mundial, debería presionar para conseguir el
acceso femenino a los partidos del campeonato doméstico: “las ligas son más
frecuentes y más importantes que los partidos del mundial, y la FIFA debe
darles un ultimátum para los partidos de la liga para que las familias puedan
ir juntas a ver los juegos”.
Pero la
FIFA es famosa por exagerar la importancia de sus logros. En marzo del 2018, 35
mujeres fueron arrestadas por intentar entrar al estadio Azadi disfrazadas
durante un juego en el que se encontraba el presidente Gianni Infantino en las
gradas. Para calmar ánimos, ese mismo noviembre se permitió el acceso a solo un
puñado de aficionadas, que arrumbaron en su propia sección de la tribuna,
durante las finales del torneo de confederaciones asiáticas. Funcionó:
Infantino felicitó al gobierno iraní por el supuesto progreso y nombró a la
ocasión “un día festivo para el futbol”.
El día festivo real, el verdadero logro, será cuando las mujeres
puedan asistir a un estadio en Irán y sentarse libremente en el lugar de
su elección. Hasta lograrlo, la FIFA deberá poner especial cuidado en
no seguir cayendo en las farsas disfrazadas de progreso y, sobre todo,
en evitar abandonar la lucha una vez que el árbitro silbe el final del
último encuentro del próximo mundial y todo regrese a la normalidad,
cuando un encuentro entre Irán y Camboya interese, de nueva cuenta,
exclusivamente a iraníes, camboyanos, y a aquellas mujeres que quieran
ir a verlo al estadio.
* Artículo retomado de http://apuntesderabona.com/
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